martes, 23 de enero de 2018

La idealización... (Parte III)

A la tristeza del “te han dejado”, en diversas ocasiones hay que sumar las malas maneras de la persona que te rompe el corazón, y si a eso le añadimos una elevada idealización hacia el ex, os garantizo que tendremos el atragantamiento asegurado.

Ya comenté en mi anterior post que sacaría los trapos sucios, aquellos aspectos dolorosos y terriblemente dañinos de mi ruptura, y también, por qué no decirlo?, de lo que fue mi agónica relación en sus últimos meses.
Es doloroso, os lo puedo asegurar, el tener que tocar aquellos palos que prefieres no recordar, pero a la vez, es necesario. 
Él no lo hizo todo bien, ya lo comenté antes, aunque él quiso venderme lo contrario, y sin embargo, el sacar los trapos sucios, es una herramientas poderosa de desmitificación hacia mi ex.

Durante la relación:

No volveré a contar los detalles, ya que lo he hecho en el anterior post. Pero mi ex llevaba tonteando con otra persona desde hacía algunos meses antes de romper conmigo.
Según él, un antiguo amor de adolescencia que apareció sin él buscarla.
Siempre basándome en su versión (lo nuestro era una relación a distancia y para mí es imposible el poder comprobarlo), solo hablaban por teléfono. Él comenzó a enamorarse de ella, y decidieron quedar a mis espaldas en la primera ciudad de mi ex, aprovechando que ese fin de semana yo me iba de viaje.
Él le confiesa a ella lo que siente, y ella lo rechaza. Esa misma semana mi ex rompe conmigo por teléfono.

En mi caso, no hubo ninguna infidelidad (o eso parece), pero si hubo una deslealtad evidente. Él me mintió, y un tonteo inocente lo llevó demasiado lejos.
Al principio, él se sintió culpable por lo que había hecho. Pero, por increíble que os parezca, le dio la vuelta a la tortilla y llegó a justificarme su actitud, no exento de malas maneras, aludiendo que nuestra relación estaba mal desde hacía tiempo, y que bueno, al final y al cabo, entre ellos nunca había pasado nada más que un tonteo… Siempre me he preguntado qué hubiera pasado si hubiera sido al revés, si la que hubiera tonteado con otra persona hubiera sido yo y no él…

Él sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien, sabía que me estaba engañando, ocultándome cosas, asique me confiesa lo que había estado haciendo para quitarse el peso de la culpabilidad, y justifica la ruptura diciéndome que no está bien que él esté conmigo pensando en otra persona. 
Es evidente que me deja porque ya no me quiere, porque de haber querido seguir conmigo, jamás me hubiera confesado el tonteo que tenía con esta chica.

Los meses previos a la ruptura soporté malas contestaciones por su parte. A preguntas simples, recibía un mal gesto, una mala respuesta.
Siempre justifiqué su actitud, achacándolo a que tenía problemas en el trabajo desde hacía tiempo. Ahora que lo veo desde la distancia, no solo me he dado que cuenta que eso no era del todo cierto, pues además de los problemas laborales él estaba dejando de quererme, sino que además yo no me merecía ese trato.

Recuerdo una tarde en la que yo, cansada de los viajes, de la relación a distancia y viendo que por más que luchaba no conseguíamos juntarnos en una única ciudad, me eché en la cama a llorar desconsolada, sinceramente estaba muy cansada de estar así, llevábamos 6 años y medio… Él, en lugar de consolarme, de apoyarme, de ni siquiera darme un abrazo, lo que recibí fue con una voz distante y fría: “venga!, levántate y deja de llorar que tenemos que irnos a casa de mi madre a comer!”. 
Cuando tiempo después le recrimé su actitud (ya me había dejado), me dijo que no se acordada de aquello, y ni siquiera me pidió disculpas.

Eso sin contar la tarde en la que me soltó con frialdad y hasta con cierto fastidio (no recuerdo de que estábamos hablando en ese momento): “A ti lo que te gusta es que te la metan!”. Y si, me lo dijo en el sentido que estáis leyendo.
Creo que nadie en mi vida me había hecho sentir tan humillada…

Pero si durante los meses previos a la ruptura tuve que soportar este tipo de bajezas por su parte, la ruptura fue mucho peor.

Después de dejarme:

Mi ex solo tenía que esperar una semana para poder plantearme la ruptura cara a cara, es decir, romper como un señor, ya que yo iba a viajar a su ciudad al fin de semana siguiente.
Pero pudiendo utilizar una manera elegante de romper, decidió que lo mejor sería dejarme por teléfono, método cutre, solo superado por un mensaje de WhatsApp… Cuando te dejan por teléfono, te hacen sentir que no vales, que eres poca cosa, que ni siquiera eres merecedor de una charla sincera.
Y si, viendo las maneras que él tuvo conmigo es innegable que yo, para él, no valía mucho, porque de lo contrario hubiera obrado de otra manera.
Puede que no haya tenido las agallas de hacerlo cara a cara, que no haya tenido la valentía suficiente para poder hacerlo, quiero pensar que ha sido por eso…

Tras romper conmigo, estuve una semana insistiéndole de vernos para poder hablar personalmente, me dió muchas largas, pero al final accedió a quedar en la estación de autobuses. Por supuesto, se asegura que la charla no se alargue demasiado: queda conmigo a las 7 de la tarde, y saca el billete de vuelta a las 8… Era un finiquitar rápido en toda regla.
La conversación en realidad fue un monólogo por su parte, malgastó 20 minutos de los 60 que teníamos hablando de su cuñada, de su hermano, del trabajo… Miro el reloj. Solo me quedaban 40 minutos. Viendo que él no tenía ni la más mínima intención de hablar de lo nuestro, le saco el tema de la ruptura y se le cambia la cara. A partir de ahí se pone a la defensiva conmigo. Y empiezan las malas maneras, las malas contestaciones y alza un poco la voz.
Le hice la pregunta más tonta, pero a la vez la más sentida y profunda por mi parte: “Que voy a hacer ahora yo sin ti?...” Os lo juro que se lo pregunté sin pensar. A lo que él no dudó en responderme alzándome la voz y haciéndome un gesto de rechazo: “Y a mí que me cuentas??, ese es tu problema!!”.
Las personas que estaban sentadas alrededor nuestro en aquel bar de la estación, se dieron la vuelta a mirarnos.
Creo que no eran ni las formas ni lo que debía decir en aquel momento. Yo lo estaba pasando francamente mal, y estaba siendo terriblemente cruel conmigo.
Por supuesto, 20 minutos antes de la salida del autobus, cortó la conversación y me dijo que se marchaba. 

Los días siguientes solo hablábamos por teléfono. Y si, tuve que escuchar de su boca un rosario de quejas, quejas que nunca había escuchado en más de 6 años de relación. Fue un “me quito mi parte de responsabilidad” en toda regla, para no tener que asumir la parte que me corresponde. Siempre es más fácil echarle las culpas de todo a los demás.
Me hizo sentir el ser más despreciable, más malvado y miserable, todo, después de lo que yo había hecho por él y la relación durante muchos años.
Se quejó que yo nunca lo llamaba por teléfono, que no era cariñosa ni afectuosa con él, que nunca le había dicho que lo quería, y de un listado bastante extenso que ahora no recuerdo, ya que ha pasado bastante tiempo, pero os puedo asegurar que se despachó a gusto, para finalmente sentenciar con un “pero bueno, ahora ya da igual, ya no puedes hacer nada…”. Y claro que ya no puedo hacer nada, si me lo dices después de haberme dejado…

Durante los 2 meses que mantuvimos contacto telefónico después de la ruptura, yo necesitaba aclarar muchas cosas, muchos puntos que no tenía nada claros. Tenía montones de preguntas sin respuestas, que él ya se encargó de no responderme jamás.
Por supuesto a cada pregunta mía, venía una mala respuesta, con malas maneras y malas contestaciones. Me alzaba la voz, aprovechaba para reprocharme cosas de las que nunca se había quejado, me respondía con evasivas, cambiando de tema, me liaba diciéndome que no sabía si la situación era definitiva o no, si iba a volver o no. Le pregunté millones de veces si me seguía queriendo, a veces me decía que si, otras, que no lo sabía. Dos meses en los que me volvió loca. Hasta que desapareció.

Pasados unos meses, quise retomar el contacto para ver la posibilidad de poder hablar tranquilamente con él y poder aclarar mis dudas. Le hice algunas preguntas, que él no tenía ningunas ganas de contestar.
Le hice la pregunta clave de todo este lío: “has dejado de quererme?”, y su respuesta fue: “que él había tenido la sensación que la que había dejado de quererle había sido yo”. Yo no podía creer lo que estaba escuchando. Lo cierto es que no me quiso dar más explicaciones sobre esta afirmación que a mí me había dejado de piedra, cambió de tema y se fue por las ramas.
A partir de entonces la conversación se torna distante, y le pregunto si está ocupado, si le he pillado en un mal momento, a lo que me responde que está “ocupado jugando con la consola”. No haré ningún comentario sobre esto último, porque creo que sobra y es bastante lamentable.
Después de aquel desprecio, no volví a contactar con él.

Mi ex no lo hizo todo bien, como me quiso hacer creer. Ni fue él tan perfecto, ni yo tan mala.
Me echó en cara montones de cosas, y se olvidó  de todo lo que yo había hecho por él y la relación, para sacar a relucir lo malo y negativo, y así poder justificar su decisión, cuando lo más fácil y sincero hubiera sido que me dijera que me dejaba porque ya no me quería. 

Os he hecho, a modo de resumen, una pincelada de lo que sucedió, aunque pasaron más cosas, pero bueno, esto es lo que más recuerdo y lo que más me dolió en su día.
Creo que si estais en la fase de idealización hacia vuestro ex, es importante que podais hacer una lista de sus errores, de sus fallos, para devolverlo al mundo terrenal de los seres humanos comunes, y bajarlo del pedestal donde lo habeis subido.

Cuando ves las cosas desde otra perspectiva, no solo te quitas un peso de encima, si no que además, estás más cerca de la realidad, y ganas la capacidad de sacar conclusiones reales y valiosas para no repetir en una relación futura. Y sobre todo, aprendes a valorar lo que hiciste, lo que eres y lo que tienes, que seguramente no será poco...

miércoles, 10 de enero de 2018

La idealización (Parte II)

Habían pasado algunos años cuando, un buen día, caí en una obviedad de la que nunca me había percatado hasta entonces, pero que supuso un cambio radical de visión sobre mi ruptura.
Hasta entonces, yo había asumido el 100% de responsabilidad, o mejor dicho, de culpabilidad sobre mi separación.
Yo creía que era un ser despreciable, horrible, que no valía, y que mi ex, harto de mí, había decidido dejarme.

Este buen día llegó una tarde mientras estaba en el gimnasio. Yo me sentía terriblemente angustiada y agobiada aquel día, me faltaba el aire, no podía respirar, era una de aquellas tardes en las que no paras de darle vueltas a lo mismo, sin encontrar ninguna respuesta a tus preguntas, ninguna solución a tu sufrimiento.
Cuando de repente, una ventana se abrió en mi mente y entró aire fresco. Y lo hizo a modo de pregunta: “Por qué tienes que cargar TÚ con toda la responsabilidad?”, acaso, él no cometió fallos…?”.
La pregunta parecía obvia, pero es que yo hasta entonces no me lo había ni siquiera cuestionado.
Justo cuando la pregunta entró en mi cabeza, me detuve a pensar, y a partir de entonces fui capaz de analizar la ruptura desde otro prisma, desde otro ángulo diferente. Fue justo en ese instante, cuando me di cuenta que solo había visto una parte del todo.
Y si, él también había cometido fallos, y muchos. Y yo no lo había hecho tan mal como él me había hecho creer.
Presa de la idealización con la que había envuelto a mi ex, asumía que él no se había equivocado, él, como ser perfecto y maravilloso.

Lo cierto fue que en aquel momento, vinieron a mi mente episodios tristes de mi ruptura, momentos tristes y lamentables provocados por él, que chocaban de bruces con la imagen que yo tenía de mi ex. En apenas unos minutos, la idealización que yo tenía de él se cayó como un castillo de naipes.

Recordé la noche en la que él me llamó por teléfono para dejarme y confesarme que llevaba meses tonteando con otra persona. Tiempo después, me enteré que estando aún conmigo, unas 2 semanas antes de dejarme, aprovechó un viaje que yo había hecho con unos amigos, para quedar con ella a mis espaldas.
Sabiendo que yo estaría con mis amigos pasando el fin de semana lejos de casa, se aseguraba de este modo que no nos pudiéramos ver y así él podría quedar con ella con tranquilidad. Lo había planeado todo para que yo no me enterase.
Yo nunca di importancia a este episodio, hasta aquella tarde en el gimnasio.

Sé que nunca he contado en el blog las cosas que de su boca salieron, las palabras tan duras que tuve que escuchar de sus labios una vez me dejó, y si, lo haré, debo hacerlo, aunque me duela, para poder dejar de idealizar a la persona a la que tanto he querido, pero lo dejaré para un próximo post.
Porque si, él fue lo bonito, lo cariñoso, lo bueno, lo maravilloso y estupendo… pero también fue lo amargo, lo triste, lo duro. Y no debo perder de vista esta última imagen de él. Porque él es todo, lo bueno y lo malo. No es solo el ser perfecto que he creado en mi mente.

Tiempo más tarde, haciendo limpieza en mi habitación, encontré un fajo enorme de billetes de autobús que yo no era capaz de coger con una sola mano. Los billetes de mis viajes de mi ciudad a la suya.
Yo por aquel entonces, tenía la costumbre de guardar los billetes, quizás faltase alguno, pero seguro que estarían casi todos. Ellos son la prueba irrefutable que yo había dado mucho en la relación, viajando prácticamente todos los fines de semana, 250Km. De idea, y 250km de vuelta los primeros años, para pasar tiempo después a 650km.
Yo siempre estuve allí, nunca lo abandoné. 

Jamás olvidaré aquella tarde, cuando ya habían pasado algunos años desde que me dejó, sentada en el suelo de mi habitación, con los billetes entre las manos, llorando de tristeza y de rabia, por mi incapacidad a ver mi parte y por lo poco o nada que él valoró de mí: el esfuerzo, aquellos viajes, el dinero y el tiempo invertidos, (todo ello para no pasar junto a él ni 48hs. ), las peleas con mi madre por defender a la persona a la que yo había elegido, mi proyecto de futuro de dejar mi ciudad, mi familia y amigos para construir una vida en común junto a él. Eso no lo hace nadie que no te quiere. Y yo lo hice.

A dónde quiero ir a parar con todo esto?. Pues que es posible bajar del pedestal a nuestro ex, y devolverlo al planeta de los seres humanos comunes.
Una vez que hayamos detectado que estamos idealizando a nuestro ex, y seamos totalmente conscientes de ello, debemos reflexionar sobre los errores que ellos cometieron, pero también las cosas buenas que nosotros hicimos.
Una lista es una buena opción (escrita o mental), señalando en qué puntos se equivocaron ellos durante la relación y después de ella, y lo mismo aplicarlo a nosotros.
A mí me costó mucho tiempo el poder ver cosas malas de él, no me fue fácil, debido a que la idealización me cegaba hasta tal punto, que sólo era capaz de ver las cosas malas de mí.
Os puede llevar varias o semanas o meses descubrir sus errores y vuestras virtudes, pero el resultado merecerá la pena, porque seréis capaces de ver la ruptura desde un ángulo diferente.

Analizando las maneras que tuvo de dejarlo, los motivos que nos dieron, como se comportaron con nosotros mientras estábamos juntos… podremos ver muchos detalles que nos abrirán los ojos, y nos ayudarán a dejar de ver a esa persona como alguien perfecto. Pero también debemos aplicarlo a nosotros mismos, valorando y analizando lo que hicimos durante la relación y después de ella.
Sé de sobra que es remover cosas del pasado, remover porquería que huele mal, pero es que seguir idealizando al ex nos está estancando en nuestro avance, no nos deja cerrar la puerta de una relación que se acabó.
No se trata en ningún caso de auto flagelarse, si no de ver las cosas buenas y malas de cada uno, poniéndonos a nosotros y a nuestro ex en el lugar que corresponde de realidad, intentando ser lo más objetivos posibles.

Cuando se analizan en profundidad las situaciones, siempre desde la butaca cómoda de la distancia, se llegan a conclusiones interesantes, que nos pueden ayudar a dar un pasito más hacia nuestra recuperación y, sobre todo, a no repetir los mismos errores en otra relación futura.

miércoles, 3 de enero de 2018

Feliz año nuevo!

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A través de este post os quería desear un muy feliz año a todos.
Sé que el 2017 no habrá sido un buen año para muchos, algunos porque habrán tenido que afrontar una difícil ruptura, para otros, porque no terminan de digerirla.

Sé que para muchos, el 2017 habrá sido un año amargo, de desilusiones y de soledad.

Pero pensad que el año 2018 puede representar una nueva oportunidad para comenzar de cero, para encontrar un camino nuevo en nuestra vida y nuevas oportunidades.
Dejad atrás este mal año y mirad este nuevo con ilusión y con posibilidades de dar un giro de 180º a vuestra vida. Cambiad la visión que tengais de este complicado año, para ver el futuro de otro modo.

Como ya os comenté en un post anterior, superar una ruptura sentimental depende en gran medida de nosotros mismos, también otros factores externos juegan un papel importante, pero por lo menos lo que si depende de nosotros, que nos ayude a avanzar, a salir adelante y a crecer.

Un saludo y un abrazo muy grande!.
Natassha.

viernes, 29 de diciembre de 2017

La idealización... (Parte I)

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Inteligente, sensato, sociable, siempre con la palabra precisa en el momento adecuado, una persona de ideas muy claras, guapo, alto, con grandes capacidades, cariñoso... así veía yo a mi ex.
Si bien lo veía así cuando estábamos juntos, cuando él me dejó estos sentimientos se acrecentaron exponencialmente.
Estando con él, yo tenía la sensación que no podía tener más suerte en la vida de poder estar con una persona como él. Me había tocado el Gordo de Navidad!. Llegaba incluso a pensar que una persona como yo no merecía tener a su lado a una persona como él. Y cuando me dejó, tenía la sensación de haber perdido un diamente en bruto, un lingote de oro de valor incalculable.
Así tuve que digerir mi ruptura, con la sensación de una enorme pérdida, imposible de reemplazar.

Realmente él era así?, que me estaba pasando?. Pues, que estaba idealizando a mi ex.
Durante una relación, hasta cierto punto es normal idealizar a la pareja, simplemente porque estás enamorad@ de esa persona, y los defectos se minimizan.
Pero las personas no somos perfectas y todos, absolutamente todos tenemos defectos.  Créeme que tu ex no está exento de ellos.
Durante nuestra relación yo lo tenía idealizado, sobre todo al principio, y después comencé a ver defectos en él, que si bien no me gustaban convivía con ellos porque desde mi punto de vista no eran graves y porque partía del hecho indiscutible que él era ante todo un ser humano.
Este proceso que acabo de describir debería ser el normal en las parejas, primero idealizar bajo los efectos del enamoramiento inicial para después dar paso a una visión más realista de esa otra persona. 
Aprender a convivir y aceptar los errores del otro son esenciales para que una relación sana funcione.

Cuando él rompe la relación, esa idelización se multiplicó por 10. Simplemente dejé de ser ver esos defectos que él tenía. Que está pasando aquí?.

1. Falta de autoestima. Partiendo de la base que los dejados muchas veces podemos sufrir una baja autoestima por la ruptura, se puede aplicar la fórmula matemática del más es menos: él/ ella es más (idelización), pues yo soy menos.
Cuanto más ensalce a mi ex, cuanto más alto lo ponga en un pedestal, más pequeñ@ soy yo, más insignificante, menos valioso soy.
Cuanto más alto esté mi ex, más bajo estaré yo, y así seguiré alimentando mi falta de autoestima.
Al final tendremos la sensación que nuestro ex tenía razón en habernos dejado, porque somos poca cosa, no merecemos estar con una persona como ellos.

2. Recordar la ausencia. Mi inconsciente me recuerda una y otra vez lo que he perdido. Y lo hace recordándome lo tan valioso que ya no tengo.
Mi inconsciente me juega malas pasadas, y me recuerda que esa persona ya no está, y lo hace haciendo hincapié en el agujero tan grande que me ha dejado su lejanía.

3. La culpabilidad. Partiendo del hecho que los dejados nos sentimos muy a menudo culpables de la ruptura, el idealizar a la ex pareja nos hace sentir más culpables aún.
Como ellos son tan perfectos (desde nuestro punto de vista), no se habrán equivocado en tomar la decisión de romper la relación con nosotros.
Nos vemos como personas indeseables, molestas y principales responsables de la ruptura, como por ejemplo pensar que nos dejó porque no fuimos lo suficientemente atentos en la relación, o cariñosos o divertidos, mientras que ellos parece que no han tenido ninguna responsabilidad sobre la relación o la ruptura. Les quitamos esa parte de responsabilidad que es de ellos también para asumir nosotros la culpabilidaad de la separación y así seguir alimentando nuestro sentimiento de culpables.
No es raro que no asumamos que la otra parte también tiene buena parte de responsabilidad sobre el funcionamiento de la relación, concretamente el 50%.

4.  Idealizar la relación. Es evidente que si nos han dejado era porque la relación no iba bien. Puede que no lo hayamos querido ver, pero el que deja siempre da señales.
Cuando estamos dentro de la relación es difícil ver los fallos que hay, y sin embargo, una vez fuera de ella, lo vemos todo con gran claridad.
A mí me pasó, y cuando había transcurrido bastante tiempo desde la ruptura, me pregunté una y otra vez cómo era posible que yo no hubiese visto su frialdad, su distanciamiento?...
Al igual que idealizamos al ex, también idealizamos la relación.

5. La idealización me impide cerrar la puerta. Mientas idealizo a mi ex, y pienso en lo maravilloso que fue, lo guapo que era, lo inteligente que parecía... estoy evitando cerrar una puerta de un pasado que ya no es. Sigo teniendo presente a mi ex en mi vida, y esto me impide rehacer mi camino.
Cuanto más lo idealice, más impediré que otra persona entre en mi vida, porque ningun@ será tan bueno, tanto guapo, tan inteligente... como mi ex.
Es evidente en este caso que la ruptura no está superada y aun quedan flecos por cortar. 

6. Nos dejan huella las emociones más intensas. Seguramente no recuerdes que comiste ayer, pero si recuerdes el primer beso que te dió tu ex, o aquella tarde tan romántica de paseo mientras compartían confidencias, o el día que te dejó... Siempre recordamos aquellas experiencias y sensaciones intensas, son las que más huella nos dejan, y extrapolamos las cualidades y las emociones vividas, idealizando a la otra persona y a la relación.
No es raro deformar la realidad que vivimos mezcladas con las sensaciones que obtuvimos de aquellas experiencias, y esto engloba a nuestro ex y a nuestra relación.

Es sumamente fácil caer en la idealización y sumamente difícil salir de él. Yo lo sufrí durante mucho tiempo. Tuvieron que pasar unos cuantos años para darme cuenta que estaba atrapada en una trampa que yo misma había creado y que no me dejaba seguir avanzando en mi recuperación.
Es importante poder reconocer cuanto antes esta sensación para poder seguir avanzando. Os aseguro que no es fácil salir de él y que supone un enorme esfuerzo por nuestra parte, pero no es imposible.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Lo que queda...

Mi ruptura se produjo hace ya unos cuantos años, y creo que me encuentro en una situación de tal lejanía emocional y física de mi ex, que me veo lo suficientemente preparada como para poder hacer un análisis profundo y objetivo de cómo me encuentro a día de hoy.
No es fácil, de hecho llevo tiempo postergando este post, ya que me es difícil y duro hacer un balance de estos últimos años de mi vida, tanto dentro de la relación como fuera de ella.

Haré un breve resumen de lo que fue la relación con mi ex para que podáis entenderme:
Nuestra relación nunca fue fácil. Estuvimos juntos 6 años y medio, siempre fue una relación a distancia. Los primeros 4 años vivíamos el uno del otro a unos 250Km., de distancia, lo que me permitía ir a verlo prácticamente todos los fines de semana. Cuando él terminó sus estudios, se marchó a trabajar a otra ciudad, a unos 650Km., lo que imposibilitaba que yo fuera a verle muy a menudo. La idea era que yo me fuese allí a vivir con él. Y es precisamente aquí cuando la relación empezó a deteriorarse.  Él comenzó a estar distante conmigo, yo no lo veía muy entregado en la relación… pero yo iba conviviendo con eso poco a poco, tampoco podía saber hasta que punto la relación se estabaaa deterionarndo o era un tem de vernos menos por la distancia mayor que teníamos. 
Hasta que un año antes de que yo me trasladase a vivir con él, me llama por teléfono y me dice que me deja porque lleva meses tonteando con otra persona a mis espaldas, incluso, llegó a quedar con ella.

Mi relación con él fue muy bonita, con mucho cariño, respeto, con muchos proyectos de futuro. Todo lo hablábamos, nunca discutíamos. Yo lo quería con locura, hasta el punto de tenerlo totalmente idealizado, cosa de la que me di cuenta una vez me dejó. Yo sentía que no podía tener más suerte en la vida por estar con él, que me había tocado el Gordo de Navidad, el Sorteo del Niño y el Euromillón juntos… Yo pensaba, incluso, que estando con él tenía más de lo que yo realmente me merecía, que una persona como yo no podía tener a su lado a una persona como él: inteligente, interesante, tranquilo y sereno, de ideas claras, siempre con la palabra precisa en el momento adecuado, un chico muy atractivo y llamativo, que sabía lo que quería en la vida… y además de todo esto, él quería estar conmigo, crear un proyecto de vida a mi lado.
Nos conocimos siendo muy jóvenes, la primera relación seria para ambos, y con la típica ingenuidad de la juventud, en la que sueñas, vuelas e imaginas junto con alguien que te acompaña en tus fantasías.

Sin embargo, todas estas vivencias durante la relación se quedan empañadas por la sombra de la ruptura. De hecho, cuando pienso en mi ex, lo primero que viene a mi mente es la ruptura, más que la relación en sí. Siendo sincera, escribiendo este post, tengo que hacer un gran esfuerzo para poder recordar los momentos cuando estábamos juntos, porque no me vienen solos. O dicho de otro modo, sobre mi inconsciente prevalece más lo negativo que lo positivo.
Para mí la ruptura ha sido muy traumática, un episodio muy traumático en mi vida. Un día lo tenía todo, y al día siguiente no solo había perdido a mi pareja, sino también unos proyectos, unas ilusiones, un futuro en común.

Qué me ha quedado de todo esto?, pues para empezar, una enorme decepción. En mi caso, una decepción por partida doble.
En primer lugar, y partiendo del halo de idealización que yo tenía a mi ex, su comportamiento durante la ruptura dejó bastante que desear. Siendo como él era, o mejor dicho, como yo lo veía, me esperaba otra cosa de él. En el momento de la ruptura yo no era capaz de crear un hilo conductor entre la persona que me dejaba y con la que había estado más de 6 años de relación. Era simplemente incapaz de poder hacerlo porque no encontraba ninguna conexión entre ambos: las maneras, las cosas que me dijo...
En segundo lugar, una decepción enorme porque después de 6 años de relación a distancia, en la que siempre era yo la que viajaba, pues perdí la cuenta de los kilómetros y kilómetros que hice aquellos años, la inversión de tiempo y de dinero, la lucha continua para mantener la relación sin bajar ni una sola vez los brazos, además de albergar la esperanza, la ilusión y el sueño, que algún día pudiéramos labrar un futuro en común, para finalmente recibir como premio a mi esfuerzo una buena patada en el culo.

Qué me ha quedado de todo esto?, pues el preguntarme una y otra vez si esta relación ha merecido realmente la pena. Honestamente, no lo tengo claro. Teniendo en cuenta lo feliz que fui a su lado y lo desgraciada que fui después que me dejó, creo que ha sido una de cal y otra de arena, como se suele decir, y me gustaría poder explicarlo a continuación.
Han sido muchos años de felicidad a su lado, de experiencias vividas y compartidas, lo que me ha aportado mucho a mi saco de vivencias personal, pero también mucho tiempo de ruptura y de dolor, que no justifica ni mucho menos todo lo invertido en la relación.
Aunque es evidente que ese dolor también me aportó mucho a nivel personal, pero como os comentaba antes, me pesa más la parte negativa que la positiva en todo esto, es decir, me ha dejado más huella lo malo que lo bueno, o lo que es lo mismo, me pesa más el tiempo de duelo que la relación.
Y es aquí cuando yo me pregunto si todo esto ha merecido la pena, si 6 años de relación a distancia me han dejado algo valioso.
Si tuviera que valorar algo, creo que sería la experiencia de vida que me dio la ruptura, incluso más que la relación en sí. A través de la ruptura aprendí mucho, me conocí más a mí misma, maduré como persona y crecí.
A través de la ruptura me di cuenta de mis miserias, de lo que fallaba, no solo como pareja, sino también como persona, muchos defectos que yo tenía los he cambiado, y sentirme más auténtica y más “yo-misma” que nunca, porque ahora soy más transparente con lo que quiero y deseo.
La ruptura me dio la capacidad de ver las cosas buenas dentro de las malas. Como os decía antes, me cuesta saber si esta relación ha merecido realmente la pena en mi vida, porque pese a lo mal que lo pasé, a la decepción de lo perdido, también soy capaz de ver lo que me aportó esta ruptura. Y ahí es cuando viene una de cal y otra de arena.

Qué me ha quedado de todo esto?, pues un sentimiento muy ambiguo hacia mi ex.
Yo a mi ex lo he querido con locura, lo veía como a un tesoro dentro de la idealización que yo tenía de él, ha sido la persona a la que más he querido y por la que más he dado en mi vida, ofreciéndole todo lo que tenía y apostando por él sin condiciones. Pero a la vez, ha sido a la persona que más he odiado. Y no me avergüenza decirlo.
A lo largo de esta ruptura, le he deseado lo peor, que le sucedieran cosas horribles, que sufriera lo mismo que había sufrido yo, y sintiera el dolor, la decepción, y la tristeza que yo había tenido durante tanto tiempo, aun cuando tener esos sentimientos me hacía mucho daño a mí misma, y he llorado y he sufrido mucho por haberlos tenido porque me sentía una persona horrible, pero tampoco podía evitarlos...
Él es una persona ambigua para mí, porque la he querido y odiado a partes iguales: dos caras de una misma moneda. Por eso, y porque compartí muchos años con él, nunca será para mí una persona indiferente, por mucho que yo lo desee.
Jamás me imaginé que pudiera odiarlo lo que lo odié. Jamás. Y sin embargo, me sucedió…
Ahora que ha pasado el tiempo, y bastante tiempo a decir verdad, es evidente que ya no lo quiero, que no lo necesito y que no lo quiero a mi lado, ni como pareja ni como amigo (algo que él planteó al poco de dejarme).
Siento que es una persona que ha pasado por mi vida, una persona muy importante, pero que se marchó por decisión propia y ya no está, dejando tras de sí una huella imborrable de felicidad, de tristeza, y de aprendizaje a partes iguales, tal y como os explicaba antes.
Ojalá pudiera decir que lo que me ha quedado ha sido un cariño profundo hacia mi ex, un agradecimiento inmenso por todo lo que me dió, por lo vivido y compartido juntos, que también, no lo niego, pero no puedo despegar de ese sentimiento de cariño y respeto, al gran dolor sufrido durante el duelo que lo acompaña.

Que me ha quedado de todo esto?, pues una gruesa cicatriz. La ruptura la tengo superada, y sin embargo, cuando recuerdo los duros momentos vividos, se me hace un nudo en la garganta. No puedo evitarlo. Forma parte de mi pasado, y no puedo cambiarlo.
No me entristece el no estar ya con él, ni el haberlo perdido para siempre, ni el no tener ya la relación que manteníamos llena de cariño y respeto, sino el haber tenido que pasar por un duro camino lleno de espinas, de senderos llenos de fango que ha sido el duelo para mí.

Que me ha quedado de todo esto?, la sensación que mi duelo fue demasiado largo en el tiempo. 
No sé si no lo supe gestionar bien, si fue el hecho de haber invertido tanto esfuerzo para mantener la relación a flote, las maneras de dejarme, los motivos que me dió, el no haber podido tener nunca charla sincera con él, la enorme decepción que me llevé cuando el rompió conmigo... no sé si fue un motivo de ellos, ninguno, algunos o todos a la vez lo que hicieron que mi duelo fuese eterno.
Estoy segura que de haberlo superado más rápido, no hubiera dejado en mi esa profunda huella de haber sido la experiencia más traumática de mi vida.

Que me ha quedado de todo esto?, pues el sentimiento de haberlo pasado francamente mal para poder superar la ruptura, pero también veo la nueva oportunidad que se me ha presentado de rehacer mi vida.
Estoy escribiendo, desde hace tiempo ya, mi nuevo camino en la vida, con mis tiempos, cubriendo mis necesidades, mis gustos, y con el convencimiento de haber vencido al duelo, de haberlo superado con mi esfuerzo, mi tesón y mi trabajo duro.

Aunque sufrí mucho después que mi ex me dejó, no es menos cierto que al final del túnel, si, si que hay luz, pero hay que trabajar duro y poner mucho de nuestra parte para ser capaces de llegar  a ella, y construir nuestro propio camino con la lección aprendida y aceptada.
Lo que queda al final del todo, una vez superado el dolor, la angustia y la tristeza, es el haber vencido, el sentirse ganador pese haber sido la parte dejada. Por fin, ser libre.