viernes, 11 de noviembre de 2016

Cuando no te han elegido...



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En esto consiste una ruptura: en asumir que no te han elegido como pareja, o la otra persona no ha apostado ni por ti ni por la relación. Y esto hay que respetarlo. Es lo que nos convierte en personas maduras.

Es la misma situación que cuando estábamos en el colegio, cuando había que elegir quiénes compondrían el equipo de baloncesto o de fútbol, y uno era el último en ser elegido…  (a mí me pasaba con frecuencia…). El grupo que le ha tocado jugar con nosotros no le quedaba otro remedio que asumir que tendría que contar con nosotros entre sus miembros, por muy malos que fuésemos… 

Cuando rompen con uno, cuando no te eligen, volvemos a ser niños de colegio: no te quieren en su grupo. Y se suele creer a nivel inconsciente que si no nos quieren es porque algo malo tenemos… de ahí nace el sentimiento de culpabilidad en el dejado.

Tenemos que ser conscientes que si esa persona no nos ha elegido es porque no nos quiere a su lado, pero no porque seamos mala gente (por lo menos en la mayoría de los casos) o porque valemos poco, o porque no seamos modelos de pasarela, o porque no somos lo suficientemente inteligentes… si no porque no tenemos lo que ellos buscan, o lo que tenemos ya no les interesa porque cambiaron de gustos o de intereses.

Todas las personas evolucionamos con el paso del tiempo, y nuestros ex no son la excepción. Tampoco nosotros somos los mismos que hace años atrás. Es normal. Forma parte de la vida y del crecimiento de cada uno. Pero eso no nos convierte en personas horribles, poco inteligentes o atractivas para otros. 

Lo que un día nuestro ex no valoró, o dejó de importarle, puede resultarle interesante y atrayente a otra persona. No podemos gustarle a todos ni todo el tiempo. 

Recuerdo cuando era niña y en el colegio nunca me elegían mis compañeros para jugar al voleibol, (de hecho llegaron a expulsarme de un partido por jugar tan mal), y sin embargo, recuerdo perfectamente dejar a la clase totalmente en silencio, pensativa y totalmente entregada a mí cuando yo leía mis redacciones en voz alta. Mi expresión, mi sensibilidad y forma de escribir con tan solo 12 años sorprendía tanto a mis compañeros como a los profesores. Un don que por desgracia he ido perdiendo con los años, pero un don que tenía. 

No era buena para unas cosas, pero si para otras… Y eso no me convertía en un ser inferior o mala persona. Simplemente me convertía en humana.

Con las relaciones de pareja pasa igual. Ni yo, ni ninguno de vosotros que me leéis tuvimos o mantuvimos ese algo que les resultaba atrayente a nuestros ex, o simplemente lo que aún tenemos ya no les interesa.

No nos eligieron, decidieron no seguir con nosotros y prefirieron marcharse para no volver, dejaron de sentir ese poder atrayente que los mantenía a nuestro lado, pero seguramente nosotros tenemos mucho que dar, que entregar, que sentir, que vivir, que compartir, que soñar… con otras personas que si pueden vernos como alguien especial y con quienes estarían dispuestas a darlo todo.

martes, 1 de noviembre de 2016

Cuando las palabras hacen daño...



Alguna vez me he preguntado si mi ex fue consciente en algún momento de las malas maneras que tuvo conmigo después que me dejó.
Es imposible tener la respuesta certera de ello, ya que no estoy dentro de su cabeza. Puedo pensarlo, analizarlo y sacar MIS conclusiones, que estas poco o nada pueden tener que ver con la realidad que él vivió de verdad, pero me gustaría hoy hacer un esfuerzo y pensarlo con vosotros, porque seguramente os ayudará en vuestra recuperación si habéis vivido lo que viví yo en su momento.

Cuando él me decía todas esas cosas tan hirientes por teléfono (para recapitular este tema pinchad AQUÍ  y AQUÍ ) después se daba cuenta del daño que me hacía?, era él plenamente consciente de los disparates, de las maneras poco elegantes que tenía conmigo durante la post-ruptura?, realmente se daba cuenta que estaba siendo innecesariamente cruel con una persona que no se había portado mal con él?... No solo me hizo daño con sus comentarios, que fueron muchos, sino también con la manera de decirme las cosas: borde, con desdén, algunas veces alzándome la voz… Tampoco faltaron los desplantes y el desprecio.
En su momento no me di cuenta, pero después que pasó el tiempo fui consciente que se portó mal, muy mal conmigo. Pero, fue él realmente consciente de su comportamiento?, quiero decir, si en algún momento él se arrepintió y se sintió mal por habérmelo hecho?.
En mi caso, debo partir del hecho innegable que él jamás me pidió disculpas por nada. Con lo cual me lleva a pensar que nunca sintió arrepentimiento por su parte, pero por qué no se arrepintió?, es que yo realmente me merecía ese trato?, que le había hecho yo tan grave que justificara ese comportamiento?. Quizás nunca se arrepintió porque en el fondo no era consciente de ello.
Quiero decir, que no era consciente que me estuviera tratando mal, simplemente su mente lo borró todo.

Como ejemplo para que me entendáis, comentaré lo que sucedió a una vieja amiga. Estuvo años con su novio, con el cual convivía. Él nunca le pegó, y sin embargo la maltrataba con palabras. Le decía que era una inútil, que él había tenido que conformarse con alguien como ella, que no servía para esto o para lo otro…

Pueden pegarte un puñetazo en la cara, te curarás de las heridas, te levantarás y seguirás adelante, pero si te maltratan con palabras (ya seas hombre o mujer) el dolor te durará toda la vida. Es un aún peor.

Esta amiga no lo dejaba por miedo. Le tenía pánico. Era tal el control que él ejercía sobre ella que no era capaz de tomar la decisión de abandonarle. Hasta que un día ese día llegó, se armó de valor y rompió la relación.
Años después, en situaciones muy diferentes, volvieron a verse.
Mi amiga le recordó sus palabras, y la reacción de él fue de sorpresa: “En serio yo te dije eso??, pero como aguantaste tantos años a mi lado?”. Y estoy segura que él no le estaba mintiendo, simplemente no se acordaba, lo había borrado de su mente.

Desconozco el mecanismo psicológico que se activa en una persona para borrar algo del pasado, pero yo creo que a mi ex le pasó algo similar. En alguna ocasión yo le reprochaba algunas cosas que me había dicho, y me decía que no se acordaba. Y estoy segura que era sincero conmigo, que no se lo estaba inventando, realmente no lo recordaba.
Aquellos momentos fueron muy confusos para ambos, teníamos las emociones muy revueltas, y además estoy segura que él se sentía culpable por tomar la decisión que estaba tomando. En ese estado de confusión, creo que soltaba lo que sentía sin filtros, tal y como él las sentía en ese momento. No creo que mi ex tuviese el objetivo de hacerme daño, no tiene motivos para ello ya que yo nunca me porté mal con él.

Si hoy me encontrase con mi ex, después de muchos años, estoy segura que él tampoco recodaría nada de las cosas que me dijo en su día. Estoy segura que no podría negármelo, pero tampoco podría afirmármelo.

Cuando uno se encuentra en esta situación, en la que ha sufrido tanto por las palabras del otro, y la otra persona no es capaz de recordar, qué se hace?. Porque para quien soltó aquellas palabras aquello nunca sucedió… pero para quien recibió aquellas frases tan dolorosas aquello ocurrió, y ocurrió de verdad, no se lo ha inventado.

Ante esta situación esperar una disculpa es una espera inútil que nunca sucederá. No podemos  esperar una disculpa de algo que no sucedió para la otra persona.
Cómo se gestiona esto?, cómo se gestiona el perdón?, cómo se puede olvidar aquellas palabras tan crueles?... Ha pasado tiempo y aun no he sido capaz. Aun teniendo asumida y superada la ruptura, el recordar aquellas palabras tan hirientes me llena de rabia, de dolor, de impotencia.

En muchas ocasiones he intentado imaginarme la situación en la que nos volvemos a ver, y yo le recuerdo las cosas tan desagradables que me dijo, y él aunque no es capaz de recordar, me pide disculpas por ello, por el daño que me ha causado injustamente.
Esto me calma, aunque sea durante un tiempo, y me ayuda a seguir adelante. Pero pasado un tiempo, vuelvo a recordarlo otra vez y a preguntarme: por qué lo hizo?... 

No sé porqué, pero hoy he vuelto a sentirme así, buscando despeseradamente un perdón, un "siento haberte dicho aquello", mientras me lleno de rabia, de odio y de rencor por todo lo que en su día tuve que escuchar de sus labios...

domingo, 23 de octubre de 2016

Cuando el contacto 0 es imposible... (Parte II)



Con el correr de los meses, los sentimientos de mi amiga se fueron tranquilizando, si bien ella seguía sintiendo tristeza, vacío, soledad… y no era extraño que tuviera que visitar el cuarto de baño de la oficina y encerrarse allí ahogada en un mar de lágrimas, pero podía controlarlos mejor que al principio. 

Su ex, por su parte, utilizaba la comunicación que tenía con ella por motivos laborales para tontear. Ella, sin dudarlo, se apuntaba al carro y le seguía el juego, recibiendo como respuesta un doloroso silencio. Así estuvieron unos cuantos meses. Mi amiga me comentaba que durante este tiempo ella sufría mucho en silencio, porque veía como él le tiraba el anzuelo con sus tonteos a través de los emails y una vez que ella picaba él desaparecía.
Incluso, mi amiga me decía que su ex se pavoneaba cerca de ella, tonteando con cierto descaro delante del resto de los compañeros de la oficina, lo que desataba los cuchicheos y comentarios del resto. Esto a ella la hacía sentir francamente mal. 

No era nada extraño que la empresa organizara convenciones cada 3 ó 4 meses, a las que tenían que acudir los empleados. En una de ellas, mi amiga asistió un poco por obligación otro poco porque quería ver a su ex fuera del ámbito laboral. Tenía la esperanza que en algún momento de la noche pudieran quedarse a solas y poder hablar, ya que ella sentía esa necesidad después de más de 6 meses de ruptura.

Tanto ella como él acudieron al evento, pero contra todo pronóstico su ex lo hizo acompañado de una chica, que a todas luces mostraba que era su nueva pareja: abrazos, miradas, cogidos de la mano…
Mi amiga ante esta escena se quedó totalmente paralizada sin saber qué hacer. En aquel momento lo que sintió fue un horrible agobio, que le faltaba el aire y se ahogaba, pero nuevamente al estar rodeada de sus compañeros de trabajo, no le quedó otra que encerrarse en el cuarto de baño de la sala de convenciones y romper a llorar en un mar de lágrimas.  
Además, enseguida se dio cuenta que su ex, además de estar con la otra chica, también estaba pendiente de mi amiga, era como si quisiera asegurarse que ella lo había visto con su nueva pareja, y no dejaba de mirarla mientras abrazaba a la otra chica que lo acompañaba.
Incluso mi amiga llegó a tener la sensación que su ex estaba disfrutando con la situación… 

Encerrada y escondida en el cuarto de baño de la sala de convenciones, y viendo que todo la superaba, agobiada y desesperada llamó a su madre buscando consuelo. Cuando le contó lo que estaba sucediendo su madre le dijo lo más lógico que se puede decir en estos momento: “Qué haces ahí?, vete ahora mismo de ese lugar, aléjate y vente para casa”.
Mi amiga hizo caso a su madre, y queriendo evitar que su ex la viera como se marchaba de la convención en el momento del convite, se perdió poco a poco entre la multitud, saliendo con disimulo por la puerta de atrás, como avergonzada, como si hubiera hecho algo malo. Y se fue de allí tan rápido como pudo. 

En los días siguientes de aquello, su ex seguía tonteando, y mi amiga, dolida, cansada y agotada por tanto sufrimiento, decidió tomar la decisión más inteligente que puso haber tomado: ignorarle. A partir de entonces su contacto con él se limitaría a temas laborales y nada más.
A los tonteos de su ex, ella hacía caso omiso. Él, al ver que ella le ignoraba empezó a ser más insistente, y a ser más descarado, tanto los emails como delante del resto de compañeros. Mi amiga, siguiendo su guion a rajatabla, continuaba ignorándole.
Pasadas unas cuantas semanas y viendo que ella no le seguía el juego, él cambió de estrategia, y pasó a tratarla mal. Le contestaba los emails con monosílabos, y por teléfono era frío y distante. Mi amiga, en lugar de claudicar, continuó con su guión, el cual no modificó ni una coma. 

Tiempo después ella se enteraría que su ex y aquella chica se habían ido a vivir juntos, y si bien el palo que se llevó no fue tan tremendo como el verle con ella, la “puñalada” si la sintió y estuvo tocada un tiempo.

Me comentaba mi amiga que su ex siguió bastante frío, distante y borde con ella, aunque había momentos que volvía a los tonteos nuevamente. Así estuvieron unos cuantos meses. 

Una tarde, cuando ya le faltaba poco para terminar y volver a casa, su jefe la llama a su despacho. Cuando mi amiga acude, su jefe le pide que cierre la puerta y que se siente porque quiere hablar con ella. Allí mismo, le comunica su despido. El motivo no tuvo nada que ver con su ex.
Mi amiga tuvo que recoger sus cosas, firmar el finiquito y marcharse a casa.

En plena crisis económica (esto sucedió en el año 2012), con una madre de casi 60 años, separada y sin trabajo, el sueldo de mi amiga era el único que entraba en casa, por lo que su despido empeoraba enormemente su situación económica. 

Unos días después de su despido, y cuando mi amiga pudo recuperar las fuerzas anímicas, le envió un email a sus antiguos compañeros de trabajo para despedirse, incluido su ex.
La mayoría le respondió dándole ánimos y apoyándola. Su ex ni apareció.

Esto último dolió enormemente a mi amiga, ya que él era conocedor de la situación que ella tenía en casa. Sabía perfectamente que si ella se quedaba sin trabajo arrastraba a su madre con ella y a toda la economía familiar, y la dejaba en una situación sumamente delicada.
Mi amiga me comentó que además de tener que digerir el despido en una coyuntura económica difícil, se sumó el hecho de ver que su ex se mostró totalmente insensible ante su situación. 

Unos 8 meses después, cuando mi amiga ya había encontrado trabajo y poco a poco iba saliendo adelante, recibió un email de su ex preguntándole que tal estaba después de tanto tiempo. Le hablaba como un colega, de buen rollito, como si no hubiera pasado absolutamente nada. Como os podéis imaginar no es de recibo que te escriban después de tanto tiempo, más sabiendo, como he comentado, la situación económica tan delicada que ella tenía. 

Mi amiga tomó la decisión más inteligente: no responder. Ante su silencio, su ex volvió a escribirle insistiéndole otra vez que le contestara porque quería saber qué tal estaba. Silencio.

Después de aquello, nunca más volvió a aparecer en su vida.

martes, 13 de septiembre de 2016

Cuando el contacto 0 es imposible... (Parte I)

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He hablado mucho de la importancia del contacto 0 en este blog, sobre todo al principio de la ruptura. Es fundamental curar nuestras heridas, alejarnos del principal foco de dolor para poder centrarnos en nosotros mismos y hacernos más fuertes.

Pero hacía tiempo que tenía muchas ganas de hablar de aquellas situaciones que nos hacen imposibles mantener el contacto 0, como pueden ser tener un bien en común, la custodia de los hijos, trabajar en el mismo lugar que nuestro ex, vivir muy cerca, tener amigos comunes… Sobre todo me surgió la idea a raíz de las vivencias compartidas por muchos de vosotros en este blog, pero como yo no viví esa situación, me vi incapaz de poder tratarlo aquí.

Sin embargo, la oportunidad se me presentó hace unos cuantos días. Me estoy haciendo amiga de una chica de mi clase de inglés, con quien estoy haciendo buenas migas y con quien quedo de vez en cuando. Hablamos de todo, me siento muy a gusto y compartimos confidencias.
Pues bien, esta chica me contó que hace un tiempo pasó por una ruptura tremendamente dolorosa para ella, que le costó mucho superar debido, en gran medida, a que el contacto 0 era imposible: los dos eran compañeros de trabajo.
Si bien no trabajaban en el mismo departamento, incluso ni tan siquiera en el mismo edificio, si se veían muy a menudo porque tenían algunos proyectos de clientes en común, y rara era la semana que no se veían. Además, como la sala de reuniones de su empresa estaba justo al lado de su departamento,  él tenía que pasar por el pasillo muchas veces a la semana.

Cuando esta amiga me contó todo esto, tomé buena nota, le pregunté mucho, e intenté grabar en mi mente toda la experiencia vivida por ella para, sin utilizar ni bolígrafo ni papel para apuntar, poder recordarlo todo y poder compartir la experiencia de esta chica con vosotros. Seguramente a más de uno le sonará y a más de dos les ayudará…

Los motivos, las maneras… de la ruptura me las ahorraré. Me centraré principalmente en cómo vivió la post-ruptura ella, teniendo que ver a su ex día si y día también.

Las primeras semanas fueron las más duras, porque la relación se había roto y ella no había asumido aún la realidad. Si cuando estaban juntos ella en la oficina se centraba en su trabajo, después de la ruptura estaba continuamente pendiente de donde estaba él, qué hacía, con quién hablaba… Se volvió en una locura, pero en una locura imposible de controlar.
De lunes a viernes su sed de saber qué hacía en todo momento se veía más o menos apagado porque lo veía y estaba pendiente de lo que hacía y de lo que no, sin embargo, el fin de semana era el peor momento de todos, porque ahí ella perdía el control: no sabía si se había quedado en casa, si había quedado con amigos, si se lo estaba pasando genial… mientras era lloraba desconsoladamente en la cama.
Ella sabía que se estaba haciendo daño así misma con esa actitud, estando pendiente de su ex continuamente, pero por otro lado, era incapaz de poder evitarlo.

Esta situación la empujaba a estar con continuas crisis de ansiedad, y es que en la oficina, ella veía, intuía, observaba… lo que alimentaba su imaginación, y como estaba en la oficina tenía que tragar con todo sin poder hacer nada.
Ella me explicaba que al principio era como una olla a presión a punto de estallar, un poco porque su mente le jugaba malas pasadas, viendo cosas que muchas veces no eran verdad, solo estaban alimentadas por su propia imaginación, y por otro lado, manteniendo el tipo delante de los compañeros, obligándola a callar y a guardarse todo lo que sentía.
Pero lo peor era que no podía hacer nada, tenía que seguir trabajando como si nada estuviese pasando, intentando, en la medida de los posible, controlar sus sentimientos, sus nervios y sus crisis, sin levantar sospechas entre los compañeros de alrededor.  

No supo decirme cuanto tiempo duró esta situación exactamente, pero no le tembló el pulso en asegurarme que quizás fueron unos 4 – 5 meses… Demasiado tiempo cuando se sufre.