Esperar, esperar y esperar: Una llamada, un
mensaje, un perdón, una charla sincera… Así estuve mucho tiempo, varios
años a decir verdad, esperando que llegase algo que nunca llegaba.
Esperando mientras el tiempo pasaba, él rehacía su vida con otra persona y pasaba página de nuestra historia.
Y yo, seguía esperando…
Desgraciadamente, nada de lo que esperé por su parte llegó.
Es
sumamente difícil luchar contra las “esperas”, porque forman parte de
algo que aún no está cerrado para nosotros. En muchos casos son unas
preguntas, en otras una charla sincera, en otras un perdón por parte de
la persona que nos dejó.
Esperamos
porque no hemos cerrado la historia, pero también esperamos porque
mientras lo hacemos, no cortamos los lazos con nuestros ex, es decir, no
lo dejamos marchar.
Mientras nos
preguntamos una y otra vez si nuestro ex aparecerá, si nos pedirá
perdón, si nos dará una oportunidad, seguimos dejando que esa persona
siga ocupando nuestra mente y nuestros pensamientos, y de este modo no
cortamos con la historia y no seguimos adelante.
De alguna manera, permitimos que esa persona siga en nuestras vidas, es como si la relación no se hubiera roto para nosotros.
La espera nos frena, nos frena en nuestra recuperación y en la reconstrucción de nuestras vidas.
La
espera desespera. Yo veía pasar el tiempo, y lo que anhelaba con tanto
fervor, con tanta angustia y esperanza, no solo no llegó, si no que me
supuso una inversión de tiempo inútil e innecesaria que no me aportó
nada en mi recuperación.
Yo
anhelaba una charla sincera entre los dos, ya que yo nunca pude hablar
con mi ex una vez ya me había dejado, yo tenía muchas preguntas sin
respuestas, y la única persona que podía responderlas era precisamente
él. Nunca tuve esa charla.
Invertí
tanto tiempo esperando, que me olvidé de mí misma. Cierto era que yo
deseaba profundamente tener esa charla con él, con tranquilidad, sin
reproches y con respeto, pero me olvidé que tenía que ocuparme de mí y
de mi recuperación. Esperando, prescindía de pensamientos positivos, me
estancaba en el pasado y no avanzaba y no invertía en mí misma todas las
fuerzas necesarias para poder superar con éxito la ruptura. Me olvidé
de mirar para adelante, dejando siempre la puerta entreabierta.
“No,
me estoy engañando”, me decía una y otra vez cuando me llegaban esas
ideas de una posible charla sincera con él. “Se ha ido, no volverá”, “Él
no lo necesita”, “Él ha pasado página ya” me decía a mí misma siempre
que las ideas de “esperanza” volvían a mi mente, con el único objetivo
de alimentar y no romper el lazo con mi ex y con la relación que
habíamos tenido.
Era evidente que mi inconsciente me estaba engañando.
Hay
que luchar sin descanso con estas ideas, no dejar que nuestro
inconsciente nos gane la batalla, hay que recordarle una y otra vez que
la decisión de nuestro ex no tiene marcha atrás.
Debemos
por todos los medios alejar esas ideas destructivas de nuestra mente porque nos
estancan en el pasado.El tiempo agota. Si, te cansas de esperar lo que tanto anhelas. Ves que el tiempo pasa, y que aquella llamada, aquel perdón... no llega. Te agota. Y buen día, no sin antes la presencia de la tristeza, de la desilusión y la pena, dejas de esperar.
Te invade la tristeza porque ves la realidad, ves que lo que deseas no sucederá, y no te queda otra que aceptar la dura realidad: hay que dejar de esperar y seguir adelante.
Te das cuenta que el tiempo que has invertido esperando a aquella persona, ha sido un tiempo perdido.
A mí me sucedió esperando aquella charla sincera. Lástima que me dí cuenta de ello varios años después de la ruptura...
Cuando por fin aceptas que nada de lo que quieres sucederá y aceptas la situación, es justo en ese momento cuando te quitas un buen peso de encima, y te percatas de que puedes seguir con tu vida, con tu camino. Es un pasito más hacia la recuperación. Creedme, a mí me sucedió.
Luchad contra las esperas, no aportan nada, os hacen perder el tiempo y os estancan. Es una lucha difícil, pero no es imposible.