Recientemente llegó a mis oídos que mi ex ha sido padre.
Cuando recibes esta noticia, aun cuando han pasado varios años desde la ruptura, te inunda un sentimiento de nostalgia y de tristeza.
Sabes que es algo que pasará, tarde o temprano, ya que él, al igual que yo, tiene el mismo derecho a rehacer su vida.
Pero la noticia me llegó y me tocó. Y cometí un gran fallo, uno que hacía tiempo que no cometía, crucé la línea roja, pensando, ilusa de mí, que no me afectaría: investigar en redes sociales.
Comencé por Facebook, y a pesar que siempre él ha sido una persona muy cuidadosa en Internet, pues nunca publicaba nada de su vida privada (ya era así estando conmigo también), si descubrí que se había casado, y evidentemente pude ver a su mujer a quien tiene agregada como amiga, o mejor dicho, a la persona que ocupa el que un día fue mi lugar.
Comprendí que, ese espacio está ya ocupado, y lo está hace tiempo, por otra persona que no soy yo.
Comprendí que, todos los proyectos y planes de futuro que un día fueron de los dos, no solo no se han cumplido, si no que pese al enorme esfuerzo invertido por mi parte, se lo ha llevado otra persona con el más mínimo empeño.
Comprendí que, pese a que el pasado para mí sigue estando bastante presente, para él todo es pasado, un pasado que resolvió sin mayores dificultades por su parte, y sin embargo, a mí me costó enormes sufrimientos y esfuerzos.
Contrariamente a lo que él es, su mujer si publica algunas cosas en Facebook, y así fue como me he enterado de algunos detalles.
Me sorprendió el hecho de no haber sentido odio hacia aquella mujer, es más, me ha parecido una buena persona, una chica bastante sociable y amable. Ella a mí no me ha hecho nada, luego, le guardo todos los respetos que se merece.
Cuando llevaba un rato husmeando, y a la vez que iba descubriendo detalles de la vida ajena, empecé a sentirme angustiada. Percibía que la vida había sido injusta conmigo, pues esa vida que él estaba viviendo con aquella otra persona, era la vida por la que yo había estado luchando durante varios años. Era la vida que yo me merecía como premio a mi esfuerzo, a mi empeño. Y sin embargo, no tenía nada de eso, pues otra persona lo estaba disfrutando, sin haber invertido nada, pues vive en su misma ciudad.
Recordé nuestros planes, nuestros proyectos, que eran esos mismos planes que yo estaba viendo a través de aquellas fotos, pero en lugar de formar parte de ellos, los veía a través de una pantalla de ordenador, como espectador.
Recordé aquellos viajes, aquellos esfuerzos e ilusiones por juntarnos un día en una misma ciudad, para no tener hoy más que cenizas de aquel pasado.
No contenta con eso, continué mi periplo por Internet, y mi siguiente página fue Linkedln. Se ve que en los últimos años ha cambiado bastantes veces de puesto de trabajo, aunque ahora ocupa un buen puesto en una importante empresa de su sector.
Y en ese instante, recordé sus primeros tiempos de estudiante en la universidad, cuando estaba agobiado con algunas asignaturas que no conseguía sacar, y allí siempre estaba yo, apoyándole cuando llegaban los suspensos, animándole a volverlo a intentar. Y felicitándole el día que consiguió aprobar la última asignatura, y por tanto, ya tenía su ansiado título.
Desgraciadamente, tengo la sensación que de eso, él no recuerda nada.
Whatsapp, Instagram, y varias páginas de su pasatiempo favorito hicieron el resto. Y mientras tanto, yo seguía atragantándome y atormentándome por una vida que nunca llegó a ser. Sintiéndome estafada y desilusionada, pero sobre todo, frustrada.
Entre lágrimas y tristezas, me di cuenta que yo estaba envidiando la vida de otros, a través de lo que ellos mismos enseñaban en las redes sociales, es decir, una vida sesgada y filtrada. Y a la vez que me sucedía eso a mí, otras personas envidiaban la vida que tenía yo, a través de las fotos de viajes que había hecho y que yo había colgado en mi perfil. Increíble!.
Cualquiera que entre en mi página de Facebook podría pensar que me paso todo el día viajando y teniendo una vida plena. Nada más lejos de la realidad. Pues tengo momentos buenos y malos como todo el mundo, lo que sucede es que colgamos en la red solo lo bueno, lo feliz. Por eso hace tiempo que ya no cuelgo fotos de nada. No quiero que la gente tenga una imagen de mi vida que no es.
Fue, precisamente en ese momento, cuando me di cuenta que había cruzado la línea roja: el fisgonear su vida. Saltando de página en página, descubriendo e investigando lo que nunca debí haber hecho, pues cada minuto que le dedico a él, es un minuto que me robo a mí, de centrarme en mi vida, en mis proyectos, en mis ilusiones… en definitiva, en mi camino.
Razonándolo fríamente, nada de lo que estaba leyendo y averiguando, me estaba aportando ningún sentimiento positivo, más bien lo contrario, cada vez me sentía peor.
Para qué?, cuál es el objetivo de haberme enterado de su vida?, qué he sacado de bueno en todo esto?, pues sinceramente nada.
Asique volví a mis comienzos: STOP!, y dejé de buscar e investigar, y bajé la tapa de mi portátil inmediatamente.
Lejos de echarme la culpa, de enfadarme conmigo misma, comprendí que me había equivocado, que había cometido un error, y regañándome a mí misma no iba a ayudar a sentirme mejor, y menos teniendo en cuenta el sentimiento de tristeza que todo esto me había dejado. Tenía que animarme y levantarme.
Cometí un error, si, pero eso no me convierte en una persona estúpida o tonta, solo ha sido un error, y nada más. Nada grave.
Lo importante no es cometer errores, o volverlos a cometer, sino levantarse de cada uno de ellos y tener la capacidad de seguir y aprender de ellos, aunque sea tocado.
Asique a respirar profundamente, relajación y a seguir!, que mi camino sigue ahí adelante, lleno de proyectos, de sensaciones y de experiencias nuevas. Vamos, empecemos a dar el primer paso en este camino…