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jueves, 9 de noviembre de 2017

La espera...

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Esperar, esperar y esperar: Una llamada, un mensaje, un perdón, una charla sincera… Así estuve mucho tiempo, varios años a decir verdad, esperando que llegase algo que nunca llegaba.
Esperando mientras el tiempo pasaba, él rehacía su vida con otra persona y pasaba página de nuestra historia.
Y yo, seguía esperando…
Desgraciadamente, nada de lo que esperé por su parte llegó.

Es sumamente difícil luchar contra las “esperas”, porque forman parte de algo que aún no está cerrado para nosotros. En muchos casos son unas preguntas, en otras una charla sincera, en otras un perdón por parte de la persona que nos dejó.
Esperamos porque no hemos cerrado la historia, pero también esperamos porque mientras lo hacemos, no cortamos los lazos con nuestros ex, es decir, no lo dejamos marchar.
Mientras nos preguntamos una y otra vez si nuestro ex aparecerá, si nos pedirá perdón, si nos dará una oportunidad, seguimos dejando que esa persona siga ocupando nuestra mente y nuestros pensamientos, y de este modo no cortamos con la historia y no seguimos adelante.
De alguna manera, permitimos que esa persona siga en nuestras vidas, es como si la relación no se hubiera roto para nosotros.
La espera nos frena, nos frena en nuestra recuperación y en la reconstrucción de nuestras vidas.

La espera desespera. Yo veía pasar el tiempo, y lo que anhelaba con tanto fervor, con tanta angustia y esperanza, no solo no llegó, si no que me supuso una inversión de tiempo inútil e innecesaria que no me aportó nada en mi recuperación. 
Yo anhelaba una charla sincera entre los dos, ya que yo nunca pude hablar con mi ex una vez ya me había dejado, yo tenía muchas preguntas sin respuestas, y la única persona que podía responderlas era precisamente él. Nunca tuve esa charla.

Invertí tanto tiempo esperando, que me olvidé de mí misma. Cierto era que yo deseaba profundamente tener esa charla con él, con tranquilidad, sin reproches y con respeto, pero me olvidé que tenía que ocuparme de mí y de mi recuperación. Esperando, prescindía de pensamientos positivos, me estancaba en el pasado y no avanzaba y no invertía en mí misma todas las fuerzas necesarias para poder superar con éxito la ruptura. Me olvidé de mirar para adelante, dejando siempre la puerta entreabierta.

“No, me estoy engañando”, me decía una y otra vez cuando me llegaban esas ideas de una posible charla sincera con él. “Se ha ido, no volverá”, “Él no lo necesita”, “Él ha pasado página ya” me decía a mí misma siempre que las ideas de “esperanza” volvían a mi mente, con el único objetivo de alimentar y no romper el lazo con mi ex y con la relación que habíamos tenido.
Era evidente que mi inconsciente me estaba engañando.
Hay que luchar sin descanso con estas ideas, no dejar que nuestro inconsciente nos gane la batalla, hay que recordarle una y otra vez que la decisión de nuestro ex no tiene marcha atrás.
Debemos por todos los medios alejar esas ideas destructivas de nuestra mente porque nos estancan en el pasado.

El tiempo agota. Si, te cansas de esperar lo que tanto anhelas. Ves que el tiempo pasa, y que aquella llamada, aquel perdón... no llega. Te agota. Y buen día, no sin antes la presencia de la tristeza, de la desilusión y la pena, dejas de esperar.
Te invade la tristeza porque ves la realidad, ves que lo que deseas no sucederá, y no te queda otra que aceptar la dura realidad: hay que dejar de esperar y seguir adelante.
Te das cuenta que el tiempo que has invertido esperando a aquella persona, ha sido un tiempo perdido.
A mí me sucedió esperando aquella charla sincera. Lástima que me dí cuenta de ello varios años después de la ruptura...

Cuando por fin aceptas que nada de lo que quieres sucederá y aceptas la situación, es justo en ese momento cuando te quitas un buen peso de encima, y te percatas de que puedes seguir con tu vida, con tu camino. Es un pasito más hacia la recuperación. Creedme, a mí me sucedió.

Luchad contra las esperas, no aportan nada, os hacen perder el tiempo y os estancan. Es una lucha difícil, pero no es imposible.