sábado, 28 de mayo de 2016

El que mucho corre, pronto para...



Un error lo puede cometer cualquiera, y yo no he sido la excepción, yo hice muchas cosas de las que después me arrepentí. Por suerte, nunca me machaqué por ello, simplemente intenté entender mis decisiones en función del contexto en que las tomaba…

Un gran error después de la ruptura, fue correr más de lo que realmente debía. Y es que 6 meses después que mi ex me dejó conocí a una persona, a un chico de mi edad, con el que no tenía nada en común, pero al que yo veía como mi futura pareja.

Conocí a esta persona de casualidad, sin buscarla. Y empezamos a quedar para tomar algo, o ir al cine.
Lo cierto es que esta persona realmente no me aportaba nada, apenas teníamos cosas en común, pero en aquel momento me daba algo de diversión, ya que me sacaba de casa para salir, alimentaba en mí una pequeña ilusión y de alguna manera también me olvidaba de mi ruptura. O eso yo creía…

A los 6 meses de mi separación, yo no lo tenía superado, aún sufría y echaba mucho de menos a mi ex. Notaba su ausencia, y de alguna manera lo seguía esperando. No estaba en condiciones de comenzar una nueva relación con nadie, en embarcarme en una historia de la que, con total seguridad, saldría mal parada…

Una noche, salimos a cenar, él, muy amablemente me dijo que me llevaría a casa, asique acepté a subir a su coche, como ya lo había hecho en otras ocasiones. Pero aquella noche, el chico no quería terminar tan pronto la velada… tenía planes conmigo…
No sé cómo sucedió, ocurrió tan rápido que apenas tuve tiempo de darme cuenta, pero el coche se paró en una especie de descampado. Allí se juntaron la testosterona y el calentón de él, y la soledad, el dolor y el vacío míos. Los dos perseguíamos el mismo objetivo, pero por motivos bien distintos… era evidente, que la cosa no podía salir bien.

En el asiento trasero del coche, ocultos tras los cristales empañados, yo me imaginaba que era mi ex a quien besaba, a quien abrazaba y deseaba. Después de 6 meses, su ausencia y el vacío que había dejado en mi corazón, habían provocado en mí tal soledad, tan necesidad de su compañía, que quise ver en aquella persona a alguien que realmente no era, y mientras me dejaba engañar porque lo quería ver, le besaba tan frenéticamente, que él chico se asustó, pensó que quizás iba a comérmelo... Supongo que en aquel momento habrá pensado que yo era una especie de depredadora sexual, o algo parecido.
Pero haciendo honor a su virilidad, y no queriendo quedar como un hombre asustadizo y cobarde, el chico en cuestión no quiso quedarse atrás. Y prosiguió con la  faena, quizás pensando que aquella noche había tenido mucha suerte al encontrar a una chica tan fogosa, tan dispuesta y tan insaciable como yo…

En un momento, escuché cómo él se bajaba la bragueta. Yo abrí los ojos, y mi sorpresa fue mayúscula cuando me di cuenta que a quien estaba abrazando y besando tan frenéticamente, era un sustituto de mi ex, con quien yo misma estaba intentando engañarme. 

De inmediato paré la situación, le dije al chico que no podía seguir. Imaginaos la situación: él, con una Torre Eiffel entre las piernas a punto de estallar, y yo, con los ojos llenos de lágrimas al verme tan vulnerable.
Sentí que la parte trasera de un coche acompañada por un chico por el que no sentía nada, no era lugar para mí. Estaba confundida, sensible y sobre todo dolida. Miré a través de la ventana empañada y solo vi oscuridad. Pero también me percaté que estar dentro de ese coche no era mucho mejor que la oscuridad que me acechaba en el exterior. 
En esos momentos de silencio, en el que chico no entiende lo que pasa, y parece que yo empiezo a entenderlo todo, comprendo que mi estado anímico está tocado, y que hay que respetar sus tiempos de recuperación. 

Debo afrontar que mi ex me ha dejado, y que no va a volver. Buscar un sustituto para encontrar atajos en mi recuperación, no hará más que hacerme daño, no me aportará nada a nivel personal y sobre todo, conseguirá que me sienta una muñeca de trapo a merced de los chacales dispuestos a despellejarme para sacar una buena tajada del suculento manjar servido en bandeja de plata. 

Con lágrimas en los ojos empecé a abrocharme la camisa, quería salir de allí. No quería atajos, no quería caminos fáciles que no me enseñaran nada, quería aprender, quería aceptar la situación, quería andar el camino difícil, el pedregoso, en donde costaría caminar cada paso, en donde tropezaría varias veces con las piedras, en donde me haría daño, pero volvería a levantarme, para finalmente llegar al final del trayecto, mirar hacia atrás, hacia el camino andado, y no poder reconocer a la persona que comenzó el camino en el pasado, y ver en mí misma a una persona más madura, que ha evolucionado, que ha aprendido, y aunque con algunas cicatrices y heridas, pero con una sonrisa en los labios, pueda decir: “Vencí!”. 

PD: Para los que quieran saber qué pasó con el joven muchacho ardiente en deseos de terminar la faena, les diré que yo me bajé del coche. Él estaba bastante confuso porque no entendía que estaba pasando. Pero comprendió que yo no tenía ningún interés en seguir.
Nos despedimos, pero la situación era muy extraña para ambos. No volvimos a vernos, hasta que semanas después me lo crucé. Él estaba con un amigo, y escuché como, altivo y orgulloso, le decía: “Mira, con esa me enrollé!”.

domingo, 22 de mayo de 2016

Yo no me lo merezco... (Parte III)

Hoy no voy a hablar de mí. Pero si me gustaría compartir con vosotros una historia que le ocurrió a un buen amigo mío hace unos 4 años, y que espero os pueda servir de experiencia.

Mi amigo, vamos a poner que se llama Luis, llevaba casado con su mujer 17 años, y tenían dos hijos en común. Desde hacía unos 2 años el matrimonio estaba pasando por una crisis pero nada grave que no se pudiera solucionar. Él, que aún estaba enamorado de su mujer, no se imaginaba lo que le iba a pasar poco tiempo después.

El 1 de agosto de 2012, a puntito de comenzar las vacaciones, ella le plantea el divorcio. Luis se queda en estado de shock, no se lo esperaba.
Su mujer ya tenía abogada y los papeles medio preparados, por lo que ella llevaba tiempo mascando el divorcio.
Su mujer intentó acelerar la situación lo antes posible, intentó por todo los medios que Luis firmara los papeles del divorcio cuanto antes, y es que ella, quería aprovechar la confusión de mi amigo para sacar una buena tajada...

El día 1 de septiembre de ese mismo año firmaron los papeles y ya estaban legalmente divorciados.
Es decir, en un tiempo record.

Luis, ante la confusión del divorcio que no se esperaba, firmó algo que jamás debió haber firmado.
El matrimonio vivía en un chalet de semilujo que Luis había pagado durante años de trabajo, y del cual fue "echado" nada más firmó el divorcio, y se tuvo que ir a vivir a casa de sus padres, porque no podía pagarse un alquiler.
Ella se quedó con la custodia de sus hijos, por lo que Luis debe pasar una pensión de 1700 € al mes en concepto de gastos alimentarios (sé que muchos de los que entrais aquí lo haceis desde América, pero si haceis la conversión a vuestra moneda vereis que es un dineral, yo no gano eso...).
Además ella se quedó con los dos coches del matrimonio, uno de ellos costaba unos 30.000 €.

Cuando mi amigo quiso reaccionar y darse cuenta de lo que había firmado, ya había pasado un año. Ella dejó de trabajar, y vive de la pensión que le pasa él. Ha rehecho su vida con otro hombre, el cual entra en la casa a la que Luis no puede entrar.
Y para colmo de males, a consecuencia de la crisis, Luis tiene que trabajar al día unas 16 horas diarias, y se las ve en figuritas para poder pagar los 1700 € al mes. Ella le ha denunciado por impagos y a él le han embargado en alguna ocasión.

Desde hace unos 3 años, está de juicios y abogados para poder cambiar la situación. No lo ha conseguido.
Los niños tienen 16 y 12 años, por lo que esto va para largo...

La historia de mi amigo no es una excepción. Conozco a mucha gente que terminó mal parada después de un divorcio.

Por qué os cuento esto?, porque no nos podemos fiar. Si tenemos bienes en común con nuestro ex, hay que andarse con cuidado.
Pensad, que nuestro ex toma la decisión de romper, por lo que nos lleva tiempo de ventaja en relación al duelo, y es precisamente por ello, por lo que podría aprovechar para sacar tajada.
Lo que firmemos, algunas de las decisiones que tomemos en ese momento... podemos estar pagando sus consecuencias durante años...

Es difícil, sobre todo cuando llevamos poco tiempo de ruptura, ver a nuetra ex pareja como una persona que podría aprovecharse de nosotros.
A pesar de que nuestros amigos y familiares nos adviertan que nuestro ex no está jugando limpio, nos cuesta ver que si antes nos quería, era amable y cariñoso con nosotros, ahora sea capaz de hacer una cosa así. Pensamos que "no puede ser", "cómo va a hacer algo así...?".
Estamos en estado de shock, un estado que no nos deja ver la realidad con claridad.

Por ello, si teneis bienes en común, por favor, no firmeis nada sin el consejo de un abogado. Aunque os cueste, no os encerreis a la realidad distorsionada que estais viendo, escuchad a las personas que os rodean cuando os hagan una advertencia.
Aunque es difícil, intentad ver la situación desde una perspectiva alejada y objetiva, es el único modo que tenemos de poder ver con claridad si nos están engañando.

No firmeis nada sin antes estar bien asesorados, vuestra ex pareja os quiso mucho en el pasado, os cuidó, os mimó, estuvo a vuestro lado... pero ahora la realidad es bien distinta, ya no nos quieren, y en algunos casos (no en todos) si hay bienes dejarán los recuerdos, el cariño, el amor, los maravillosos momentos vividos... a un lado, para luchar por algo que les interesa mucho más, y si ese algo supone quitaroslo y sumiros en la desdicha durante mucho tiempo, os aseguro que muchas veces no tendrán escrúpulos.

Nuestros ex ya no son nuestros amigos, no lo olvideis nunca.

lunes, 16 de mayo de 2016

Yo no me lo merezco... (Parte II)

Durante los meses previos a la ruptura, ya había sufrido algún que otro desplante por su parte, malas contestaciones, frialdad, distanciamiento, falta de interés...
En mi caso particular, no fue fácil achacar este compartamiento a una crisis de pareja, ya que por aquel entonces él tenia muchos problemas en el trabajo, de hecho la misma semana que me deja, renuncia a su trabajo, se marcha de la ciudad donde estaba viviendo y se vuelve a casa de sus padres.
Mucho cambio en poco tiempo. Por eso en mi caso no fue fácil verlo, aunque señales daba...

Pese a estar sufriendo desplantes por su parte meses antes de la ruptura, lo díficil, lo gordo, y lo lamentable vino después, después que me dejó.

A mí mi ex me dejó por teléfono. No dudo que romper con alguien es difícil, tener que afrontar la situación cara a cara es todo menos fácil. Pero en qué posición me dejaba a mí?, quiero decir, si te dejan por teléfono, por mensaje o por email, cómo se siente el dejado?. Pues en mi caso sentí que no valía nada, que ni siquiera era merecedora de una explicación cara a cara, que ni siquiera me merecía una charla sincera por su parte. Me despachaba por teléfono, como una llamada de venta de telemarketing, como si los últimos 6 años de mi vida no hubieran merecido la pena.
Romper una relación con alguien no es un camino de rosas, pero si se exigen buenas maneras y elegancia. Pero sobre todo, respeto, por lo vivido, por lo compartido...
Darle a la otra persona la oportunidad de poder preguntar, de poder entender el motivo por el cual te dejan es fundamental para evitar problemas posteriores.
En mi caso desgraciadamente no fue así.

Pero lo peor vino después de esa llamada. Durante una semana intenté quedar personalmente con él, porque había muchas cosas que no me quedaban claras. Se negaba. Me daba largas continuamente.
Hasta que no le quedó otra que quedar conmigo.
Se iba a casa de sus padres, y tenía que pasar por mi ciudad. Esa fue mi oportunidad.

Para que entendais en el lugar que me dejaba, había líneas regulares de autobuses que salían de mi ciudad hacía donde vivían sus padres. Uno cada hora. Pues bien, él sacó el billete de las 8 de la tarde, podía haber sacado más tarde, pero no, sacó a esa hora, el motivo?, porque conmigo queda a las 7... es decir, que me da un margen de menos de una hora para poder hablar, margen que evidentemente acortó en solo 20 minutos, ya que se dedicó a hablar de tonterías durante más de 30 minutos, evitando el tema de la ruptura a toda costa, para largarse 15 minutos antes de que saliera el autobús.Total, casi no se habló de nada.

La corta charla que tuve con él no tuvo desperdicio. De su boca escuché cosas que jamás olvidaré. Cosas a las que me aferré para superar la ruptura.
Cuando le pregunto qué va ser de nosotros, que pasará con nuestra relación, me responde que ya me lo ha dejado bien claro, que no lo va a repetir más veces, que esto es lo que hay. Por supuesto me lo dice de muy malas maneras, con una frialdad que a mí me dejó totalmente descolocada, con un desprecio que jamás olvidaré...
Cuando le digo que no sé que voy a hacer sin él (por favor, tened en cuenta el contexto de esta frase, yo estaba destrozada y hacía menos de una semana que me había dejado por teléfono, con unas explicaciones bastante pobres), su respuesta fue: Y a mí que me cuentas??, ese es tu problema!!.
El tono con el que me dijo la frase, el desprecio, la frialdad... se me quedó grabado para siempre en mi mente. Yo no podía creer que la persona que tenía delante de mí hubiese estado conmigo durante más de 6 años... Simplemente increible.

Después de aquello recibía llamadas o mensajes una vez por semana. Siempre que hablaba con él me trataba con desprecio, con frialdad... En una ocasión me soltó un rosario de quejas hacía mí, me dijo cosas muy duras, que jamás olvidaré, cosas de las que nunca se había quejado en más de 6 años de relación, pero me las soltaba sin anestesia, después de haberme dejado... cosas que yo ya no podía cambiar, cosas que yo ya no podía mejorar, porque ya me había dejado.
Creo que no hay nada más ruin que te hagan eso, que se quejen de ti cuando ya no puedes hacer nada, porque estás fuera de la relación.
Mientras yo escuchaba ese rosario de quejas no podía parar de llorar, no podía parar de llorar por la impotencia, por la injusticia y porque evidentemente me estaba haciendo daño, no solo con lo que estaba escuchando, si no también con la manera que tenía de decírmelas. A él poco le importó que me estuviera lastimando, simplemente me dijo que no volvería a llamarme. Y cumplió su promesa.

En otra ocasión, hacía meses que no teníamos ningún contacto el uno con el otro, ni llamadas, ni mensajes, ni nada. Pues bien, aquella vez fui yo quien contactó con él, hablamos por mensaje, y yo notaba que tardaba muchísimo en contestarme, y por supuesto cuando lo hacía lo hacía con monosílabos.
Cuando le pregunto si puede hablar, si está ocupado, que si quiere hablamos en otro momento, me responde que si, que está muy ocupado porque está jugando a un videojuego en la consola... Me sentí tan humillada, tan despreciada, que automáticamente colgué la comunicación y esa fue la última vez que hablé con él.
No es de recibido que después de 6 años de relación te traten así.

Yo no fui una novia perfecta, soy humana y me equivoco. Pero tengo clara una cosa: Yo lo quise muchísimo, más de lo que realmente yo me imaginaba, daba por él lo que fuera, y si tenía que hacer 1200 km. en un fin de semana para poder verlo lo hacía.
Si, muchas cosas las hice mal, pero no lo hice queriendo, si no porque no me daba cuenta, y porque jamás él se quejó.
Nunca le mentí, nunca lo engañé, siempre lo apoyé en todo, y siempre estuve a su lado, en las malas, en las buenas y en las regulares. Por eso no entiendo ese trato que recibí por su parte después de haberme dejado, ese desprecio, esas malas maneras, porque si bien yo me equivoqué en algunas cosas, y admito mi error, no es suficiente y en ningún caso justifica el trato humillante y lamentable que recibí después.

Yo no me lo merecía.

domingo, 8 de mayo de 2016

Yo no me lo merezco... (Parte I)

A nadie le gusta que lo traten mal. A mí tampoco.
Pero si las malas maneras vienen de la persona a la que tanto has querido, y con la que tanto has compartido, la cosa puede ser difícil de digerir y de entender.

Hablé hace unos cuantos post atrás sobre las señales que dan nuestros ex antes de dejarnos. A veces seremos capaces de verlas, y otras no o no querremos verlas, pero casi siempre hay un denominador común: las malas maneras.

Cuando mi ex me dejó recibí muchas malas contestaciones, reproches, quejas, e incluso llegó a gritarme en alguna ocasión. Yo era incapaz de reconocer a mi ex en aquella persona.
Él, que había pasado por su duelo antes que yo, se ponía en una situación dominante, y no dudaba en aprovecharse de mi vulnerabilidad emocional para sacar tajada.
Qué tajada sacaba?, pues bien, para empezar me echó la culpa de casi todo, por supuesto, él lo había hecho todo bien, todo perfecto. De esta manera, él se quitaba el peso de haberme dejado y lo descargaba en mí. Él me dejaba porque yo había hecho esto o lo otro, o porque no había sido de una manera o de otra, en resumidas cuentas, porque era mi culpa.
Con el paso del tiempo, jamás escuché de sus labios un "lo siento", o "perdóname por haber sido tan brusco". Todo valía.

Aprovechando mi vulnerabilidad emocional, me gritaba, me reprochaba cosas de las que nunca se había quejado en más de 6 años de relación, y por supuesto, una vez más, sin sentirse culpable o mal por estar haciéndolo. Mientras tanto, yo aguantando el chaparrón, porque para eso estaba...

Está claro que la balanza en este caso está totalmente desequilibrada. Mientras el que deja ha pasado por varias fases del duelo, se siente fuerte y superado, mucho más que el dejado, quien, además de tener que digerir la ruptura, en muchas ocasiones se ve pisoteado y maltratado por la otra parte.

El dejado, que se mantiene firme en la esperanza de recuperar a su ex pareja, aguanta carros y carretas. Aguanta gritos, reproches, malas maneras, y no tarda en asumir toda la culpabilidad de la ruptura con tal que la otra persona vuelva a su lado.

El dejador, que también siente frustración por la ruptura, no duda en descargar su ira contra el ser más débil, quien además, al estar dolido por la separación y sentirse culpable por ella, no duda en soportar esta situación, porque cree que se la merece.
El dejador tiene la sartén por el mango, él decide cuando se rompe la relación, en qué términos, cuando aparece con llamadas, mensajes... y cuando desaparece.
Mientras que el dejado, dolido, va detrás del dejador y tragando con todo.

No digo que el dejador haga todas estas cosas de mala fe, en realidad, creo que lo hace de manera totalmente inconsciente. No sé da cuenta que está abusando y aprovechándose de una persona que está emocionalmente destrozada.
Que el dejador se sienta frustrado, confuso, asustado... por la ruptura, no es motivo para tratar mal a la otra persona, más teniendo en cuenta que esta se encuentra en una situación de vulnerabilidad emocional total.
Aunque tampoco negaré que en otras ocasiones sacarán tajada conscientemente de lo que hacen... Pero hablaré de ello con detale en el próximo post.


Yo viví muchas situaciones humillantes después de la ruptura, yo no era capaz de verlas, pero con el paso del tiempo me di cuenta de ello, y además de sentirme estúpida me sentí utilizada, maltratada y pisoteada.
Sé que es difícil reaccionar, pegar un puñetazo en la mesa y pararle los pies a tu ex cuando ves que te está tratando mal, pero si lo veis, por favor, no dudéis en hacerlo, en decirle que se está pasando y que hasta aquí hemos llegado.
No dejéis que se aprovechen de vuestra situación menos favorable para que ellos descarguen todas sus frustraciones en vosotros, no nos lo merecemos!.
Nuestro ex no tiene ningún derecho a gritarnos, a decirnos cosas hirientes por el simple hecho de hacer daño o porque la situación le supera, siempre aprovechando que la otra persona está más débil. Que él no se encuentre bien porque la situación que está viviendo está siendo dura para él, no es culpa nuestra, y al fin y al cabo, nosotros también estamos dolidos, mucho más que ellos...

viernes, 29 de abril de 2016

Pero... qué me pasa?...

Cuando recibes una llamada de teléfono, en la que te comunican que tu relación de más de 6 años se ha roto, y en la que no te dan demasiadas explicaciones, todo lo conocido hasta entonces se desvanece para siempre.

Notas que te falta algo, una parte importante de ti, es como si te hubieran arrancado de cuajo una pierna o un brazo...

Si bien al principio estaba en un completo estado de shock, situación que se alargó durante unos 3 meses, y en el que intentaba asimilar todo lo que me estaba pasando, una vez superada esta fase entré en la deseperación. Sufría continuas crisis de ansiedad y era incapaz de poder domir.

Una vez había asimilado que me había dejado, y que tenía que continuar mi vida sin él, comencé a sentirme perdida, sin rumbo.
Yo tenía unos planes de futuro con él, unos planes que se fueron por el desagüe en el mismo momento que él me llama por teléfono y rompe la relación.
Tenía que asumir que la relación se había roto, pero también que tenía que hacer otros planes sin él.

Fue entonces cuando empecé a hacer cosas extrañas. Cosas que  hacían que no me reconociera a mí misma.

Un sábado por la mañana me desperté muy temprano, una vez más, insomnio. El mismo que venía sufriendo desde hacía unos 6 meses, tiempo que hacía que mi ex me había dejado.
No paraba de dar vueltas en la cama.
Cansada, me levanté, desayuné, cogí el coche y empecé a conducir sin rumbo.
No le había dicho a nadie a donde iba, yo solo conducía.

Cuando ya llevaba un buen rato conduciendo paré. Paré en una ciudad, me bajé del coche y me puse a caminar sin rumbo. Caminé, caminé y caminé.
Estuve paseando por la ciudad, recorriendo sus calles, y viendo a la gente pasear.
Cuando ya estaba por caer la noche, volví al coche, arranqué y conduje dirección mi casa.

A las 9 de la noche aún no había vuelto a casa. Mi madre, preocupada, me llamó por teléfono. Me preguntó donde estaba, y para su sorpresa descubrió que su hija, perdida, sin rumbo, había hecho 400 km. de ida y otros 400 km. de vuelta en unas pocas horas.

No era normal que yo me fuese de casa sin avisar, y menos que me hiciera esos kilómetros en un solo día para no hacer nada. Solo conducir.

En otra ocasión, también cogí el coche sin rumbo. No me fui tan lejos, pero unas vez hechos unos cuantos kilómetros me salí de la carretera y me metí por un camino de tierra.
No sabía adonde iba ese camino, si terminaba o desembocaba en algún lugar, solo sé que llegó un momento en el que no podía avanzar más, asique paré el coche debajo de unos arboles y comencé a caminar siguiendo el camino.

En todo el trayecto no me crucé con nadie. Estaba sola, en medio de un bosquecillo. De repente en mi camino me encontré una piedra enorme,  y decidí sentarme en ella a descansar.
No tardaron en brotarme las lágrimas de los ojos y empecé a llorar.
Rodeada de tanto silencio, de tanta soledad, comencé a sentirme muy triste por la situación que estaba viviendo, preguntándome porque mi ex ya no me quería, porque no quería estar a mi lado.

Sentada en aquella piedra, en medio de ninguna parte, me sentí tremendamente sola, y sobre todo, echandole mucho de menos.
Me preguntaba si volvería a verle, si él se arrepentiría y querría volver a mi lado...
Recuerdo que me ví a mí misma bastante penosa, llorando, sola, como una loca, en mitad de un bosquecillo.

Cuando me tranquilicé un poco decidí volver al coche de nuevo por el mismo camino, trayecto que hice llorando. Recuerdo que las lágrimas no me dejaban ver muy bien por donde pisaba.
Llegué al coche y volví a casa.


No os sintais mal si haceis cosas extrañas, como veis a mí también me pasó...
Me encantaría que vosotros también me contarais alguna experiencia extraña que hayais hecho en aquellos momento de "sin rumbo".