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jueves, 15 de marzo de 2018

Con la lección bien aprendida...

Comenté en un post anterior que había cruzado la línea roja, y que había cometido un error de principiante: buscar información de mi ex en Internet.
Tener información de este tipo no ayuda en nada, lo único que conseguimos es hacernos daño a nosotros mismos y estancarnos en nuestra recuperación.

Yo pasé una temporada bastante tocada a raíz de esto, no hundida, pero si tristona. Ver como tu ex ya ha rehecho su vida, ha formado una familia, cuando uno le ha costado tanto salir del agujero y seguir su camino.
Todos nuestros proyectos estaban ahí, en aquellas fotos, pero yo no formaba parte de ninguno de ellos. Yo era historia.

Sin embargo, en este post me gustaría centrarme en un detalle que me sorprendió, y que seguramente también os habrá sucedido alguna vez. Muchas de las fotos que estaban colgadas en su perfil, eran de lugares a los que también había ido conmigo antes.
Los mismos pueblos, las mismas calles, haciendo exactamente lo mismo que había hecho conmigo.
Ver aquellas fotos me sorprendió, me chocó. Como es posible que estuviera haciendo lo mismo con ella?.

Después de pensarlo, llegué a varias conclusiones.
En primer lugar, hay que partir del hecho que los lugares que hayamos compartido con nuestro ex están impregnados de esos recuerdos, de ese halo de único, de “solo nuestro”, que en realidad no es cierto. O en todo caso, se quedaron impregnados de ese halo únicamente para nosotros.
No quiere decir que ellos hayan olvidado aquella tarde maravillosa que pasaron con nosotros, no, en absoluto, seguramente no lo han olvidado, pero para ellos ha dejado de tener ese significado de “solo nuestro”, para convertirse en un espacio con un recuerdo o una vivencia a nuestro lado, y nada más.

Por otro lado, igual de cierto que para ellos ese lugar ha perdido el sentido especial que le damos nosotros, a la vez guardan un buen recuerdo de lo vivido y compartido, de lo contrario no llevaría a su nueva pareja allí.
No es extraño, y puede que haya sucedido, que nuestro ex haya querido, sobre todo al principio de su relación, repetir con su nueva pareja algunas cosas vividas junto a nosotros, porque le traen buenos recuerdos.
Con el tiempo, eso irá cediendo.

Pero como este blog se centra sobre todo en nuestras vivencias, y no en la de nuestros ex, no hablaré mucho más de lo que él piensa, hace o deja de hacer, ya no es asunto mío.
Lo más importante de todo esto es cómo me he sentido yo al ver esa fotos: contrariada, chocada, triste, desilusionada, sentimiento de estafa… Mi pasado volvió a mi presente a golpe de clic, en un instante todo había vuelto a estar delante de mí, pero sin mí…
Protegida en mi burbuja de “contacto 0”, la pared frágil de mi burbuja se rompió y me sentí vulnerable otra vez, con el mismo miedo a ser lastimada, herida… por la persona que más he querido y por la que más hecho en mi vida, todo sin él haber hecho nada.  
He dejado pasar algunas semanas antes de escribir en el blog, para poder aclarar mis sentimientos, asentar el malestar y volver a seguir adelante.
Ahora que ha pasado el tiempo, unas pocas semanas, ya vuelvo con la misma energía de siempre, con la misma ilusión de siempre, y sobre todo con la lección bien aprendida: “cada minuto que le dedico a mi ex, es un minuto que me robo a mí misma”.

sábado, 17 de febrero de 2018

Cruzando la línea roja

Recientemente llegó a mis oídos que mi ex ha sido padre.
Cuando recibes esta noticia, aun cuando han pasado varios años desde la ruptura, te inunda un sentimiento de nostalgia y de tristeza.  
Sabes que es algo que pasará, tarde o temprano, ya que él, al igual que yo, tiene el mismo derecho a rehacer su vida.

Pero la noticia me llegó y me tocó. Y cometí un gran fallo, uno que hacía tiempo que no cometía, crucé la línea roja, pensando, ilusa de mí, que no me afectaría: investigar en redes sociales.
Comencé por Facebook, y a pesar que siempre él ha sido una persona muy cuidadosa en Internet, pues nunca publicaba nada de su vida privada (ya era así estando conmigo también), si descubrí que se había casado, y evidentemente pude ver a su mujer a quien tiene agregada como amiga, o mejor dicho, a la persona que ocupa el que un día fue mi lugar.
Comprendí que, ese espacio está ya ocupado, y lo está hace tiempo, por otra persona que no soy yo.
Comprendí que, todos los proyectos y planes de futuro que un día fueron de los dos, no solo no se han cumplido, si no que pese al enorme esfuerzo invertido por mi parte, se lo ha llevado otra persona con el más mínimo empeño.
Comprendí que, pese a que el pasado para mí sigue estando bastante presente, para él todo es pasado, un pasado que resolvió sin mayores dificultades por su parte, y sin embargo, a mí me costó enormes sufrimientos y esfuerzos.

Contrariamente a lo que él es, su mujer si publica algunas cosas en Facebook, y así fue como me he enterado de algunos detalles.
Me sorprendió el  hecho de no haber sentido odio hacia aquella mujer, es más, me ha parecido una buena persona, una chica bastante sociable y amable. Ella a mí no me ha hecho nada, luego, le guardo todos los respetos que se merece.

Cuando llevaba un rato husmeando, y a la vez que iba descubriendo detalles de la vida ajena, empecé a sentirme angustiada. Percibía que la vida había sido injusta conmigo, pues esa vida que él estaba viviendo con aquella otra persona, era la vida por la que yo había estado luchando durante varios años. Era la vida que yo me merecía como premio a mi esfuerzo, a mi empeño. Y sin embargo,  no tenía nada de eso, pues otra persona lo estaba disfrutando, sin haber invertido nada, pues vive en su misma ciudad.
Recordé nuestros planes, nuestros proyectos, que eran esos mismos planes que yo estaba viendo a través de aquellas fotos, pero en lugar de formar parte de ellos, los veía a través de una pantalla de ordenador, como espectador.
Recordé aquellos viajes, aquellos esfuerzos e ilusiones por juntarnos un día en una misma ciudad, para no tener hoy más que cenizas de aquel pasado.

No contenta con eso, continué mi periplo por Internet, y mi siguiente página fue Linkedln. Se ve que en los últimos años ha cambiado bastantes veces de puesto de trabajo, aunque ahora ocupa un buen puesto en una importante empresa de su sector.
Y en ese instante, recordé sus primeros tiempos de estudiante en la universidad, cuando estaba agobiado con algunas asignaturas que no conseguía sacar, y allí siempre estaba yo, apoyándole cuando llegaban los suspensos, animándole a volverlo a intentar. Y felicitándole el día que consiguió aprobar la última asignatura, y por tanto, ya tenía su ansiado título.
Desgraciadamente, tengo la sensación que de eso, él no recuerda nada.

Whatsapp, Instagram, y varias páginas de su pasatiempo favorito hicieron el resto. Y mientras tanto, yo seguía atragantándome y atormentándome por una vida que nunca llegó a ser. Sintiéndome estafada y desilusionada, pero sobre todo, frustrada.
Entre lágrimas y tristezas, me di cuenta que yo estaba envidiando la vida de otros, a través de lo que ellos mismos enseñaban en las redes sociales, es decir, una vida sesgada y filtrada. Y a la vez que me sucedía eso a mí, otras personas envidiaban la vida que tenía yo, a través de las fotos de viajes que había hecho y que yo había colgado en mi perfil. Increíble!.
Cualquiera que entre en mi página de Facebook podría pensar que me paso todo el día viajando y teniendo una vida plena. Nada más lejos de la realidad. Pues tengo momentos buenos y malos como todo el mundo, lo que sucede es que colgamos en la red solo lo bueno, lo feliz. Por eso hace tiempo que ya no cuelgo fotos de nada. No quiero que la gente tenga una imagen de mi vida que no es.

Fue, precisamente en ese momento, cuando me di cuenta que había cruzado la línea roja: el fisgonear su vida. Saltando de página en página, descubriendo e investigando lo que nunca debí haber hecho, pues cada minuto que le dedico a él, es un minuto que me robo a mí, de centrarme en mi vida, en mis proyectos, en mis ilusiones… en definitiva, en mi camino.
Razonándolo fríamente, nada de lo que estaba leyendo y averiguando, me estaba aportando ningún sentimiento positivo, más bien lo contrario, cada vez me sentía peor.
Para qué?, cuál es el objetivo de haberme enterado de su vida?, qué he sacado de bueno en todo esto?, pues sinceramente nada.

Asique volví a mis comienzos: STOP!, y dejé de buscar e investigar, y bajé la tapa de mi portátil inmediatamente.
Lejos de echarme la culpa, de enfadarme conmigo misma, comprendí que me había equivocado, que había cometido un error, y regañándome a mí misma no iba a ayudar a sentirme mejor, y menos teniendo en cuenta el sentimiento de tristeza que todo esto me había dejado. Tenía que animarme y levantarme.
Cometí un error, si, pero eso no me convierte en una persona estúpida o tonta, solo ha sido un error, y nada más. Nada grave.
Lo importante no es cometer errores, o volverlos a cometer, sino levantarse de cada uno de ellos y tener la capacidad de seguir y aprender de ellos, aunque sea tocado.

Asique a respirar profundamente, relajación y a seguir!, que mi camino sigue ahí adelante, lleno de proyectos, de sensaciones y de experiencias nuevas. Vamos, empecemos a dar el primer paso en este camino…