viernes, 29 de diciembre de 2017

La idealización... (Parte I)

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Inteligente, sensato, sociable, siempre con la palabra precisa en el momento adecuado, una persona de ideas muy claras, guapo, alto, con grandes capacidades, cariñoso... así veía yo a mi ex.
Si bien lo veía así cuando estábamos juntos, cuando él me dejó estos sentimientos se acrecentaron exponencialmente.
Estando con él, yo tenía la sensación que no podía tener más suerte en la vida de poder estar con una persona como él. Me había tocado el Gordo de Navidad!. Llegaba incluso a pensar que una persona como yo no merecía tener a su lado a una persona como él. Y cuando me dejó, tenía la sensación de haber perdido un diamente en bruto, un lingote de oro de valor incalculable.
Así tuve que digerir mi ruptura, con la sensación de una enorme pérdida, imposible de reemplazar.

Realmente él era así?, que me estaba pasando?. Pues, que estaba idealizando a mi ex.
Durante una relación, hasta cierto punto es normal idealizar a la pareja, simplemente porque estás enamorad@ de esa persona, y los defectos se minimizan.
Pero las personas no somos perfectas y todos, absolutamente todos tenemos defectos.  Créeme que tu ex no está exento de ellos.
Durante nuestra relación yo lo tenía idealizado, sobre todo al principio, y después comencé a ver defectos en él, que si bien no me gustaban convivía con ellos porque desde mi punto de vista no eran graves y porque partía del hecho indiscutible que él era ante todo un ser humano.
Este proceso que acabo de describir debería ser el normal en las parejas, primero idealizar bajo los efectos del enamoramiento inicial para después dar paso a una visión más realista de esa otra persona. 
Aprender a convivir y aceptar los errores del otro son esenciales para que una relación sana funcione.

Cuando él rompe la relación, esa idelización se multiplicó por 10. Simplemente dejé de ser ver esos defectos que él tenía. Que está pasando aquí?.

1. Falta de autoestima. Partiendo de la base que los dejados muchas veces podemos sufrir una baja autoestima por la ruptura, se puede aplicar la fórmula matemática del más es menos: él/ ella es más (idelización), pues yo soy menos.
Cuanto más ensalce a mi ex, cuanto más alto lo ponga en un pedestal, más pequeñ@ soy yo, más insignificante, menos valioso soy.
Cuanto más alto esté mi ex, más bajo estaré yo, y así seguiré alimentando mi falta de autoestima.
Al final tendremos la sensación que nuestro ex tenía razón en habernos dejado, porque somos poca cosa, no merecemos estar con una persona como ellos.

2. Recordar la ausencia. Mi inconsciente me recuerda una y otra vez lo que he perdido. Y lo hace recordándome lo tan valioso que ya no tengo.
Mi inconsciente me juega malas pasadas, y me recuerda que esa persona ya no está, y lo hace haciendo hincapié en el agujero tan grande que me ha dejado su lejanía.

3. La culpabilidad. Partiendo del hecho que los dejados nos sentimos muy a menudo culpables de la ruptura, el idealizar a la ex pareja nos hace sentir más culpables aún.
Como ellos son tan perfectos (desde nuestro punto de vista), no se habrán equivocado en tomar la decisión de romper la relación con nosotros.
Nos vemos como personas indeseables, molestas y principales responsables de la ruptura, como por ejemplo pensar que nos dejó porque no fuimos lo suficientemente atentos en la relación, o cariñosos o divertidos, mientras que ellos parece que no han tenido ninguna responsabilidad sobre la relación o la ruptura. Les quitamos esa parte de responsabilidad que es de ellos también para asumir nosotros la culpabilidaad de la separación y así seguir alimentando nuestro sentimiento de culpables.
No es raro que no asumamos que la otra parte también tiene buena parte de responsabilidad sobre el funcionamiento de la relación, concretamente el 50%.

4.  Idealizar la relación. Es evidente que si nos han dejado era porque la relación no iba bien. Puede que no lo hayamos querido ver, pero el que deja siempre da señales.
Cuando estamos dentro de la relación es difícil ver los fallos que hay, y sin embargo, una vez fuera de ella, lo vemos todo con gran claridad.
A mí me pasó, y cuando había transcurrido bastante tiempo desde la ruptura, me pregunté una y otra vez cómo era posible que yo no hubiese visto su frialdad, su distanciamiento?...
Al igual que idealizamos al ex, también idealizamos la relación.

5. La idealización me impide cerrar la puerta. Mientas idealizo a mi ex, y pienso en lo maravilloso que fue, lo guapo que era, lo inteligente que parecía... estoy evitando cerrar una puerta de un pasado que ya no es. Sigo teniendo presente a mi ex en mi vida, y esto me impide rehacer mi camino.
Cuanto más lo idealice, más impediré que otra persona entre en mi vida, porque ningun@ será tan bueno, tanto guapo, tan inteligente... como mi ex.
Es evidente en este caso que la ruptura no está superada y aun quedan flecos por cortar. 

6. Nos dejan huella las emociones más intensas. Seguramente no recuerdes que comiste ayer, pero si recuerdes el primer beso que te dió tu ex, o aquella tarde tan romántica de paseo mientras compartían confidencias, o el día que te dejó... Siempre recordamos aquellas experiencias y sensaciones intensas, son las que más huella nos dejan, y extrapolamos las cualidades y las emociones vividas, idealizando a la otra persona y a la relación.
No es raro deformar la realidad que vivimos mezcladas con las sensaciones que obtuvimos de aquellas experiencias, y esto engloba a nuestro ex y a nuestra relación.

Es sumamente fácil caer en la idealización y sumamente difícil salir de él. Yo lo sufrí durante mucho tiempo. Tuvieron que pasar unos cuantos años para darme cuenta que estaba atrapada en una trampa que yo misma había creado y que no me dejaba seguir avanzando en mi recuperación.
Es importante poder reconocer cuanto antes esta sensación para poder seguir avanzando. Os aseguro que no es fácil salir de él y que supone un enorme esfuerzo por nuestra parte, pero no es imposible.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Lo que queda...

Mi ruptura se produjo hace ya unos cuantos años, y creo que me encuentro en una situación de tal lejanía emocional y física de mi ex, que me veo lo suficientemente preparada como para poder hacer un análisis profundo y objetivo de cómo me encuentro a día de hoy.
No es fácil, de hecho llevo tiempo postergando este post, ya que me es difícil y duro hacer un balance de estos últimos años de mi vida, tanto dentro de la relación como fuera de ella.

Haré un breve resumen de lo que fue la relación con mi ex para que podáis entenderme:
Nuestra relación nunca fue fácil. Estuvimos juntos 6 años y medio, siempre fue una relación a distancia. Los primeros 4 años vivíamos el uno del otro a unos 250Km., de distancia, lo que me permitía ir a verlo prácticamente todos los fines de semana. Cuando él terminó sus estudios, se marchó a trabajar a otra ciudad, a unos 650Km., lo que imposibilitaba que yo fuera a verle muy a menudo. La idea era que yo me fuese allí a vivir con él. Y es precisamente aquí cuando la relación empezó a deteriorarse.  Él comenzó a estar distante conmigo, yo no lo veía muy entregado en la relación… pero yo iba conviviendo con eso poco a poco, tampoco podía saber hasta que punto la relación se estabaaa deterionarndo o era un tem de vernos menos por la distancia mayor que teníamos. 
Hasta que un año antes de que yo me trasladase a vivir con él, me llama por teléfono y me dice que me deja porque lleva meses tonteando con otra persona a mis espaldas, incluso, llegó a quedar con ella.

Mi relación con él fue muy bonita, con mucho cariño, respeto, con muchos proyectos de futuro. Todo lo hablábamos, nunca discutíamos. Yo lo quería con locura, hasta el punto de tenerlo totalmente idealizado, cosa de la que me di cuenta una vez me dejó. Yo sentía que no podía tener más suerte en la vida por estar con él, que me había tocado el Gordo de Navidad, el Sorteo del Niño y el Euromillón juntos… Yo pensaba, incluso, que estando con él tenía más de lo que yo realmente me merecía, que una persona como yo no podía tener a su lado a una persona como él: inteligente, interesante, tranquilo y sereno, de ideas claras, siempre con la palabra precisa en el momento adecuado, un chico muy atractivo y llamativo, que sabía lo que quería en la vida… y además de todo esto, él quería estar conmigo, crear un proyecto de vida a mi lado.
Nos conocimos siendo muy jóvenes, la primera relación seria para ambos, y con la típica ingenuidad de la juventud, en la que sueñas, vuelas e imaginas junto con alguien que te acompaña en tus fantasías.

Sin embargo, todas estas vivencias durante la relación se quedan empañadas por la sombra de la ruptura. De hecho, cuando pienso en mi ex, lo primero que viene a mi mente es la ruptura, más que la relación en sí. Siendo sincera, escribiendo este post, tengo que hacer un gran esfuerzo para poder recordar los momentos cuando estábamos juntos, porque no me vienen solos. O dicho de otro modo, sobre mi inconsciente prevalece más lo negativo que lo positivo.
Para mí la ruptura ha sido muy traumática, un episodio muy traumático en mi vida. Un día lo tenía todo, y al día siguiente no solo había perdido a mi pareja, sino también unos proyectos, unas ilusiones, un futuro en común.

Qué me ha quedado de todo esto?, pues para empezar, una enorme decepción. En mi caso, una decepción por partida doble.
En primer lugar, y partiendo del halo de idealización que yo tenía a mi ex, su comportamiento durante la ruptura dejó bastante que desear. Siendo como él era, o mejor dicho, como yo lo veía, me esperaba otra cosa de él. En el momento de la ruptura yo no era capaz de crear un hilo conductor entre la persona que me dejaba y con la que había estado más de 6 años de relación. Era simplemente incapaz de poder hacerlo porque no encontraba ninguna conexión entre ambos: las maneras, las cosas que me dijo...
En segundo lugar, una decepción enorme porque después de 6 años de relación a distancia, en la que siempre era yo la que viajaba, pues perdí la cuenta de los kilómetros y kilómetros que hice aquellos años, la inversión de tiempo y de dinero, la lucha continua para mantener la relación sin bajar ni una sola vez los brazos, además de albergar la esperanza, la ilusión y el sueño, que algún día pudiéramos labrar un futuro en común, para finalmente recibir como premio a mi esfuerzo una buena patada en el culo.

Qué me ha quedado de todo esto?, pues el preguntarme una y otra vez si esta relación ha merecido realmente la pena. Honestamente, no lo tengo claro. Teniendo en cuenta lo feliz que fui a su lado y lo desgraciada que fui después que me dejó, creo que ha sido una de cal y otra de arena, como se suele decir, y me gustaría poder explicarlo a continuación.
Han sido muchos años de felicidad a su lado, de experiencias vividas y compartidas, lo que me ha aportado mucho a mi saco de vivencias personal, pero también mucho tiempo de ruptura y de dolor, que no justifica ni mucho menos todo lo invertido en la relación.
Aunque es evidente que ese dolor también me aportó mucho a nivel personal, pero como os comentaba antes, me pesa más la parte negativa que la positiva en todo esto, es decir, me ha dejado más huella lo malo que lo bueno, o lo que es lo mismo, me pesa más el tiempo de duelo que la relación.
Y es aquí cuando yo me pregunto si todo esto ha merecido la pena, si 6 años de relación a distancia me han dejado algo valioso.
Si tuviera que valorar algo, creo que sería la experiencia de vida que me dio la ruptura, incluso más que la relación en sí. A través de la ruptura aprendí mucho, me conocí más a mí misma, maduré como persona y crecí.
A través de la ruptura me di cuenta de mis miserias, de lo que fallaba, no solo como pareja, sino también como persona, muchos defectos que yo tenía los he cambiado, y sentirme más auténtica y más “yo-misma” que nunca, porque ahora soy más transparente con lo que quiero y deseo.
La ruptura me dio la capacidad de ver las cosas buenas dentro de las malas. Como os decía antes, me cuesta saber si esta relación ha merecido realmente la pena en mi vida, porque pese a lo mal que lo pasé, a la decepción de lo perdido, también soy capaz de ver lo que me aportó esta ruptura. Y ahí es cuando viene una de cal y otra de arena.

Qué me ha quedado de todo esto?, pues un sentimiento muy ambiguo hacia mi ex.
Yo a mi ex lo he querido con locura, lo veía como a un tesoro dentro de la idealización que yo tenía de él, ha sido la persona a la que más he querido y por la que más he dado en mi vida, ofreciéndole todo lo que tenía y apostando por él sin condiciones. Pero a la vez, ha sido a la persona que más he odiado. Y no me avergüenza decirlo.
A lo largo de esta ruptura, le he deseado lo peor, que le sucedieran cosas horribles, que sufriera lo mismo que había sufrido yo, y sintiera el dolor, la decepción, y la tristeza que yo había tenido durante tanto tiempo, aun cuando tener esos sentimientos me hacía mucho daño a mí misma, y he llorado y he sufrido mucho por haberlos tenido porque me sentía una persona horrible, pero tampoco podía evitarlos...
Él es una persona ambigua para mí, porque la he querido y odiado a partes iguales: dos caras de una misma moneda. Por eso, y porque compartí muchos años con él, nunca será para mí una persona indiferente, por mucho que yo lo desee.
Jamás me imaginé que pudiera odiarlo lo que lo odié. Jamás. Y sin embargo, me sucedió…
Ahora que ha pasado el tiempo, y bastante tiempo a decir verdad, es evidente que ya no lo quiero, que no lo necesito y que no lo quiero a mi lado, ni como pareja ni como amigo (algo que él planteó al poco de dejarme).
Siento que es una persona que ha pasado por mi vida, una persona muy importante, pero que se marchó por decisión propia y ya no está, dejando tras de sí una huella imborrable de felicidad, de tristeza, y de aprendizaje a partes iguales, tal y como os explicaba antes.
Ojalá pudiera decir que lo que me ha quedado ha sido un cariño profundo hacia mi ex, un agradecimiento inmenso por todo lo que me dió, por lo vivido y compartido juntos, que también, no lo niego, pero no puedo despegar de ese sentimiento de cariño y respeto, al gran dolor sufrido durante el duelo que lo acompaña.

Que me ha quedado de todo esto?, pues una gruesa cicatriz. La ruptura la tengo superada, y sin embargo, cuando recuerdo los duros momentos vividos, se me hace un nudo en la garganta. No puedo evitarlo. Forma parte de mi pasado, y no puedo cambiarlo.
No me entristece el no estar ya con él, ni el haberlo perdido para siempre, ni el no tener ya la relación que manteníamos llena de cariño y respeto, sino el haber tenido que pasar por un duro camino lleno de espinas, de senderos llenos de fango que ha sido el duelo para mí.

Que me ha quedado de todo esto?, la sensación que mi duelo fue demasiado largo en el tiempo. 
No sé si no lo supe gestionar bien, si fue el hecho de haber invertido tanto esfuerzo para mantener la relación a flote, las maneras de dejarme, los motivos que me dió, el no haber podido tener nunca charla sincera con él, la enorme decepción que me llevé cuando el rompió conmigo... no sé si fue un motivo de ellos, ninguno, algunos o todos a la vez lo que hicieron que mi duelo fuese eterno.
Estoy segura que de haberlo superado más rápido, no hubiera dejado en mi esa profunda huella de haber sido la experiencia más traumática de mi vida.

Que me ha quedado de todo esto?, pues el sentimiento de haberlo pasado francamente mal para poder superar la ruptura, pero también veo la nueva oportunidad que se me ha presentado de rehacer mi vida.
Estoy escribiendo, desde hace tiempo ya, mi nuevo camino en la vida, con mis tiempos, cubriendo mis necesidades, mis gustos, y con el convencimiento de haber vencido al duelo, de haberlo superado con mi esfuerzo, mi tesón y mi trabajo duro.

Aunque sufrí mucho después que mi ex me dejó, no es menos cierto que al final del túnel, si, si que hay luz, pero hay que trabajar duro y poner mucho de nuestra parte para ser capaces de llegar  a ella, y construir nuestro propio camino con la lección aprendida y aceptada.
Lo que queda al final del todo, una vez superado el dolor, la angustia y la tristeza, es el haber vencido, el sentirse ganador pese haber sido la parte dejada. Por fin, ser libre.

viernes, 1 de diciembre de 2017

Que le dirias?...

Imagínate que por casualidades del destino, te reencuentras con tu ex. El donde no importa, pero se te presenta la posibilidad de poder hablar con él/ella en bandeja de plata.
Ya ha pasado un tiempo más que prudencial desde la ruptura, no hay lágrimas, no hay crisis de ansiedad, solo serenidad y un buen trabajo de ruptura detrás. Sabes que la decisión que ha tomado tu ex, hace tiempo que no tiene marcha atrás, tampoco te planteas volver.

Que le dirías?, que le preguntarías?.

Bueno, en mi caso, como no ha habido una charla sincera en su momento, a mí me dejó con un montón de interrogantes, algunos me los he tenido que ir respondiendo yo misma con el paso del tiempo, de otros, simplemente, no tengo respuesta aún, y creo que jamás las tendré.
Me parece un buen ejercicio, el pensar una supuesta charla con nuestro ex. En mis momentos de máximo bajón emocional me imaginaba hablando con él, preguntándole todas mis dudas, echándole en cara como me había dejado, los motivos, las maneras…

He hecho mi lista de preguntas, por si algún día (poco probable por haber sido una relación a distancia), me reencuentro con él:

-          En qué te he decepcionado?
-          Que cosas, actitudes, maneras… no te gustaban de mí?
-          Mientras estabas conmigo, te planteaste realmente tener otra relación con aquella chica con las que te reencontraste?.
-          Por qué nunca me dijiste que habías dejado de quererme?
-          Crees que al dejarme fuiste totalmente sincero conmigo?, me dijiste toda la verdad o me ocultaste cosas?
-          Porque nunca pudimos tener una charla sincera?, porque me negaste esa posibilidad si tanto te lo pedí?
-          Durante este tiempo, te has acordado de mí alguna vez?, te preguntaste que habría sido de mi vida?
-          Realmente has valorado todo lo que hice por ti y por la relación?, lo has visto alguna vez?, o por el contrario considerabas que yo aporté poco?
-          Consideras que yo merecía ser tratada como lo hiciste?, merecía ese trato por tu parte? (dejarme por teléfono, negarme una charla, gritarme por teléfono, y decirme aquellas palabras tan dolorosas e innecesarias al mismo tiempo).
-          Que cosas piensas que no funcionaban en nuestra relación?
-          Crees que lo diste todo por nosotros? o por el contrario dejaste que la relación se muriera?
-          Piensas que yo no era lo suficiente para ti?, que era poca cosa?, que merecías algo mejor que yo?
-          A mi lado, dejaste de ser feliz en algún momento?
-          Qué recuerdos tienes de nuestra relación?, y de la ruptura?

Estas serían mis preguntas, por supuesto seguramente surgirían otras en una hipotética conversación.

Y vosotros, que le preguntaríais / diríais a vuestros ex en un hipotético encuentro?, seríais totalmente sinceros u os guardaríais algo?.

Como muestra os dejaré un video que vi en Internet, sobre una ex pareja que se reencuentra después de un tiempo. Es un experimento que se hizo en Estados Unidos, donde cada uno de los participantes podía preguntar al otro lo que quisiera, y el otro tenía que responder con total honestidad a la pregunta. Están cara a cara, con la única separación de un banco, en un ambiente tranquilo y con tarjetas que pueden ir cogiendo para preguntar al otro. Está en inglés, con subtítulos en español.
Es una conversación maravillosa, en la que hay tanta sinceridad que emociona.  Se ríen, lloran, se echan cosas en cara, y se ve que hay bastante complicidad entre ellos, pese a que la relación se rompió. Una limpieza del corazón en toda regla, sana, humana y adulta.

Lo he visto varias veces, y no dejo de derramar lágrimas en cada ocasión. Me emociona, me llega al corazón y me remueve.
De más está decir, que yo hubiera pagado el sueldo de un año entero con tal de haber tenido la oportunidad de tener una charla sincera como esta en su momento pero, por supuesto, sin cámaras…


https://www.clarin.com/sociedad/video-viral-preguntas-animaste-hacerle_0_rJqAv7Fvmx.html

viernes, 24 de noviembre de 2017

El tiempo, la distancia y algo más...

Hace ya unos cuantos años que mi ex me dejó, con poco contacto al principio y disminuyendo éste con el paso del tiempo.
Cuando él finalmente desapareció, y con él, mis esperanzas de un regreso a corto plazo, es cuando comencé a darme cuenta de verdad que tenía que hacer frente a algo tremendamente doloroso para mí, fue precisamente en ese momento cuando me di cuenta que tenía que afrontar una ruptura sentimental.

Al principio, ilusa de mí, me aferré al hecho de que el tiempo sanaría las heridas. En parte, es cierto. Es el tiempo el que ayuda, pero no solo él.
La lejanía, o lo que es lo mismo, el contacto 0 ayuda muchísimo. El no saber, el no ver, el no tener noticias de ningún tipo… nos hace alejarnos cada día de la que un día fue nuestra pareja. Empiezas a sentirla como una persona extraña, distinta y distante. Nada es lo mismo, todo ha cambiado, y con ello, comienzas a desenamorarte de ella, poco a poco, casi sin darte cuenta.

Sin embargo, a pesar de tener como aliados el tiempo y la distancia, todo esto no es suficiente. Debemos poner de nuestra parte, tener un plan, una enorme fuerza de voluntad para superar la ruptura.
Cierto es que el contacto 0, sobre todo al principio de la separación, supone una tarea titánica para los dejados, y si no, quién no ha tenido tentaciones, al principio, de llamar a su ex cuando sabía que no debía haberlo?, y quién finalmente lo llamó?... Yo levanto la mano en ambas preguntas… Todos hemos caído.
Pero hoy quería hablar de otra fuerza de voluntad: la de salir adelante.

Para personas como yo, que somos unos pesados con el pasado, que nos cuesta asumir los cambios y que nos aferramos a la esperanza con relativa facilidad, dejarnos caer por el agujero negro de la melancolía y la tristeza es sumamente fácil.
En realidad, superar una ruptura sentimental depende en gran medida de nosotros, aunque como ya señalé tiempo atrás también entran en juego otros factores: los motivos de la ruptura (por ejemplo si hubo una infidelidad), las maneras de romper, si la relación se finiquitó para siempre o por el contrario era una relación que rompía y volvía continuamente, los proyectos de futuro que se tenían… y todo lo que se os pueda ocurrir que puede afectar enormemente al dejado en el momento de afrontar la ruptura con éxito.
Pero además de todo esto, entran en juego la capacidad que tenga en dejado para asumir la situación.

Creo que me sería totalmente imposible el poder enumerar las noches largas que pasé llorando aferrada con la única compañía de mi almohada, o los días que me negaba a salir de casa o simplemente no me levantaba de la cama en todo el día. Al principio es normal, pero debemos alejarnos de estas actitudes depresivas cuanto antes.

Debemos obligarnos a salir, aunque no tengamos ganas, aunque sea a dar un paseo, planear alguna actividad que nos motive y nos aleje de la tristeza, aunque sea por un momento.

Debemos trazarnos un plan que debemos seguir a rajatabla. Aunque algunas veces pequemos, no pasa nada, no es necesario autoflajelarse ni castigarse, si no comprender que estamos en un momento de gran debilidad emocional y nos equivocaremos muchas veces. Debemos darnos tiempo para acostumbrarnos y adaptarnos a la nueva situación, y debemos alegrarnos y autofelicitarnos cuando hayamos cumplido el objetivo trazado.

Yo al principio de mi ruptura funcionaba con objetivos a corto plazo. Me decía a mí misma: "esta semana prohibido llamarlo por teléfono", cuando pasaba la semana y veía que no lo había llamado, me autofelicitaba y me ponía otro objetivo: "esta semana prohibido mirar sus páginas de redes sociales"... y así sucesivamente. Como es lógico, muchas veces no cumplía el objetivo marcado y debía repetirlo a la semana siguiente.
Parece una tontería, pero a mí me ayudó. Con el paso del tiempo el no llamarlo por teléfono pasó de ser algo excepcional a ser habitual.

También me obligaba a salir, aunque muchas veces no me apetecía. Requería de una enorme fuerza de voluntad por mi parte, pero a menudo para salir de casa me decía a mí misma que saliese a dar una vuelta, un paseo, y que luego a mi regreso podría hartarme a llorar tirada en la cama.
Lo que hacía era postponer el momento de tristeza, obligarme a salir, a despejarme, y después darme mi momento de penas. De este modo, iba saliendo poco a poco de mi burbuja.

No lo negaré, sobre todo al principio, supuso una tarea titánica, pero os aseguro que dejarnos caer en la tristeza, la nostalgia y la depresión no es la solución.
No podemos esperar que el tiempo y la distancia hagan todo el trabajo, nosotros también tenemos que poner mucho de nuestra parte si queremos superar la ruptura.

jueves, 9 de noviembre de 2017

La espera...

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Esperar, esperar y esperar: Una llamada, un mensaje, un perdón, una charla sincera… Así estuve mucho tiempo, varios años a decir verdad, esperando que llegase algo que nunca llegaba.
Esperando mientras el tiempo pasaba, él rehacía su vida con otra persona y pasaba página de nuestra historia.
Y yo, seguía esperando…
Desgraciadamente, nada de lo que esperé por su parte llegó.

Es sumamente difícil luchar contra las “esperas”, porque forman parte de algo que aún no está cerrado para nosotros. En muchos casos son unas preguntas, en otras una charla sincera, en otras un perdón por parte de la persona que nos dejó.
Esperamos porque no hemos cerrado la historia, pero también esperamos porque mientras lo hacemos, no cortamos los lazos con nuestros ex, es decir, no lo dejamos marchar.
Mientras nos preguntamos una y otra vez si nuestro ex aparecerá, si nos pedirá perdón, si nos dará una oportunidad, seguimos dejando que esa persona siga ocupando nuestra mente y nuestros pensamientos, y de este modo no cortamos con la historia y no seguimos adelante.
De alguna manera, permitimos que esa persona siga en nuestras vidas, es como si la relación no se hubiera roto para nosotros.
La espera nos frena, nos frena en nuestra recuperación y en la reconstrucción de nuestras vidas.

La espera desespera. Yo veía pasar el tiempo, y lo que anhelaba con tanto fervor, con tanta angustia y esperanza, no solo no llegó, si no que me supuso una inversión de tiempo inútil e innecesaria que no me aportó nada en mi recuperación. 
Yo anhelaba una charla sincera entre los dos, ya que yo nunca pude hablar con mi ex una vez ya me había dejado, yo tenía muchas preguntas sin respuestas, y la única persona que podía responderlas era precisamente él. Nunca tuve esa charla.

Invertí tanto tiempo esperando, que me olvidé de mí misma. Cierto era que yo deseaba profundamente tener esa charla con él, con tranquilidad, sin reproches y con respeto, pero me olvidé que tenía que ocuparme de mí y de mi recuperación. Esperando, prescindía de pensamientos positivos, me estancaba en el pasado y no avanzaba y no invertía en mí misma todas las fuerzas necesarias para poder superar con éxito la ruptura. Me olvidé de mirar para adelante, dejando siempre la puerta entreabierta.

“No, me estoy engañando”, me decía una y otra vez cuando me llegaban esas ideas de una posible charla sincera con él. “Se ha ido, no volverá”, “Él no lo necesita”, “Él ha pasado página ya” me decía a mí misma siempre que las ideas de “esperanza” volvían a mi mente, con el único objetivo de alimentar y no romper el lazo con mi ex y con la relación que habíamos tenido.
Era evidente que mi inconsciente me estaba engañando.
Hay que luchar sin descanso con estas ideas, no dejar que nuestro inconsciente nos gane la batalla, hay que recordarle una y otra vez que la decisión de nuestro ex no tiene marcha atrás.
Debemos por todos los medios alejar esas ideas destructivas de nuestra mente porque nos estancan en el pasado.

El tiempo agota. Si, te cansas de esperar lo que tanto anhelas. Ves que el tiempo pasa, y que aquella llamada, aquel perdón... no llega. Te agota. Y buen día, no sin antes la presencia de la tristeza, de la desilusión y la pena, dejas de esperar.
Te invade la tristeza porque ves la realidad, ves que lo que deseas no sucederá, y no te queda otra que aceptar la dura realidad: hay que dejar de esperar y seguir adelante.
Te das cuenta que el tiempo que has invertido esperando a aquella persona, ha sido un tiempo perdido.
A mí me sucedió esperando aquella charla sincera. Lástima que me dí cuenta de ello varios años después de la ruptura...

Cuando por fin aceptas que nada de lo que quieres sucederá y aceptas la situación, es justo en ese momento cuando te quitas un buen peso de encima, y te percatas de que puedes seguir con tu vida, con tu camino. Es un pasito más hacia la recuperación. Creedme, a mí me sucedió.

Luchad contra las esperas, no aportan nada, os hacen perder el tiempo y os estancan. Es una lucha difícil, pero no es imposible.