“Bueno, por lo menos te ha dejado que rehagas tu
vida…”. Esta frase la escuché a modo de agradecimiento hacia mi ex no
una, sino varias veces por parte de gente cercana a mí cuando yo les
hablaba sobre mi ruptura. Como una nueva oportunidad para mí, como un
halo de esperanza para comenzar de nuevo, o como una puerta abierta a
una nueva vida después de la ruptura.
Parecía
que yo tenía que estar agradecida por esta nueva oportunidad que me
había regalado la vida, o mejor dicho mi ex, cuando yo en realidad no
quería nada de esto.
Es evidente
que la gente no lo decía con mala intención si no que querían ayudarme,
darme un empujoncito para avanzar en mi recuperación, sin embargo en mí,
aquella frase producía el efecto contrario.
Yo nunca elegí estar aquí,
tener que ser dejada y tener que afrontar una ruptura. Fue mi ex quien,
rompiendo la relación conmigo, me empujó a elegir otro camino distinto
en mi vida que yo no quería tomar. Yo quería estar a su lado, formar una
familia y tener un futuro en común. Está claro que él no, o por lo
menos no lo quería conmigo (y lo respeto).
Yo
a él no le debo nada, más que los bonitos momentos compartidos, lo que
me enseñó y me aportó como persona durante el tiempo que estuvimos
juntos, pero desde el primer momento que él decide romper la relación ya
no le debo nada. Lo que me ofreció no fue una nueva oportunidad en mi
vida, si no la única opción que yo tenía que no fue otra que seguir mi
camino sin él.
En realidad él no me deja para que yo rehaga mi vida, si no para que él rehaga la suya.
Que yo rehaga mi vida a mi ex no le importa y está claro que no es el
objetivo principal de dejarme, sino un daño colateral de tomar dicha
decisión. A mí no me quedó otra, no tuve otra opción más que superar la
ruptura con mucho dolor y seguir mi camino, me gustase o no, por eso
cuando me soltaban aquella frase me sentaba francamente mal, simplemente
porque yo no tenía alternativa, no tuve ninguna otra opción que no
fuese continuar con mi vida sin él.
A
mí mi ex jamás me preguntó que me parecía si nos separábamos, si lo
veía bien o me parecía la decisión correcta. Él simplemente descolgó el
teléfono y rompió la relación, sin que mi opinión contase para algo,
pese a ser el 50% de la relación… Aquí lo que yo pensase, sintiese o
creyese no contó para nada.
Por
eso aquella frase me dolía tanto… porque parecía que tenía que
agradecerle el haberme dejado, parecía que yo le debía algo después de
todo….