Una ruptura de pareja puede suponer, y mucho, una merma en nuestra autoestima. No solo te han abandonado, si no que la otra persona a la que has amado y por la que has dado tanto por ella, no te ha elegido para seguir el camino a su lado.
Las
fases del duelo se suceden, pero no consigues sentirte mejor. A mí me
pasó. Ya habían transcurrido 6 largos meses desde la ruptura, y en lugar
de mejorar, cada día estaba peor.
No
conseguía comprender porque mi ex me había dejado y siempre con la
incertidumbre de si iba a volver o no, si la ruptura era definitiva o
era simplemente un impás en nuestra relación. Ya comenté en anteriores
posts que yo no tuve la posibilidad de una charla sincera con mi ex, de
sentarnos tranquilamente y hablar sobre la ruptura. En lugar de ello,
todo fue por teléfono y por mensajes de texto. Pese a que yo le había
pedido sinceridad por su parte y le rogué en varias ocasiones el poder
hablar cara a cara, lo único que conseguí fue quedar con él en una
estación de autobuses durante no más de 40 minutos, de los cuales habló
de banalidades durante 20 minutos, y tratándome mal los otros 20,
después que yo le sacase el tema de la ruptura viendo que él se iba por
las ramas. No eran maneras…
Con
todo este coctel, yo tenía que elaborar un duelo, y enterrar 6 años y
medio de relación a distancia, en el que había mucho esfuerzo por mi
parte, mucho amor, muchos planes e ilusión. No era una tarea fácil. Y si
a eso le sumamos el divorcio de mis padres, que mis amigos me dejaron
de lado, moobing en el trabajo que culminó con un despido fulminante… el
atragantamiento estaba asegurado…
Mi duelo, después de 6 meses de ruptura, se había estancado.
Creo que cualquier esfuerzo que hagamos para poder mejorar será positivo. Por supuesto me refiero a cualquier actividad que nos aporte y nos haga salir del pozo.
Una charla con un psicólogo no es una excepción. Yo decidí tomar ese camino. Necesitaba ayuda con urgencia.
Elegí a una chica que tenía la consulta cerca de casa. En las primeras sesiones yo tenía la sensación que estaba perdiendo el tiempo. Yo hablaba, hablaba y hablaba, y también lloraba, lloraba y lloraba. Mientras que del otro lado, lo único que yo veía era una persona observándome y apuntando en un cuaderno.
En realidad, el profesional está escuchando y tomando notas. No conoce nuestra historia, no sabe quiénes somos, qué es lo que nos duele, y qué es lo que no nos deja avanzar en la vida.
Yo fui muy clara desde un principio: acudía a su consulta porque no era capaz de superar la ruptura, y estaba sufriendo mucho.
Pasadas unas semanas, no recuerdo cuantas, la otra persona que hasta entonces parecía muda, habló. Yo me quedé sorprendida, sobre todo porque me hacía ver un punto de vista diferente, muy distinto al mío. Y me ayudaba a comprender cosas que hasta entonces eran imposibles para mí.
Me hizo ver la situación desde un prisma diferente, y sobre todo, analizar lo que había sucedido, el por qué y a aceptar que, si bien no podemos cambiar lo que ha pasado, si podemos aprender aceptar las cosas como son, aunque eso lleve un poco de tiempo.
En cada sesión sufría, sufría porque me dolía lo que escuchaba, pero por otro lado sabía que era bastante cierto, y que tenía que asumirlo para poder seguir avanzando.
En muchas ocasiones no quieres escuchar lo que te están diciendo, pero debes hacerlo, porque solo de esa manera serás capaz de resolver el conflicto.
Siempre se sucedía la misma secuencia: me presentaba a las sesiones muy revuelta, con un pensamiento, un sentimiento, con algo que había sucedido... que me estaba matando por dentro. Se lo vomitaba a la psicóloga que me escuchaba atentamente. Ella me ayudaba a analizar la situación, hacerme ver otro ángulo diferente, y yo, en muchas ocasiones, me negaba a ver la realidad, simplemente no quería verla.
Después de la sesión salía con mucha angustia, pero con una idea, con un análisis, con un punto de vista distinto que me ayudaba a ver todo de otra manera.
Me acompañaban días de llanteras, de noches sin dormir, de encontrarme y sentirme perdida, sin salida... para pasar a una situación de resignación (no se puede cambiar nada) y aceptación.
Por supuesto entre medias pueden producirse estadio de ira, de rabia y negación.
Y así, poquito a poco fui avanzando. Tengo claro que muchas cosas que logré, jamás lo hubiera conseguido de no haber ido al psicólogo.
Si estáis en la misma situación que yo, os animo a que os lo plantéis.
Entiendo que el tema económico puede ser un gran problema, pero seguro que hay sesiones en grupo que no son caros y que también os pueden ayudar.
En mi caso, no solo me ayudó con mi ruptura, si no también con la separación de mis padres, la situación vivida en el trabajo...