Hace ya unos cuantos años que mi ex me dejó, con poco contacto al principio y disminuyendo éste con el paso del tiempo.
Cuando
él finalmente desapareció, y con él, mis esperanzas de un regreso a
corto plazo, es cuando comencé a darme cuenta de verdad que tenía que
hacer frente a algo tremendamente doloroso para mí, fue precisamente en
ese momento cuando me di cuenta que tenía que afrontar una ruptura
sentimental.
Al
principio, ilusa de mí, me aferré al hecho de que el tiempo sanaría las
heridas. En parte, es cierto. Es el tiempo el que ayuda, pero no solo
él.
La lejanía, o lo que es lo
mismo, el contacto 0 ayuda muchísimo. El no saber, el no ver, el no
tener noticias de ningún tipo… nos hace alejarnos cada día de la que un
día fue nuestra pareja. Empiezas a sentirla como una persona extraña,
distinta y distante. Nada es lo mismo, todo ha cambiado, y con ello,
comienzas a desenamorarte de ella, poco a poco, casi sin darte cuenta.
Sin
embargo, a pesar de tener como aliados el tiempo y la distancia, todo
esto no es suficiente. Debemos poner de nuestra parte, tener un plan,
una enorme fuerza de voluntad para superar la ruptura.
Cierto
es que el contacto 0, sobre todo al principio de la separación, supone
una tarea titánica para los dejados, y si no, quién no ha tenido
tentaciones, al principio, de llamar a su ex cuando sabía que no debía
haberlo?, y quién finalmente lo llamó?... Yo levanto la mano en ambas
preguntas… Todos hemos caído.
Pero hoy quería hablar de otra fuerza de voluntad: la de salir adelante.
Para
personas como yo, que somos unos pesados con el pasado, que nos cuesta
asumir los cambios y que nos aferramos a la esperanza con relativa
facilidad, dejarnos caer por el agujero negro de la melancolía y la
tristeza es sumamente fácil.
En realidad, superar una ruptura sentimental depende en gran medida de nosotros,
aunque como ya señalé tiempo atrás también entran en juego otros
factores: los motivos de la ruptura (por ejemplo si hubo una
infidelidad), las maneras de romper, si la relación se finiquitó para
siempre o por el contrario era una relación que rompía y volvía
continuamente, los proyectos de futuro que se tenían… y todo lo que se
os pueda ocurrir que puede afectar enormemente al dejado en el momento
de afrontar la ruptura con éxito.
Pero además de todo esto, entran en juego la capacidad que tenga en dejado para asumir la situación.
Creo que me sería totalmente imposible el poder enumerar las noches largas que pasé llorando aferrada con la única compañía de mi almohada, o los días que me negaba a salir de casa o simplemente no me levantaba de la cama en todo el día. Al principio es normal, pero debemos alejarnos de estas actitudes depresivas cuanto antes.
Debemos obligarnos a salir, aunque no tengamos ganas, aunque sea a dar un paseo, planear alguna actividad que nos motive y nos aleje de la tristeza, aunque sea por un momento.
Debemos trazarnos un plan que debemos seguir a rajatabla. Aunque algunas veces pequemos, no pasa nada, no es necesario autoflajelarse ni castigarse, si no comprender que estamos en un momento de gran debilidad emocional y nos equivocaremos muchas veces. Debemos darnos tiempo para acostumbrarnos y adaptarnos a la nueva situación, y debemos alegrarnos y autofelicitarnos cuando hayamos cumplido el objetivo trazado.
Yo al principio de mi ruptura funcionaba con objetivos a corto plazo. Me decía a mí misma: "esta semana prohibido llamarlo por teléfono", cuando pasaba la semana y veía que no lo había llamado, me autofelicitaba y me ponía otro objetivo: "esta semana prohibido mirar sus páginas de redes sociales"... y así sucesivamente. Como es lógico, muchas veces no cumplía el objetivo marcado y debía repetirlo a la semana siguiente.
Parece una tontería, pero a mí me ayudó. Con el paso del tiempo el no llamarlo por teléfono pasó de ser algo excepcional a ser habitual.
También me obligaba a salir, aunque muchas veces no me apetecía. Requería de una enorme fuerza de voluntad por mi parte, pero a menudo para salir de casa me decía a mí misma que saliese a dar una vuelta, un paseo, y que luego a mi regreso podría hartarme a llorar tirada en la cama.
Lo que hacía era postponer el momento de tristeza, obligarme a salir, a despejarme, y después darme mi momento de penas. De este modo, iba saliendo poco a poco de mi burbuja.
No lo negaré, sobre todo al principio, supuso una tarea titánica, pero os aseguro que dejarnos caer en la tristeza, la nostalgia y la depresión no es la solución.
No podemos esperar que el tiempo y la distancia hagan todo el trabajo, nosotros también tenemos que poner mucho de nuestra parte si queremos superar la ruptura.