viernes, 17 de febrero de 2017

El mensaje

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Comenté en un post anterior que había pasado unas fiestas navideñas bastante duras, por un lado por la enfermedad de un familiar y por otro por un hecho que ocurrió el día 1 de enero.

Aquella noche, la pasé en casa con mi familia. Todo normal, aunque con la preocupación evidente por el estado de salud de mi familiar que parecía estancarse.
Cenamos, hablamos, jugamos al bingo y la pasamos bien.

Como es normal en esa noche, las líneas de móviles se colapsan por el gran número de mensajes. A mí me pasó, de hecho recibí montones de mensajes de golpe felicitándome el año nuevo con bastante tiempo de retraso.
Compañeros de trabajo, conocidos, familiares... todos me mandaron sus respectivas felicitaciones vía Whatsapp.

Además de los Whatsapp, en mi pantalla del móvil apareció un símbolo de mensaje de texto.
Helada, estupefacta, sin palabras... me quedé cuando vi que el mensaje era de mi ex.
Si, habéis leído bien. Mi ex me mandó un mensaje para felicitarme el año nuevo.

Me dejó hace ya varios años, no hemos mantenido ningún tipo de contacto durante este tiempo, y después de tanto silencio, aparece de la nada y me manda un mensaje para felicitarme el año...

En el mensaje me decía que me deseaba que pasara una buena noche y que tuviera un buen año.
Era un mensaje escueto, que denotaba cierta tristeza, o por lo menos fue lo que me pareció a mí.
En ningún momento me pregunta nada, ni que tal estoy, ni como me va la vida, ni como me va después de tanto tiempo.
El mensaje únicamente pone lo que os he comentado.

No lo voy a negar: no me lo esperaba.

A raiz de este mensaje pasé la noche bastante melancólica, eso sumado a que mi familiar por aquel entonces aun seguía ingresado en el hospital con un mal pronóstico.

Yo, pese a todo, lo tuve claro desde el principio: no responder. Tampoco me preguntaba a mí nada y yo no quería pasar nuevamente por el trago amargo de responder y no recibir respuesta por su parte, algo que ya me había ocurrido varias veces con anterioridad.
Me dije a mí misma que si él quería contactar de verdad conmigo lo volvería a intentar ante mi silencio. De lo contrario sería una intentona por su parte sin grandes expectativas.

Con el paso de los días, me di cuenta que el haber recibido aquel mensaje me había hecho más daño de lo que yo había pensando en un primer momento.
A mí vinieron los recuerdos de la primera etapa de la ruptura, en la que recibía mensajes suyos y yo respondía y no volvía a saber nada más de él. La sensación de desesperación al ver que le importaba tan poco, que ya no me quería y que lo único que recibía por su parte era un silencio.
Y también, por qué no decirlo?, el sentimiento de verme como una persona tonta que respondía siempre a los mensajes sabiendo que, probablemente, no me iba a responder, pero él me tenía tan a su merced que yo respondía una y otra vez...
Volvió la sensación de tristeza, al constatar que, efectivamente, ya éramos dos desconocidos. No sabíamos nada de la vida del otro, a pesar de haber vivido y compartido tanto en el pasado.
Nos habíamos convertido en auténticos extraños
Un simple mensaje de móvil me hizo ver lo lejano que está, lo extraño que me es él ahora. No sé quién es la persona que estaba al otro lado del teléfono, y que en un momento dado decidió teclear un mensaje para mí. Un mensaje que en el pasado era lo más habitual del mundo, pero que ahora se ha convertido en algo tan excepcional que me soprendió el haberlo recibido. 

También me sentí vulnerable, al ver que un simple mensaje me había hecho tan frágil, porque me sentía triste, y revuelta, no como al principio de la ruptura, pero si desestabilizada emocionalmente.
Seguramente para él aquel mensaje no le habrá supuesto más de 2 minutos el haberlo redactado, y sin embargo en mí, tuvo un efecto durante varios días. 

Después de la melancolía, llegó la desilusión al ver que ni siquiera se molestó en preguntarme que tal estaba tras el tiempo transcurrido. Tanto compartido, tanto vivido... para que después no sea ni capaz de decirme "Qué tal?, cómo estás?".

Como yo ya me imaginaba y esperaba, de la misma manera cómo apareció, desapareció sin más. No volví a recibir noticias suyas.
Yo me quedé con la sensación de no saber que era lo que quería, y porqué había vuelto. Sin embargo, una vez pasaron las semanas, comprendí muchas cosas y me alegré de haber actuado como lo hice: con mi silencio, que es el arma más fuerte que tengo contra el daño que él me pueda hacer. 

El duelo por la ruptura ha hecho de mí una persona diferente, más fuerte, con una visión de las cosas desde otra perspectiva. He madurado, he crecido, he aprendido, y él no me tendrá a su merced siempre que le plazca.

domingo, 12 de febrero de 2017

Las comparaciones nunca fueron buenas... (Parte III)

Esto no es una competición.
Sé que a más de uno le habrá pasado, a mí también, el sentirse desdichado al ver que a tu ex le va divinamente mientras uno va a golpes con la vida…
Pero esto no es una competición. El vivir pendiente de la vida del otro nos hace desatender nuestras necesidades y nuestra propia vida. Como siempre, lo mejor es no saber nada de ellos, si les va bien o mal, es asunto suyo.

En función de las posibilidades, de la suerte, de las oportunidades... cada uno va eligiendo su camino en la vida, nuestro ex también lo hace. 
Quizás el camino que habrá tomado es mejor que el nuestro, las cosas le van mejor que a nosotros, pero eso no es asunto nuestro. No convirtamos esto es una competición de a ver quien le va mejor, porque de lo contrario seguiremos enganchados a esa persona.
La vida no es una competición, es el seguir un camino, disfrutarlo, aprender, rectificar, volver atrás, seguir adelante... y cada uno elige el suyo. 
Debemos asumir que esa persona ya está fuera de nuestra vida, y debemos romper lazos cuanto antes. Haga lo que haga no es asunto nuestro.
Nosotros debemos concentrarnos en nosotros mismos, en nuestras aficiones, nuestras amistades, porque nadie más lo hará. 

Parece que el compararnos con la vida de nuestro ex, nos ayuda a reforzar la idea de "soy un desdichado porque mira que bien le va a él/ella".

Si al enteraros que las cosas les va maravillosamente mientras vosotros no levantáis cabeza os produce rabia, tristeza, frustración…, por favor, alejaos de ellos, evitad a toda costa recibir noticias suyas, os hacen daño y no os aportan nada más que dolor.Y esa una buena manera de romper lazos con esa persona y seguir nuestro camino.

En el fondo se esconde la frustración.
Detrás del querer compararse con el otro se esconde la propia frustración de uno mismo con su vida.
Cuando uno es feliz, no tenemos ninguna necesidad de mirar la vida de los demás, disfrutamos de nuestra vida, de nuestro momento, de nuestras vivencias...
Cuando miramos la vida de nuestro ex, realmente crees que te ayuda?, crees que te está aportando algo?, crees de verdad que te ayudará a salir adelante?. Yo creo que no. Nos estamos haciendo daño a nosotros mismos, no nos aporta nada, no nos ayuda a crecer, a conocernos a nosotros mismos, a avanzar en el duelo.
Yo tenía una frase que me ayudó mucho en su día: “Cada minuto que le dedico a él, es un minuto que me robo a mí”. 

No debemos hacer cosas que no nos aportan, que no nos ayudan a superar el duelo de la ruptura. Y seguir pendiente de la vida de nuestro ex es una de ellas.

La mejor manera de evitar la frustración en nuestra vida, es, en primer lugar dejar de estar pendiente de la vida de nuestro ex.
Al principio es difícil, pero debemos prohobirnoslo tajantemente. Incluso si sentimos unas ganas tremendas de fisgonear en sus perfiles sociales, lo mejor es cortar la situación, algo que nos despeje la mente, como dar un paseo, ordenar un armario... lo que se os ocurra. Pero lo importante es controlar nuestra mente y no dejar que tome el control de la situación.

Y también muy importante es empezar a enriquecer nuestra vida con vivencias que nos aporten y nos hagan sentir felices.
Ir al gimnasio, practicar una nueva actividad, hacer senderismo, apuntarse a un curso de idiomas... Lo que sea que nos haga sentir bien, que nos aporte y nos haga desconectar de vigilar la vida de nuestro ex.
Enriqueciendo nuestra vida, evitaremos fisgonear la de los demás, sobre todo la de nuestro ex, y haremos nuestra vida más interesante y rica para nosotros.