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miércoles, 5 de marzo de 2014

La decepción...

Ahora que han pasado unos cuantos meses desde mi ruptura, me hago muchas preguntas y me cuestiono situaciones vividas.

Mi relación no fue fácil. Nunca lo fué, ni siquiera al principio. Hubo algunas dificultades externas a nosotros que hicieron que estar con mi pareja fuera complicado.

A nosotros nos separaban varios kilómetros de distancia, y una situación familiar mía que hacía que todo fuera un poco más difícil.

Yo, pese a todo, siempre me animaba pensando que algún día podríamos juntarnos en una ciudad, vivir bajo un mismo techo, en definitiva, labrarnos un futuro en común.

Yo hacía planes, supongo que él también, mirando y buscando la manera de poder juntarnos. Aunque en muchas ocasiones me desanimaba viendo que el tiempo pasaba y pasaba y la cosa parecía no resolverse.
Yo, pese a todo, nunca fallé, siempre estuve allí.

De todos aquellos sueños, planes y proyectos de futuro, ya no queda nada. Tan solo las cenizas de lo que un día fue una relación llena de ilusión. Y eso me produce tristeza, desengaño, pero sobre todo, la sensación de estafa y decepción.

Por qué cuento todo esto?. Porque seguramente, si llevas el mismo tiempo que yo de ruptura, estarás con esa sensación en la boca.

El sentimiento de decepción, desde mi punto de vista, es bueno. Por qué?, porque cuando se siente decepción se sabe que la ruptura ya no tiene marcha atrás.
Se analiza y se sopesa lo que cada uno ha puesto en la relación, se ven las cosas con mayor objetividad, ya nuestro ex no es ni tan bueno ni tan malo, y nosotros ya no somos ni las pobres víctimas dejadas ni los malos de la película.

Con este sentimiento, parece que las cosas se ponen en su sitio. Cada uno asume (dentro de nuestra mente) el papel que verdaderamente le corresponde.

Es absolutamente normal llegar a este punto, al de la decepción. Uno siempre apuesta por una relación, pone sus ilusiones y sus ganas, sin embargo, la realidad nos dice que todo lo que hemos hecho no ha servido para nada.
Ese es el sentimiento que tengo yo: todo para nada.

De momento, y porque es lo que me toca, seguiré analizando, masticando y digiriendo esta decepción. Seguiré meditando sobre lo mucho que di, y lo poco que recibí... Quizás aprenda algo para la próxima vez...