domingo, 1 de septiembre de 2013

Todo cambia...

Indicaba en un post anterior, que uno de los motivos por los cuales se deja de querer, es porque se ha producido un cambio en uno o ambos miembros de la pareja.

Para ilustrarlo mejor, utilizaré un ejemplo vivido por mí hace algunos años.

Yo tenía una relación a distancia desde hacía mucho tiempo, aunque los kilómetros que nos separaban no eran demasiados.

Por motivos laborales, esta persona se cambia de ciudad, y se va un poco más lejos. Allí comienza a experimentar nuevas sensaciones: se independiza de los padres, pasa de la vida estudiantil a la vida laboral, hace nuevos amigos, pasó de vivir en una pequeña ciudad a una muy grande, comparte piso con nueva gente... todos estos cambios que él estaba experimentando, no los estaba viviendo yo con él.

Yo seguía con mi misma vida de siempre, nada había cambiado, o no lo había hecho con la misma intensidad que la suya.
En pocas palabras: estábamos experimentando la vida por caminos separados.

Al principio, yo lo veía un poco raro, pero pensaba que era por todo lo que él estaba viviendo en aquellos momentos.
Sin embargo, con el tiempo, la brecha comenzó a hacerse cada vez más grande, hasta que fue imposible seguir avanzando por el mismo sendero juntos.
Cuando quise reaccionar, ya era demasiado tarde... él me dejó.

Ante esta situación, es muy complicado solucionar el problema, a no ser que se ataje desde el principio, cuando comienzan a percibirse los primeros síntomas de separación.
Pero es complicado verlo, porque ya se encargará nuestro inconsciente en autoengañarnos para que no suframos.

Cuando uno tiene pareja, y ésta está muy unida, las vivencias, experiencias y emociones se viven juntos...

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