Asumir nuestras propias responsabilidades en una
ruptura, reconociendo nuestros fallos y también nuestros aciertos es de
suma importancia si queremos aprender y seguir avanzando en un duelo.
Quedarnos
solo en lo negativo, hará que nos estanquemos en la culpa, en la
idealización hacia nuestro ex y en la falta de autoestima.
Quedarnos solo en lo positivo, hará que no tengamos una visión realista de la situación, faltando enormemente a la verdad.
Mi
ex, a pesar de haber sido quien me mintió durante varios meses y de
haber tenido malas maneras hacia mí, me hizo sentir terriblemente
culpable de la ruptura.
Nunca me
dijo “es tu culpa”, pero no dudó en sacar a relucir mis errores y mis
defectos, minimizando los suyos restando importancia al hecho de haberme
mentido, incluso, justificándolo.
En realidad, es una trampa.
Como
indiqué en mi anterior post, mi ex nunca se había quejado durante 6
años de determinados defectos que yo tenía, que según parece le
molestaban.
Una noche hablando
por teléfono, cuando ya hacía unos 2 meses que me había dejado, descargó
contra mí todos aquellos comportamientos o ausencia de los mismos que
yo tenía: que era poco cariñosa, que no lo llamaba nunca por teléfono,
que siempre era él quien lo hacía, que nunca le había dicho que lo
quería… Imaginaos la cara que se me quedó a mí, sobre todo cuando al
terminar de cantarme el rosario de quejas lo sentenció con un “pero
bueno, ya da igual, porque ya no puedes hacer nada…”. Claro que no podía
hacer nada, si me lo dice después de haberme dejado.
Desgraciadamente
he de decir que muchas cosas que me echó en cara aquella noche eran
ciertas, por eso me dolieron tanto, pero yo desconocía que lo estaba
haciendo mal, lo estaba haciendo sin darme cuenta.
Aquella
noche me quedé tan paralizada, que no dije nada. Me hubiera gustado
haberle pedido disculpas por ello… Soy humana, también me equivoco.
Por
qué mi ex hizo aquello?, porque nunca me lo dijo?. Sencillo.
Seguramente aquellos defectos que yo tenía le molestaban, pero nunca
demasiado como para romper la relación, no eran un motivo de ruptura,
sino que formaban parte de mi personalidad y él durante años lo asumió
así.
En realidad lo que estaba
sucediendo era que él estaba dejando de quererme, ya no sentía lo mismo
por mí, y esos defectos míos con los que había estado conviviendo
durante años ya no le parecían tan bien, dejó de soportarlos, incluso,
empezaron a molestarle. Pasaron de ser características de mi
personalidad a ser defectos.
Y
por si esto fuera poco, él necesitaba justificar que la decisión que
estaba tomando de romper era la correcta. Necesitaba sobre todo,
justificárselo a sí mismo.
Imaginaos
la situación: llevábamos 6 años y medio juntos, con proyectos de irnos a
vivir juntos al año siguiente, mucho tiempo, muchos viajes, mucha lucha
para mantener la relación. O se rompe la relación por un motivo de peso
o a ver como lidias con eso…
Señalándome
como una persona indeseable, despreciable, fría… minimiza mi valor como
persona, hace que valga menos para él. De ese modo, él no se siente tan
mal consigo mismo por haberme dejado, simplemente porque yo no valgo la
pena.
Esto que os he descrito,
evidentemente él no lo planeó, si no que su inconsciente funcionó de esa
manera para hacer frente a la ruptura.
Todo
este embrollo que os estoy contando evita el tener que afrontar la
temida frase de: “Ya no te quiero”, que hubiera sido lo más fácil, lo
más sensato, pero sobre todo, la verdad.
Contra
un “ya no te quiero” no se puede hacer nada, pero es la realidad, es lo
que hay, y debemos respetar que la otra persona ya no siente lo mismo
por nosotros, no es su culpa, es lo que siente. Y ante todo debe haber
un respeto.
Pero
él también había cometido fallos. Y muchos. El asumir los errores de
cada uno supone el tener que asumir la parte de responsabilidad de la
ruptura que le corresponde, que muchos confunden con culpabilidad. Y él
que deja, inconscientemente, se ve como el malo, como el que rompe y
hace daño a otra persona que muchas veces no se lo merece, y por eso
mismo, ya carga con mucha culpa.
La
culpa es molesta, muy molesta: nos hace sentir malas personas, que
hemos hecho algo mal y merecemos un justo castigo. Algunas personas
cargan con este peso hasta el extremo de sentirse culpables por todo,
otras lo digieren y asumen su parte de responsabilidad en los hechos y
aprenden del error, y otras, sin embargo, no quieren saber nada de
responsabilidades. Sobre todo las personas que tienen un carácter
inmaduro.
Éste último fue mi ex.
Jamás
asumió la parte de responsabilidad que le tocaba, y la mejor manera de
hacerlo fue justificando su actitud y atacando a la otra persona sobre
sus defectos y fallos.
Con frases
del tipo “entre aquella chica y yo nunca pasó nada”, “bueno, de todos
modos, lo nuestro ya estaba muy mal”… justifica lo injustificable y lo
hace sentir mejor, con menos peso por su error.
Esto
que os acabo de contar, seguramente os habrá ocurrido a vosotros
también. Diferentes actores, diferentes palabras y acusaciones,
diferentes situaciones… pero en el fondo es la misma estructura:
Minimizar sus errores y maximizar los nuestros.
Una
ruptura despierta, tanto en el dejado como en el dejador, el
sentimiento de culpabilidad, si a eso le sumamos que nuestro ex nos echa
en cara multitud de errores, el sentimiento de culpabilidad crece como
la espuma, y si no sabemos gestionarlo podemos tener un serio problema
de estancamiento en nuestra recuperación.
La
noche en la que mi ex me cantó el rosario de defectos por teléfono, los
cuales nunca he negado, pues pienso que tenía bastante razón, olvidó
mencionar unos puntos bastante importantes. No lo hizo aquella noche, ni
ninguna otra. En realidad, no lo hizo nunca.
Se
olvidó de mis viajes para verlo unos días. Se olvidó de los proyectos
en común en los que yo tenía que dejar a mi familia, amigos, ciudad,
trabajo… para poder estar con él. Se olvidó que nadie hace eso si no te
quieren. Se olvidó del dinero gastado durante años en gasolina, billetes
de autobús y avión para poder estar con él ni 48Hs.. Se olvidó de las
peleas que yo tenía con mi madre (deteriorando bastante la relación que
yo tenía con ella) para defenderlo a él, a la persona que yo había
elegido. Se olvidó de lo que lo apoyé para que se marchara a otra ciudad
para tener un futuro mejor, aun sabiendo que la distancia (650km. )
sería un gran problema a partir de entonces entre nosotros. Se olvidó
que yo nunca le mentí, nunca lo engañé, fui una persona fiel y leal. Se
olvidó que yo siempre lo apoyé, siempre lo escuché, siempre estuve ahí, a
su lado tanto en su época de estudiante como en su etapa profesional,
apoyándole y dándole los mejores consejos, siempre pensando en su
futuro, en su porvenir, aun muchas veces por encima de mis deseos… Se
olvidó de todo lo que yo había hecho por él y la relación, para sacar a
relucir lo malo y negativo.
Mis
puntos malos ya los sé, ya los conozco, durante años me eché en cara
cada uno de ellos. Ahora es tiempo de ver mis puntos buenos, los
positivos. Debo apartar de mí ese sentimiento horrible de ser una
persona espantosa, despreciable, que no vale nada, porque el valor como
persona no depende de lo que me otorgue mi ex, si no del valor que me
otorgue yo a mí misma.