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miércoles, 31 de enero de 2018

La idealización (Parte IV)

Asumir nuestras propias responsabilidades en una ruptura, reconociendo nuestros fallos y también nuestros aciertos es de suma importancia si queremos aprender y seguir avanzando en un duelo.
Quedarnos solo en lo negativo, hará que nos estanquemos en la culpa, en la idealización hacia nuestro ex y en la falta de autoestima.
Quedarnos solo en lo positivo, hará que no tengamos una visión realista de la situación, faltando enormemente a la verdad.

Mi ex, a pesar de haber sido quien me mintió durante varios meses y de haber tenido malas maneras hacia mí, me hizo sentir terriblemente culpable de la ruptura.
Nunca me dijo “es tu culpa”, pero no dudó en sacar a relucir mis errores y mis defectos, minimizando los suyos restando importancia al hecho de haberme mentido, incluso, justificándolo.
En realidad, es una trampa.

Como indiqué en mi anterior post, mi ex nunca se había quejado durante 6 años de determinados defectos que yo tenía, que según parece le molestaban.
Una noche hablando por teléfono, cuando ya hacía unos 2 meses que me había dejado, descargó contra mí todos aquellos comportamientos o ausencia de los mismos que yo tenía: que era poco cariñosa, que no lo llamaba nunca por teléfono, que siempre era él quien lo hacía, que nunca le había dicho que lo quería… Imaginaos la cara que se me quedó a mí, sobre todo cuando al terminar de cantarme el rosario de quejas lo sentenció con un “pero bueno, ya da igual, porque ya no puedes hacer nada…”. Claro que no podía hacer nada, si me lo dice después de haberme dejado.
Desgraciadamente he de decir que muchas cosas que me echó en cara aquella noche eran ciertas, por eso me dolieron tanto, pero yo desconocía que lo estaba haciendo mal, lo estaba haciendo sin darme cuenta.
Aquella noche me quedé tan paralizada, que no dije nada. Me hubiera gustado haberle pedido disculpas por ello… Soy humana, también me equivoco.

Por qué mi ex hizo aquello?, porque nunca me lo dijo?. Sencillo. Seguramente aquellos defectos que yo tenía le molestaban, pero nunca demasiado como para romper la relación, no eran un motivo de ruptura, sino que formaban parte de mi personalidad y él durante años lo asumió así.
En realidad lo que estaba sucediendo era que él estaba dejando de quererme, ya no sentía lo mismo por mí, y esos defectos míos con los que había estado conviviendo durante años ya no le parecían tan bien, dejó de soportarlos, incluso, empezaron a molestarle. Pasaron de ser características de mi personalidad a ser defectos.
Y por si esto fuera poco, él necesitaba justificar que la decisión que estaba tomando de romper era la correcta. Necesitaba sobre todo, justificárselo a sí mismo.
Imaginaos la situación: llevábamos 6 años y medio juntos, con proyectos de irnos a vivir juntos al año siguiente, mucho tiempo, muchos viajes, mucha lucha para mantener la relación. O se rompe la relación por un motivo de peso o a ver como lidias con eso…
Señalándome como una persona indeseable, despreciable, fría… minimiza mi valor como persona, hace que valga menos para él. De ese modo, él no se siente tan mal consigo mismo por haberme dejado, simplemente porque yo no valgo la pena.
Esto que os he descrito, evidentemente él no lo planeó, si no que su inconsciente funcionó de esa manera para hacer frente a la ruptura.

Todo este embrollo que os estoy contando evita el tener que afrontar la temida frase de: “Ya no te quiero”, que hubiera sido lo más fácil, lo más sensato, pero sobre todo, la verdad.
Contra un “ya no te quiero” no se puede hacer nada, pero es la realidad, es lo que hay, y debemos respetar que la otra persona ya no siente lo mismo por nosotros, no es su culpa, es lo que siente. Y ante todo debe haber un respeto.

Pero él también había cometido fallos. Y muchos. El asumir los errores de cada uno supone el tener que asumir la parte de responsabilidad de la ruptura que le corresponde, que muchos confunden con culpabilidad. Y él que deja, inconscientemente, se ve como el malo, como el que rompe y hace daño a otra persona que muchas veces no se lo merece, y por eso mismo, ya carga con mucha culpa.
La culpa es molesta, muy molesta: nos hace sentir malas personas, que hemos hecho algo mal y merecemos un justo castigo. Algunas personas cargan con este peso hasta el extremo de sentirse culpables por todo, otras lo digieren y asumen su parte de responsabilidad en los hechos y aprenden del error, y otras, sin embargo, no quieren saber nada de responsabilidades. Sobre todo las personas que tienen un carácter inmaduro.
Éste último fue mi ex.
Jamás asumió la parte de responsabilidad que le tocaba, y la mejor manera de hacerlo fue justificando su actitud y atacando a la otra persona sobre sus defectos y fallos.
Con frases del tipo “entre aquella chica y yo nunca pasó nada”, “bueno, de todos modos, lo nuestro ya estaba muy mal”… justifica lo injustificable y lo hace sentir mejor, con menos peso por su error.

Esto que os acabo de contar, seguramente os habrá ocurrido a vosotros también. Diferentes actores, diferentes palabras y acusaciones, diferentes situaciones… pero en el fondo es la misma estructura: Minimizar sus errores y maximizar los nuestros.

Una ruptura despierta, tanto en el dejado como en el dejador, el sentimiento de culpabilidad, si a eso le sumamos que nuestro ex nos echa en cara multitud de errores, el sentimiento de culpabilidad crece como la espuma, y si no sabemos gestionarlo podemos tener un serio problema de estancamiento en nuestra recuperación.

La noche en la que mi ex me cantó el rosario de defectos por teléfono, los cuales nunca he negado, pues pienso que tenía bastante razón, olvidó mencionar unos puntos bastante importantes. No lo hizo aquella noche, ni ninguna otra. En realidad, no lo hizo nunca.
Se olvidó de mis viajes para verlo unos días. Se olvidó de los proyectos en común en los que yo tenía que dejar a mi familia, amigos, ciudad, trabajo… para poder estar con él. Se olvidó que nadie hace eso si no te quieren. Se olvidó del dinero gastado durante años en gasolina, billetes de autobús y avión para poder estar con él ni 48Hs.. Se olvidó de las peleas que yo tenía con mi madre (deteriorando bastante la relación que yo tenía con ella) para defenderlo a él, a la persona que yo había elegido. Se olvidó de lo que lo apoyé para que se marchara a otra ciudad para tener un futuro mejor, aun sabiendo que la distancia (650km. ) sería un gran problema a partir de entonces entre nosotros. Se olvidó que yo nunca le mentí, nunca lo engañé, fui una persona fiel y leal. Se olvidó que yo siempre lo apoyé, siempre lo escuché, siempre estuve ahí, a su lado tanto en  su época de estudiante como en su etapa profesional, apoyándole y dándole los mejores consejos, siempre pensando en su futuro, en su porvenir, aun muchas veces por encima de mis deseos… Se olvidó de todo lo que yo había hecho por él y la relación, para sacar a relucir lo malo y negativo.

Mis puntos malos ya los sé, ya los conozco, durante años me eché en cara cada uno de ellos. Ahora es tiempo de ver mis puntos buenos, los positivos. Debo apartar de mí ese sentimiento horrible de ser una persona espantosa, despreciable, que no vale nada, porque el valor como persona no depende de lo que me otorgue mi ex, si no del valor que me otorgue yo a mí misma.

martes, 23 de enero de 2018

La idealización... (Parte III)

A la tristeza del “te han dejado”, en diversas ocasiones hay que sumar las malas maneras de la persona que te rompe el corazón, y si a eso le añadimos una elevada idealización hacia el ex, os garantizo que tendremos el atragantamiento asegurado.

Ya comenté en mi anterior post que sacaría los trapos sucios, aquellos aspectos dolorosos y terriblemente dañinos de mi ruptura, y también, por qué no decirlo?, de lo que fue mi agónica relación en sus últimos meses.
Es doloroso, os lo puedo asegurar, el tener que tocar aquellos palos que prefieres no recordar, pero a la vez, es necesario. 
Él no lo hizo todo bien, ya lo comenté antes, aunque él quiso venderme lo contrario, y sin embargo, el sacar los trapos sucios, es una herramientas poderosa de desmitificación hacia mi ex.

Durante la relación:

No volveré a contar los detalles, ya que lo he hecho en el anterior post. Pero mi ex llevaba tonteando con otra persona desde hacía algunos meses antes de romper conmigo.
Según él, un antiguo amor de adolescencia que apareció sin él buscarla.
Siempre basándome en su versión (lo nuestro era una relación a distancia y para mí es imposible el poder comprobarlo), solo hablaban por teléfono. Él comenzó a enamorarse de ella, y decidieron quedar a mis espaldas en la primera ciudad de mi ex, aprovechando que ese fin de semana yo me iba de viaje.
Él le confiesa a ella lo que siente, y ella lo rechaza. Esa misma semana mi ex rompe conmigo por teléfono.

En mi caso, no hubo ninguna infidelidad (o eso parece), pero si hubo una deslealtad evidente. Él me mintió, y un tonteo inocente lo llevó demasiado lejos.
Al principio, él se sintió culpable por lo que había hecho. Pero, por increíble que os parezca, le dio la vuelta a la tortilla y llegó a justificarme su actitud, no exento de malas maneras, aludiendo que nuestra relación estaba mal desde hacía tiempo, y que bueno, al final y al cabo, entre ellos nunca había pasado nada más que un tonteo… Siempre me he preguntado qué hubiera pasado si hubiera sido al revés, si la que hubiera tonteado con otra persona hubiera sido yo y no él…

Él sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien, sabía que me estaba engañando, ocultándome cosas, asique me confiesa lo que había estado haciendo para quitarse el peso de la culpabilidad, y justifica la ruptura diciéndome que no está bien que él esté conmigo pensando en otra persona. 
Es evidente que me deja porque ya no me quiere, porque de haber querido seguir conmigo, jamás me hubiera confesado el tonteo que tenía con esta chica.

Los meses previos a la ruptura soporté malas contestaciones por su parte. A preguntas simples, recibía un mal gesto, una mala respuesta.
Siempre justifiqué su actitud, achacándolo a que tenía problemas en el trabajo desde hacía tiempo. Ahora que lo veo desde la distancia, no solo me he dado que cuenta que eso no era del todo cierto, pues además de los problemas laborales él estaba dejando de quererme, sino que además yo no me merecía ese trato.

Recuerdo una tarde en la que yo, cansada de los viajes, de la relación a distancia y viendo que por más que luchaba no conseguíamos juntarnos en una única ciudad, me eché en la cama a llorar desconsolada, sinceramente estaba muy cansada de estar así, llevábamos 6 años y medio… Él, en lugar de consolarme, de apoyarme, de ni siquiera darme un abrazo, lo que recibí fue con una voz distante y fría: “venga!, levántate y deja de llorar que tenemos que irnos a casa de mi madre a comer!”. 
Cuando tiempo después le recrimé su actitud (ya me había dejado), me dijo que no se acordada de aquello, y ni siquiera me pidió disculpas.

Eso sin contar la tarde en la que me soltó con frialdad y hasta con cierto fastidio (no recuerdo de que estábamos hablando en ese momento): “A ti lo que te gusta es que te la metan!”. Y si, me lo dijo en el sentido que estáis leyendo.
Creo que nadie en mi vida me había hecho sentir tan humillada…

Pero si durante los meses previos a la ruptura tuve que soportar este tipo de bajezas por su parte, la ruptura fue mucho peor.

Después de dejarme:

Mi ex solo tenía que esperar una semana para poder plantearme la ruptura cara a cara, es decir, romper como un señor, ya que yo iba a viajar a su ciudad al fin de semana siguiente.
Pero pudiendo utilizar una manera elegante de romper, decidió que lo mejor sería dejarme por teléfono, método cutre, solo superado por un mensaje de WhatsApp… Cuando te dejan por teléfono, te hacen sentir que no vales, que eres poca cosa, que ni siquiera eres merecedor de una charla sincera.
Y si, viendo las maneras que él tuvo conmigo es innegable que yo, para él, no valía mucho, porque de lo contrario hubiera obrado de otra manera.
Puede que no haya tenido las agallas de hacerlo cara a cara, que no haya tenido la valentía suficiente para poder hacerlo, quiero pensar que ha sido por eso…

Tras romper conmigo, estuve una semana insistiéndole de vernos para poder hablar personalmente, me dió muchas largas, pero al final accedió a quedar en la estación de autobuses. Por supuesto, se asegura que la charla no se alargue demasiado: queda conmigo a las 7 de la tarde, y saca el billete de vuelta a las 8… Era un finiquitar rápido en toda regla.
La conversación en realidad fue un monólogo por su parte, malgastó 20 minutos de los 60 que teníamos hablando de su cuñada, de su hermano, del trabajo… Miro el reloj. Solo me quedaban 40 minutos. Viendo que él no tenía ni la más mínima intención de hablar de lo nuestro, le saco el tema de la ruptura y se le cambia la cara. A partir de ahí se pone a la defensiva conmigo. Y empiezan las malas maneras, las malas contestaciones y alza un poco la voz.
Le hice la pregunta más tonta, pero a la vez la más sentida y profunda por mi parte: “Que voy a hacer ahora yo sin ti?...” Os lo juro que se lo pregunté sin pensar. A lo que él no dudó en responderme alzándome la voz y haciéndome un gesto de rechazo: “Y a mí que me cuentas??, ese es tu problema!!”.
Las personas que estaban sentadas alrededor nuestro en aquel bar de la estación, se dieron la vuelta a mirarnos.
Creo que no eran ni las formas ni lo que debía decir en aquel momento. Yo lo estaba pasando francamente mal, y estaba siendo terriblemente cruel conmigo.
Por supuesto, 20 minutos antes de la salida del autobus, cortó la conversación y me dijo que se marchaba. 

Los días siguientes solo hablábamos por teléfono. Y si, tuve que escuchar de su boca un rosario de quejas, quejas que nunca había escuchado en más de 6 años de relación. Fue un “me quito mi parte de responsabilidad” en toda regla, para no tener que asumir la parte que me corresponde. Siempre es más fácil echarle las culpas de todo a los demás.
Me hizo sentir el ser más despreciable, más malvado y miserable, todo, después de lo que yo había hecho por él y la relación durante muchos años.
Se quejó que yo nunca lo llamaba por teléfono, que no era cariñosa ni afectuosa con él, que nunca le había dicho que lo quería, y de un listado bastante extenso que ahora no recuerdo, ya que ha pasado bastante tiempo, pero os puedo asegurar que se despachó a gusto, para finalmente sentenciar con un “pero bueno, ahora ya da igual, ya no puedes hacer nada…”. Y claro que ya no puedo hacer nada, si me lo dices después de haberme dejado…

Durante los 2 meses que mantuvimos contacto telefónico después de la ruptura, yo necesitaba aclarar muchas cosas, muchos puntos que no tenía nada claros. Tenía montones de preguntas sin respuestas, que él ya se encargó de no responderme jamás.
Por supuesto a cada pregunta mía, venía una mala respuesta, con malas maneras y malas contestaciones. Me alzaba la voz, aprovechaba para reprocharme cosas de las que nunca se había quejado, me respondía con evasivas, cambiando de tema, me liaba diciéndome que no sabía si la situación era definitiva o no, si iba a volver o no. Le pregunté millones de veces si me seguía queriendo, a veces me decía que si, otras, que no lo sabía. Dos meses en los que me volvió loca. Hasta que desapareció.

Pasados unos meses, quise retomar el contacto para ver la posibilidad de poder hablar tranquilamente con él y poder aclarar mis dudas. Le hice algunas preguntas, que él no tenía ningunas ganas de contestar.
Le hice la pregunta clave de todo este lío: “has dejado de quererme?”, y su respuesta fue: “que él había tenido la sensación que la que había dejado de quererle había sido yo”. Yo no podía creer lo que estaba escuchando. Lo cierto es que no me quiso dar más explicaciones sobre esta afirmación que a mí me había dejado de piedra, cambió de tema y se fue por las ramas.
A partir de entonces la conversación se torna distante, y le pregunto si está ocupado, si le he pillado en un mal momento, a lo que me responde que está “ocupado jugando con la consola”. No haré ningún comentario sobre esto último, porque creo que sobra y es bastante lamentable.
Después de aquel desprecio, no volví a contactar con él.

Mi ex no lo hizo todo bien, como me quiso hacer creer. Ni fue él tan perfecto, ni yo tan mala.
Me echó en cara montones de cosas, y se olvidó  de todo lo que yo había hecho por él y la relación, para sacar a relucir lo malo y negativo, y así poder justificar su decisión, cuando lo más fácil y sincero hubiera sido que me dijera que me dejaba porque ya no me quería. 

Os he hecho, a modo de resumen, una pincelada de lo que sucedió, aunque pasaron más cosas, pero bueno, esto es lo que más recuerdo y lo que más me dolió en su día.
Creo que si estais en la fase de idealización hacia vuestro ex, es importante que podais hacer una lista de sus errores, de sus fallos, para devolverlo al mundo terrenal de los seres humanos comunes, y bajarlo del pedestal donde lo habeis subido.

Cuando ves las cosas desde otra perspectiva, no solo te quitas un peso de encima, si no que además, estás más cerca de la realidad, y ganas la capacidad de sacar conclusiones reales y valiosas para no repetir en una relación futura. Y sobre todo, aprendes a valorar lo que hiciste, lo que eres y lo que tienes, que seguramente no será poco...

miércoles, 10 de enero de 2018

La idealización (Parte II)

Habían pasado algunos años cuando, un buen día, caí en una obviedad de la que nunca me había percatado hasta entonces, pero que supuso un cambio radical de visión sobre mi ruptura.
Hasta entonces, yo había asumido el 100% de responsabilidad, o mejor dicho, de culpabilidad sobre mi separación.
Yo creía que era un ser despreciable, horrible, que no valía, y que mi ex, harto de mí, había decidido dejarme.

Este buen día llegó una tarde mientras estaba en el gimnasio. Yo me sentía terriblemente angustiada y agobiada aquel día, me faltaba el aire, no podía respirar, era una de aquellas tardes en las que no paras de darle vueltas a lo mismo, sin encontrar ninguna respuesta a tus preguntas, ninguna solución a tu sufrimiento.
Cuando de repente, una ventana se abrió en mi mente y entró aire fresco. Y lo hizo a modo de pregunta: “Por qué tienes que cargar TÚ con toda la responsabilidad?”, acaso, él no cometió fallos…?”.
La pregunta parecía obvia, pero es que yo hasta entonces no me lo había ni siquiera cuestionado.
Justo cuando la pregunta entró en mi cabeza, me detuve a pensar, y a partir de entonces fui capaz de analizar la ruptura desde otro prisma, desde otro ángulo diferente. Fue justo en ese instante, cuando me di cuenta que solo había visto una parte del todo.
Y si, él también había cometido fallos, y muchos. Y yo no lo había hecho tan mal como él me había hecho creer.
Presa de la idealización con la que había envuelto a mi ex, asumía que él no se había equivocado, él, como ser perfecto y maravilloso.

Lo cierto fue que en aquel momento, vinieron a mi mente episodios tristes de mi ruptura, momentos tristes y lamentables provocados por él, que chocaban de bruces con la imagen que yo tenía de mi ex. En apenas unos minutos, la idealización que yo tenía de él se cayó como un castillo de naipes.

Recordé la noche en la que él me llamó por teléfono para dejarme y confesarme que llevaba meses tonteando con otra persona. Tiempo después, me enteré que estando aún conmigo, unas 2 semanas antes de dejarme, aprovechó un viaje que yo había hecho con unos amigos, para quedar con ella a mis espaldas.
Sabiendo que yo estaría con mis amigos pasando el fin de semana lejos de casa, se aseguraba de este modo que no nos pudiéramos ver y así él podría quedar con ella con tranquilidad. Lo había planeado todo para que yo no me enterase.
Yo nunca di importancia a este episodio, hasta aquella tarde en el gimnasio.

Sé que nunca he contado en el blog las cosas que de su boca salieron, las palabras tan duras que tuve que escuchar de sus labios una vez me dejó, y si, lo haré, debo hacerlo, aunque me duela, para poder dejar de idealizar a la persona a la que tanto he querido, pero lo dejaré para un próximo post.
Porque si, él fue lo bonito, lo cariñoso, lo bueno, lo maravilloso y estupendo… pero también fue lo amargo, lo triste, lo duro. Y no debo perder de vista esta última imagen de él. Porque él es todo, lo bueno y lo malo. No es solo el ser perfecto que he creado en mi mente.

Tiempo más tarde, haciendo limpieza en mi habitación, encontré un fajo enorme de billetes de autobús que yo no era capaz de coger con una sola mano. Los billetes de mis viajes de mi ciudad a la suya.
Yo por aquel entonces, tenía la costumbre de guardar los billetes, quizás faltase alguno, pero seguro que estarían casi todos. Ellos son la prueba irrefutable que yo había dado mucho en la relación, viajando prácticamente todos los fines de semana, 250Km. De idea, y 250km de vuelta los primeros años, para pasar tiempo después a 650km.
Yo siempre estuve allí, nunca lo abandoné. 

Jamás olvidaré aquella tarde, cuando ya habían pasado algunos años desde que me dejó, sentada en el suelo de mi habitación, con los billetes entre las manos, llorando de tristeza y de rabia, por mi incapacidad a ver mi parte y por lo poco o nada que él valoró de mí: el esfuerzo, aquellos viajes, el dinero y el tiempo invertidos, (todo ello para no pasar junto a él ni 48hs. ), las peleas con mi madre por defender a la persona a la que yo había elegido, mi proyecto de futuro de dejar mi ciudad, mi familia y amigos para construir una vida en común junto a él. Eso no lo hace nadie que no te quiere. Y yo lo hice.

A dónde quiero ir a parar con todo esto?. Pues que es posible bajar del pedestal a nuestro ex, y devolverlo al planeta de los seres humanos comunes.
Una vez que hayamos detectado que estamos idealizando a nuestro ex, y seamos totalmente conscientes de ello, debemos reflexionar sobre los errores que ellos cometieron, pero también las cosas buenas que nosotros hicimos.
Una lista es una buena opción (escrita o mental), señalando en qué puntos se equivocaron ellos durante la relación y después de ella, y lo mismo aplicarlo a nosotros.
A mí me costó mucho tiempo el poder ver cosas malas de él, no me fue fácil, debido a que la idealización me cegaba hasta tal punto, que sólo era capaz de ver las cosas malas de mí.
Os puede llevar varias o semanas o meses descubrir sus errores y vuestras virtudes, pero el resultado merecerá la pena, porque seréis capaces de ver la ruptura desde un ángulo diferente.

Analizando las maneras que tuvo de dejarlo, los motivos que nos dieron, como se comportaron con nosotros mientras estábamos juntos… podremos ver muchos detalles que nos abrirán los ojos, y nos ayudarán a dejar de ver a esa persona como alguien perfecto. Pero también debemos aplicarlo a nosotros mismos, valorando y analizando lo que hicimos durante la relación y después de ella.
Sé de sobra que es remover cosas del pasado, remover porquería que huele mal, pero es que seguir idealizando al ex nos está estancando en nuestro avance, no nos deja cerrar la puerta de una relación que se acabó.
No se trata en ningún caso de auto flagelarse, si no de ver las cosas buenas y malas de cada uno, poniéndonos a nosotros y a nuestro ex en el lugar que corresponde de realidad, intentando ser lo más objetivos posibles.

Cuando se analizan en profundidad las situaciones, siempre desde la butaca cómoda de la distancia, se llegan a conclusiones interesantes, que nos pueden ayudar a dar un pasito más hacia nuestra recuperación y, sobre todo, a no repetir los mismos errores en otra relación futura.

viernes, 29 de diciembre de 2017

La idealización... (Parte I)

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Inteligente, sensato, sociable, siempre con la palabra precisa en el momento adecuado, una persona de ideas muy claras, guapo, alto, con grandes capacidades, cariñoso... así veía yo a mi ex.
Si bien lo veía así cuando estábamos juntos, cuando él me dejó estos sentimientos se acrecentaron exponencialmente.
Estando con él, yo tenía la sensación que no podía tener más suerte en la vida de poder estar con una persona como él. Me había tocado el Gordo de Navidad!. Llegaba incluso a pensar que una persona como yo no merecía tener a su lado a una persona como él. Y cuando me dejó, tenía la sensación de haber perdido un diamente en bruto, un lingote de oro de valor incalculable.
Así tuve que digerir mi ruptura, con la sensación de una enorme pérdida, imposible de reemplazar.

Realmente él era así?, que me estaba pasando?. Pues, que estaba idealizando a mi ex.
Durante una relación, hasta cierto punto es normal idealizar a la pareja, simplemente porque estás enamorad@ de esa persona, y los defectos se minimizan.
Pero las personas no somos perfectas y todos, absolutamente todos tenemos defectos.  Créeme que tu ex no está exento de ellos.
Durante nuestra relación yo lo tenía idealizado, sobre todo al principio, y después comencé a ver defectos en él, que si bien no me gustaban convivía con ellos porque desde mi punto de vista no eran graves y porque partía del hecho indiscutible que él era ante todo un ser humano.
Este proceso que acabo de describir debería ser el normal en las parejas, primero idealizar bajo los efectos del enamoramiento inicial para después dar paso a una visión más realista de esa otra persona. 
Aprender a convivir y aceptar los errores del otro son esenciales para que una relación sana funcione.

Cuando él rompe la relación, esa idelización se multiplicó por 10. Simplemente dejé de ser ver esos defectos que él tenía. Que está pasando aquí?.

1. Falta de autoestima. Partiendo de la base que los dejados muchas veces podemos sufrir una baja autoestima por la ruptura, se puede aplicar la fórmula matemática del más es menos: él/ ella es más (idelización), pues yo soy menos.
Cuanto más ensalce a mi ex, cuanto más alto lo ponga en un pedestal, más pequeñ@ soy yo, más insignificante, menos valioso soy.
Cuanto más alto esté mi ex, más bajo estaré yo, y así seguiré alimentando mi falta de autoestima.
Al final tendremos la sensación que nuestro ex tenía razón en habernos dejado, porque somos poca cosa, no merecemos estar con una persona como ellos.

2. Recordar la ausencia. Mi inconsciente me recuerda una y otra vez lo que he perdido. Y lo hace recordándome lo tan valioso que ya no tengo.
Mi inconsciente me juega malas pasadas, y me recuerda que esa persona ya no está, y lo hace haciendo hincapié en el agujero tan grande que me ha dejado su lejanía.

3. La culpabilidad. Partiendo del hecho que los dejados nos sentimos muy a menudo culpables de la ruptura, el idealizar a la ex pareja nos hace sentir más culpables aún.
Como ellos son tan perfectos (desde nuestro punto de vista), no se habrán equivocado en tomar la decisión de romper la relación con nosotros.
Nos vemos como personas indeseables, molestas y principales responsables de la ruptura, como por ejemplo pensar que nos dejó porque no fuimos lo suficientemente atentos en la relación, o cariñosos o divertidos, mientras que ellos parece que no han tenido ninguna responsabilidad sobre la relación o la ruptura. Les quitamos esa parte de responsabilidad que es de ellos también para asumir nosotros la culpabilidaad de la separación y así seguir alimentando nuestro sentimiento de culpables.
No es raro que no asumamos que la otra parte también tiene buena parte de responsabilidad sobre el funcionamiento de la relación, concretamente el 50%.

4.  Idealizar la relación. Es evidente que si nos han dejado era porque la relación no iba bien. Puede que no lo hayamos querido ver, pero el que deja siempre da señales.
Cuando estamos dentro de la relación es difícil ver los fallos que hay, y sin embargo, una vez fuera de ella, lo vemos todo con gran claridad.
A mí me pasó, y cuando había transcurrido bastante tiempo desde la ruptura, me pregunté una y otra vez cómo era posible que yo no hubiese visto su frialdad, su distanciamiento?...
Al igual que idealizamos al ex, también idealizamos la relación.

5. La idealización me impide cerrar la puerta. Mientas idealizo a mi ex, y pienso en lo maravilloso que fue, lo guapo que era, lo inteligente que parecía... estoy evitando cerrar una puerta de un pasado que ya no es. Sigo teniendo presente a mi ex en mi vida, y esto me impide rehacer mi camino.
Cuanto más lo idealice, más impediré que otra persona entre en mi vida, porque ningun@ será tan bueno, tanto guapo, tan inteligente... como mi ex.
Es evidente en este caso que la ruptura no está superada y aun quedan flecos por cortar. 

6. Nos dejan huella las emociones más intensas. Seguramente no recuerdes que comiste ayer, pero si recuerdes el primer beso que te dió tu ex, o aquella tarde tan romántica de paseo mientras compartían confidencias, o el día que te dejó... Siempre recordamos aquellas experiencias y sensaciones intensas, son las que más huella nos dejan, y extrapolamos las cualidades y las emociones vividas, idealizando a la otra persona y a la relación.
No es raro deformar la realidad que vivimos mezcladas con las sensaciones que obtuvimos de aquellas experiencias, y esto engloba a nuestro ex y a nuestra relación.

Es sumamente fácil caer en la idealización y sumamente difícil salir de él. Yo lo sufrí durante mucho tiempo. Tuvieron que pasar unos cuantos años para darme cuenta que estaba atrapada en una trampa que yo misma había creado y que no me dejaba seguir avanzando en mi recuperación.
Es importante poder reconocer cuanto antes esta sensación para poder seguir avanzando. Os aseguro que no es fácil salir de él y que supone un enorme esfuerzo por nuestra parte, pero no es imposible.