miércoles, 12 de abril de 2017

La falsa culpa del dejado...

Siempre que se produce una ruptura se busca un culpable. Es como cuando algo se rompe y deja de funcionar, por ejemplo un televisor, intentamos descubrir que cable se ha cortado, qué circuito se ha quemado… y ha producido que la tele ya no funcione.
Con las rupturas pasa un poco lo mismo.

A la gente le encanta especular sobre los motivos que han empujado a que la relación se haya roto: porque ella era muy celosa, porque él era muy posesivo… siempre buscamos un motivo.
Pero no hace falta irnos muy lejos. Los componentes de la ruptura también sienten culpa.
El dejado porque cree que ha hecho, no ha hecho, ha dicho, no ha dicho, ha sido o no ha sido como la otra persona esperaba que fuese, dijese o tuviese para seguir con ella. En definitiva, porque no ha estado a la altura de lo que su ex pareja esperaba de ella.
El dejado siente la culpa cuando ve que no ha sido la persona elegida para continuar con su ex pareja.

Como sentimos la culpa de no haber sido lo que se esperaba de nosotros, automáticamente sentimos que no valemos nada, que somos poca cosa, en definitiva, nos merma nuestra autoestima.
Yo me sentí tremendamente culpable por la ruptura, creía que mi ex había dejado de quererme porque yo era una persona horrible, y desgraciadamente tuve esa sensación durante mucho tiempo, más del que yo hubiera deseado...
La culpa en el caso del dejado es terrible, porque a la tristeza propia de una ruptura, se le suma la culpabilidad de que nos hayhan dejado de querer.

Pero el dejador tampoco se queda atrás. El dejador siente culpabilidad de romper, de dejar a una persona a la que ha querido, y que en muchas ocasiones no es la responsable de que se haya dejado de querer.
El dejador sabe que está rompiendo una relación en la que se ha puesto ilusión, en la que seguramente había proyectos de futuro, y se siente totalmente culpable de dejar a una persona hecha polvo.
No es nada agradable ver a la persona a la que has querido tanto, con la que tanto has compartido, llorando sin cesar y pidiéndote una segunda oportunidad que segurantemente nunca le darás. No es fácil.

La culpa del dejador puede manifestarse de varias maneras:

1. Lo reconoce. Generalmente lo hace de manera verbal con un "lo siento mucho". Lo dice a las claras que se siente culpable de romper la relación.

2. No lo dice verbalmente, pero se muestra demasiado amable. Como entiende la posición del dejado, intenta ayudarle, le llama por teléfono para saber como está, está muy pendiente del dejado. No es raro que plantee una relación de amistad con su ex pareja para quitarse culpas.

3. Reacciona con violencia. No dice que se sienta culpable porque no puede o no sabe expresarlo, o simplemente no sabe que siente esa culpabilidad. Como tiene esa bomba de relojería dentro de sí mismo y no sabe como gestionarla, reacciona con violencia, con malas maneras, tratando mal al dejado, porque en el fondo, para él, el dejado es el responsable de su malestar (culpabilidad).
Cuando un dejador reacciona con violencia, muchas veces es la manifestación de la frustración de no saber como gestionar el sentimiento de culpabilidad. Y que mejor que descargar en la persona que está provocándole ese sentimiento...

4. Echándole la culpa al dejado de todo. Es bastante común, y a mí me ha pasado, que el dejador le echa la culpa de todo al dejado. "Te dejo porque eres de esta manera o de otra (cuando el dejado siempre ha sido así, no ha cambiado)", "te dejo porque siento que no me quieres"...

Me gustaría pararme detenidamente en este último punto. Por qué el dejador le echa la culpa de todo al dejado?. Puede que en algunos casos tenga razón, que el dejado haya sido advertido de su comportamiento en muchas ocasiones y éste no haya cambiado. O puede (como ha sido mi caso) que se entere en ese preciso momento que a su ex le molestaban determinadas actitudes de uno...
No niego que efectivamente algunas actitudes nuestras les molestasen, pero no es nada raro enterarse de este tipo de cosas una vez te han dejado. Algo que le quita totalmente la razón al dejador, porque si nunca se ha quejado, a qué viene ahora esto?...
En realidad hay parte de razón en estas quejas, quiero decir, efectivamente le molestaban determinadas cosas nuestras, pero también hay buena parte de excusas.

En este caso el dejador, en lugar de decirle al dejado abiertamente que lo deja porque no lo quiere, se busca excusas para justificar la decisión que está tomando.
Y para justificarse se pueden buscar la excusas más tontas que os podais imaginar. Hace poco hablaba con una chica que me contaba que su ex pareja la había dejado con el pretexto de que a ella no le caían bien los amigos de él... Sin comentarios.

También el dejador puede echar la culpa al dejado por una cuestión de falta de madurez. Quiero decir, "no asumo mi responsabilidad de romper porque no puedo, pues que lo asuma otro!". 
Es fácil echarle la culpa al de lado antes que asumir nuestra propia culpabilidad por lo decidido.

El problema de estas excusas, es que sobre todo al principio, causan mucho daño al dejado. Si éste ya de por sí se siente mal por haber sido abandonado, se siente aún peor por verse el culpable de haber provocado tal situación. Es necesario que pase cierto tiempo para darnos cuenta del "engaño", que no hemos sido nosotros los únicos culpables, y que es mejor cambiar la palabra "culpable" por "responsable", que es más apropiada.

Ambas partes han sido las responsables de haber llegado a la situación que se ha llegado, cada una en su justa medida deberá asumir su parte de responsabilidad. No os creais todo lo que os dicen, que nosotros no somos ni tan perfectos ni tan malos como se nos quiere hacer creer, ni ellos tan buenos ni tan culpables. Aquí cada debe asumir su papel, su parte del pastel.

viernes, 24 de marzo de 2017

Una misma ruptura, dos puntos de vista diferentes...

Como todo en la vida, siempre que existe un hecho, hay tantos puntos de vista diferentes como personas haya involucradas... Siempre es así, y una ruptura no iba a ser distinto.
Para colmo, en una ruptura casi siempre hay dos papeles bien definidos: el dejado y el dejador. Mientras el primero, a ojos de los demás, es la víctima, el que sufre, el pobrecito... el otro, el dejador, es el malo de la película, y ni que decir tiene si encima nos ha dejado por otra persona!, además de malo es un mentiroso, un infiel y un desleal!.

Es evidente que si en una separación preguntamos por separado a las dos partes cómo han vivido y sentido la ruptura, obtendremos dos respuestas totalmente distintas.Y no me refiero al hecho básico que uno es el dejado y el otro el dejador, si no que me refiero a los motivos de la separación, de las maneras, de lo que se dijo, de las reacciones...

Intentaré explicarme un poco mejor con un ejemplo que me sucedió a mí.
Mi ex, aparentemente, me deja porque llevaba tonteando con otra chica desde hacía unos meses, no tenía ninguna posibilidad de salir con ella, de hecho, cuando ella se entera de las intenciones de mi ex, automáticamente no quiere saber nada con él, y dejan de verse.
Él, justificó esta situación, que insisto, venía repitiéndose desde hacía unos meses sin yo saberlo, diciéndome que la relación entre nosotros no estaba bien, que nunca pasó nada entre ellos y que rompía conmigo porque claro, había sido desleal y la relación no podía continuar.
Es decir, él, que me había estado mintiendo durante meses y no se había portado bien conmigo, justifica su comportamiento, le da la vuelta a la tortilla y queda como el bueno de la película. Evidentemente, esta  no es ni mucho menos mi visión de la misma situación, ya que dificilmente yo puedo justificar una deslealtad como esa, sea cual sea el motivo que la originó.

Por su parte, en su día me echó en cara un montón de cosas malas de mí que en 6 años y medio de relación jamás se había quejado, como que yo nunca lo llamaba por teléfono, no era afectuosa con él o que nunca le había dicho que lo quería. Es decir, que si fuera él y no yo quien escribiera en este blog, seguramente la versión de mi separación sería complemente distinta, aun cuando estamos hablando de la misma ruptura y de la misma relación... Insisto, separando la situación obvia que él es el dejador y yo la dejada.

Es evidente que él tenía su punto de vista de las cosas. Y yo tengo las mías... Pero, quien dice la verdad?, él?, yo?, ninguno?, los dos?... Cuánto exageró él y cuánto exageré yo?.
Él, movido por alejarse del papel del malo de la ruptura, cuanto minimizó sus malos actos y cuanto resaltó los míos?, y yo, debido al dolor provocado por la ruptura, cuánto resalté su parte mala y cuánto minimicé mis errores?...
Está claro que ninguno de los dos tiene la verdad absoluta, pero cada uno ha vivido la ruptura a su manera y eso es algo innegable.
A mí personalmente me hubiera gustado el haberme sentado con él y haber hablado de este tema tranquilamente, y no en una estación de autobuses deprisa y corriendo y de mala gana, porque tengo claro que hubiera ayudado a evitar malos entendidos y situaciones e interpretaciones equivocadas por ambas partes. Pero él se negó. Y con las dudas me quedaré de porque hizo las cosas que hizo, o porque me dijo lo que me dijo.

Ya hablé en su día de la importancia de los buenos cierres, aquí tenéis un motivo más: compartir puntos de vista, sentimientos, interpretaciones y evitar ideas erróneas de una misma situación. Yo creo que esto ayuda a hacer un buen cierre de la relación.
Pero que pasa cuando la otra parte se niega a charlar?, pues que no queda otra que cerrar la relación por ti mismo, con TUS interpretaciones, con TUS visiones, con TUS sensaciones...que nada o poco pueden tener que ver con la realidad.

Muchas veces me pregunto, cuánto hay de realidad en lo que yo viví, cuánto hay de exagerado en mis interpretaciones o vivencias?, y sobre todo, hasta que punto me habré creído yo mis propias interpretaciones equivocadas, haciéndolas verdaderas y absolutas?... Muchas cosas sé que pasaron, no me las inventé, pero hasta que punto se desvirtuaron por los sentimientos confusos que yo tenía en el aquel momento?. Es imposible saberlo, más teniendo en cuenta que seguramente si le preguntase a mí ex, él me contaría una versión completamente diferente de la misma situación...
Y aquí viene otra pregunta: hasta que punto me habrá dejado él como la mala de la película cuando comunicó nuestra ruptura a su familia y amigos?, porque claro, él también tiene su propia visión de las cosas, que también las creerá como verdaderas y absolutas como yo las mías. Y hasta que punto habrá ocultado ciertas informaciones de manera totalmente inconsciente (la deslealtad de la que hablaba al iniciar este hilo por ejemplo) para evitar quedar como el malo minimizando sus errores y ensalzando los míos?. Una vez más: imposible saberlo sin una charla sincera y honesta por ambas partes.

Al final, los que no hemos tenido la posibilidad de esa charla, nos quedaremos con la duda, nos veremos, una vez más, obligados a resolver todo solos... 

sábado, 18 de marzo de 2017

Un pasito adelante...

frontar un duelo significa de alguna manera vivir dentro de una burbuja. Uno se aísla del mundo exterior para superar un dolor profundo, intentando cerrar una herida que parece que no quiere cicatrizar.
Parece que el mundo deja de girar, que el sol ya no sale y que todo cuanto acontece en nuestro entorno no existiera.

Yo mi duelo lo he vivido así, con esa extraña sensación que lo único que parece existir en mí soy yo misma, el dolor de la ruptura y el recuerdo de mi ex. Llevo tiempo moviéndome entre estas tres bandas.  Estoy cansada, quiero avanzar.

Me enteré que cerca de mi ciudad se organizan quedadas de solteros todos los fines de semana. Asique decidí que quizás fuera una buena oportunidad para conocer a alguien.
Realmente al principio la idea me asustó, dudé, si, dudé muchísimo si debía ir o no. Llevo mucho tiempo fuera del mercando de las relaciones… Y da un poco de miedo volver a entrar otra vez a formar parte de los solteros interesados en una pareja.

En principio, antes de ir, no me había planteado absolutamente nada. No busco novio, ni un ligue, ni un amante… Ciertamente no sé lo que busco, porque en realidad no estoy buscando nada. Pero pensé que sería una buena oportunidad para salir del fondo de armario donde llevo metida tanto tiempo.
Lo organicé con una amiga, quien tenía claro que está buscando una relación seria. Asique me fui con ella  a la primera fiesta de solteros de mi vida.
Lo organizaron en un pub, en el centro de la ciudad. Me sorprendió la cantidad de personas que había, sobre todo hombres.
Por suerte para nosotras la mayoría eran de nuestra edad.

Era evidente que el número de hombres superaba con creces al de mujeres. Asique como os podéis imaginar no tardé en sentirme bastante solicitada.
Hablé con mucha gente, y mi amiga también. Ella con una postura más agresiva que yo, ya que como os conté, ella tiene claro que quiere tener pareja. En mi caso, y dado que llevo mucho tiempo fuera de juego, me dediqué a escuchar, a preguntar y poco más.
Noté enseguida que la gente que estaba allí no buscaba una relación pasajera, sino algo más estable, y se notaba porque la gente era sumamente respetuosa y se tomaba su tiempo para conocerme.
Acostumbrada a los pubs y discotecas de siempre, donde no tardan en hacerte proposiciones de tipo sexual, aquí no pasó nada de eso, aunque estoy segura que de haberlo propuesto yo, no me hubieran dicho que no. Pero bueno, para mí lo más importante es que la gente hacía las cosas a fuego lento, tal y como yo necesito en este momento.

Pasado un tiempo, mi amiga se quedó en la barra hablando con un chico, y yo me quedé charlando animadamente con 3 jóvenes. Ellos eran amigos entre sí, y noté que 2 de ellos se alejaban para dejar que el tercero ligara conmigo. Quizás porque notaron que entre los 3, yo estaba más interesada en este, asique, como buenos amigos, dejaron que el otro, llamémosle “Raul”, tuviera el campo libre…
Si he de ser sincera, no estaba interesada en ninguno de los 3…, pero bueno, como os indiqué antes, no tenía ninguna expectativa.

La conversación con “Raul” acabó con un intercambio de teléfonos. Al chico le debí gustar mucho, porque al cabo de una hora ya tenía el primer WhatsApp…

Cuando yo conocí a mi ex, hace ya unos cuantos años, no existía el WhatsApp, ni Facebook, ni Instagram, ni Twitter… ni nada que se le pareciera. Por aquel entonces empezaba a haber chats en Internet, y poco más.
Por eso ahora todo me resulta muy rápido. Yo quiero ir despacio pero la tecnología me supera…. Me siento fuera de juego, como si hubiera estado décadas encerrada en una habitación incomunicada al exterior…
En cualquier caso, y dado que soy la que tiene las dificultades porque necesito que todo vaya más lento, tengo claro que el ritmo lo marco yo. Si la otra persona está interesada esperará, de lo contrario ya sabe donde está la puerta.

Me siento rara, muy extraña, quedando con otra persona que no sea mi ex. Hay que tener en cuenta que mi relación se rompió hace mucho tiempo, y desde entonces, he estado fuera de juego.
No busco nada en particular, simplemente necesitataba dar este paso, sentir que mi estoy llegando al final de mi duelo, que puedo continuar con mi vida, con mi camino.
Sin embargo, este continuar mi camino no está exento de controversias, y es que estando en la fiesta de solteros, sentí que le estaba siendo infiel a mi ex... Increíble!. Pero asumo que es el sentimiento extraño que tengo al verme expuesta a una nueva situación para mí. Habrá que tener paciencia...

miércoles, 1 de marzo de 2017

Un punto de vista diferente...

Siempre que me ocurre algo que no llego a comprender, me gusta contar con el punto de vista de otra persona, en este caso, de un familiar mío muy cercano, que además es psicóloga.

Después de haber recibido el mensaje de mi ex, yo notaba que pasaban los días y me sentía realmente melancólica, revuelta, y en cierto modo con gran desilusión.
Tras tantos años juntos, de haber vivido tanto, y de haber compartido tanto, ni siquiera fue capaz de preguntarme qué tal estaba, como me iban las cosas... nada. Solo me deseaba un feliz año nuevo y que pasara una buena noche.

Hablando con este familiar sobre lo que había pasado y como me sentía yo, me dio un punto de vista diferente.
Según ella, que él haya aparecido no es fruto de la casualidad. No podemos saber en que momento vital se encontrará, pero es evidente que hay algo que le ha ocurrido recientemente que le he ha hecho acordarse de mí. Seguramente algo relacionado con una pérdida, una ruptura.

Según ella, una ruptura, o la muerte de un familiar, recuerda las rupturas y las muertes anteriores que hayamos vivido a lo largo de nuestra vida.
Lo vivido en el presente, lo que nos marca claro está, nos recuerda a momentos similares vividos en el pasado.

Este familiar mío se apoya más en la teoría que la relación que mi ex tenía con su actual pareja se ha roto. Simplemente porque si esa persona estuviera a su lado, cualquier situación difícil a nivel emocional (la muerte de un ser querido, la pérdida de alguien cercano importante...), se hubiera apoyado en ella, y no se hubiera acordado de mí, sobre todo teniendo en cuenta que hace años que no nos hablamos ni mantenemos ningún tipo de contacto.
Yo represento para él la persona que estuvo a su lado y que ya no está, y que ya no volverá, lo mismo que seguramente estará viviendo él en estos momentos.

Según mi familiar, los finales de año siempre nos revuelven a todos. Hacemos un balance de lo que hemos hecho y lo que no, y el despedirnos de un año nos hace sentir más melancólicos.
Según ella, en realidad él no quería saber como estaba yo, simplemente se juntó su situación personal difícil con un momento de reflexión de lo vivido y lo hecho a lo largo del año, como es el fin de año.

Esto explicaría porque él no volvió a ponerse en contacto conmigo cuando yo no le respondí a su mensaje, él no quería saber cómo estaba ni le interesaba retomar el contacto, únicamente pensó en él, y en su situación.

Me comentaba mi familiar que mi ex, quien durante la ruptura había tenido una actitud bastante altiva y superada, se ha dado cuenta a través de su ruptura actual el dolor que yo he sentido durante nuestra separación. Es decir, por primera vez se ha puesto en mi piel...
Es una sensación que yo siempre he tenido, la de que él no me comprendía, que él no entendía porque estaba yo tan mal y sufriendo tanto por la ruptura, no se ponía en mi difícil situación... Ahora le ha tocado a él ser el dejado, y por fin se ha dado cuenta del sufrimiento que ha sido para mí todo aquello.

Mi familiar además me añadía el hecho que me haya enviado un mensaje, indica que no tiene un mal recuerdo de mí. Y me lo demostró con una pregunta muy simple:"Tú has pasado malos momentos durante este tiempo que no tienen ninguna relación con la ruptura, cierto?, y a qué no le has enviado un mensaje a él para contárselo?. Eso es porque tú no tienes un buen recuerdo, una buena vivencia, te has quedado dolida, con un sabor amargo... Pero a él eso no le ha pasado, tiene un buen recuerdo de ti, por eso no ha dudado en contactar contigo". Y es cierto... he pasado malos momentos durante este tiempo, y jamás se me ocurrió enviarle un mensaje a él. Él hubiera sido la última persona a la que le hubiera escrito en mi vida!.

"Quédate con eso, que no tiene un mal recuerdo de lo vuestro", me añadió.

"Y su silencio después de ver que no le respondía?, a qué puede deberse?, tan poco le importo?", le pregunté. A lo que ella respondió que evidentemente no puede saberlo, pero que quizás únicamente se acordó de mí en su situación tan difícil, no esperaba una respuesta por mi parte, o simplemente después de haberme enviado el mensaje se arrepintió. Es imposible el poder saberlo.

A mí la conversación con mi familiar me aclaró muchas cosas, muchas dudas que yo tenía.
Pero sobre todo, me hizo ver que la burbuja de "no contacto" que he mantenido durante todo este tiempo para poder protegerme, es tan frágil, tan endeble, que un simple mensaje en el móvil puede romperla. Y lo veo así porque desde entonces me siento especialmente desprotegida, vulnerable y débil, como si hubieran invadido mi espacio, mi terrorio privado.

Si os puedo asegurar una cosa de la que estoy especialmente orgullosa: mi espacio lo defendí, no respondí, no caí en la trampa de contestar a su mensaje, algo que mi familiar valoró mucho: "Si hubieras respondido te hubieras arrepentido enormente. Bien Hecho!". Y me dió un abrazo.

viernes, 17 de febrero de 2017

El mensaje

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Comenté en un post anterior que había pasado unas fiestas navideñas bastante duras, por un lado por la enfermedad de un familiar y por otro por un hecho que ocurrió el día 1 de enero.

Aquella noche, la pasé en casa con mi familia. Todo normal, aunque con la preocupación evidente por el estado de salud de mi familiar que parecía estancarse.
Cenamos, hablamos, jugamos al bingo y la pasamos bien.

Como es normal en esa noche, las líneas de móviles se colapsan por el gran número de mensajes. A mí me pasó, de hecho recibí montones de mensajes de golpe felicitándome el año nuevo con bastante tiempo de retraso.
Compañeros de trabajo, conocidos, familiares... todos me mandaron sus respectivas felicitaciones vía Whatsapp.

Además de los Whatsapp, en mi pantalla del móvil apareció un símbolo de mensaje de texto.
Helada, estupefacta, sin palabras... me quedé cuando vi que el mensaje era de mi ex.
Si, habéis leído bien. Mi ex me mandó un mensaje para felicitarme el año nuevo.

Me dejó hace ya varios años, no hemos mantenido ningún tipo de contacto durante este tiempo, y después de tanto silencio, aparece de la nada y me manda un mensaje para felicitarme el año...

En el mensaje me decía que me deseaba que pasara una buena noche y que tuviera un buen año.
Era un mensaje escueto, que denotaba cierta tristeza, o por lo menos fue lo que me pareció a mí.
En ningún momento me pregunta nada, ni que tal estoy, ni como me va la vida, ni como me va después de tanto tiempo.
El mensaje únicamente pone lo que os he comentado.

No lo voy a negar: no me lo esperaba.

A raiz de este mensaje pasé la noche bastante melancólica, eso sumado a que mi familiar por aquel entonces aun seguía ingresado en el hospital con un mal pronóstico.

Yo, pese a todo, lo tuve claro desde el principio: no responder. Tampoco me preguntaba a mí nada y yo no quería pasar nuevamente por el trago amargo de responder y no recibir respuesta por su parte, algo que ya me había ocurrido varias veces con anterioridad.
Me dije a mí misma que si él quería contactar de verdad conmigo lo volvería a intentar ante mi silencio. De lo contrario sería una intentona por su parte sin grandes expectativas.

Con el paso de los días, me di cuenta que el haber recibido aquel mensaje me había hecho más daño de lo que yo había pensando en un primer momento.
A mí vinieron los recuerdos de la primera etapa de la ruptura, en la que recibía mensajes suyos y yo respondía y no volvía a saber nada más de él. La sensación de desesperación al ver que le importaba tan poco, que ya no me quería y que lo único que recibía por su parte era un silencio.
Y también, por qué no decirlo?, el sentimiento de verme como una persona tonta que respondía siempre a los mensajes sabiendo que, probablemente, no me iba a responder, pero él me tenía tan a su merced que yo respondía una y otra vez...
Volvió la sensación de tristeza, al constatar que, efectivamente, ya éramos dos desconocidos. No sabíamos nada de la vida del otro, a pesar de haber vivido y compartido tanto en el pasado.
Nos habíamos convertido en auténticos extraños
Un simple mensaje de móvil me hizo ver lo lejano que está, lo extraño que me es él ahora. No sé quién es la persona que estaba al otro lado del teléfono, y que en un momento dado decidió teclear un mensaje para mí. Un mensaje que en el pasado era lo más habitual del mundo, pero que ahora se ha convertido en algo tan excepcional que me soprendió el haberlo recibido. 

También me sentí vulnerable, al ver que un simple mensaje me había hecho tan frágil, porque me sentía triste, y revuelta, no como al principio de la ruptura, pero si desestabilizada emocionalmente.
Seguramente para él aquel mensaje no le habrá supuesto más de 2 minutos el haberlo redactado, y sin embargo en mí, tuvo un efecto durante varios días. 

Después de la melancolía, llegó la desilusión al ver que ni siquiera se molestó en preguntarme que tal estaba tras el tiempo transcurrido. Tanto compartido, tanto vivido... para que después no sea ni capaz de decirme "Qué tal?, cómo estás?".

Como yo ya me imaginaba y esperaba, de la misma manera cómo apareció, desapareció sin más. No volví a recibir noticias suyas.
Yo me quedé con la sensación de no saber que era lo que quería, y porqué había vuelto. Sin embargo, una vez pasaron las semanas, comprendí muchas cosas y me alegré de haber actuado como lo hice: con mi silencio, que es el arma más fuerte que tengo contra el daño que él me pueda hacer. 

El duelo por la ruptura ha hecho de mí una persona diferente, más fuerte, con una visión de las cosas desde otra perspectiva. He madurado, he crecido, he aprendido, y él no me tendrá a su merced siempre que le plazca.