Durante los meses previos a la ruptura, ya había sufrido algún que otro desplante por su parte, malas contestaciones, frialdad, distanciamiento, falta de interés...
En mi caso particular, no fue fácil achacar este compartamiento a una crisis de pareja, ya que por aquel entonces él tenia muchos problemas en el trabajo, de hecho la misma semana que me deja, renuncia a su trabajo, se marcha de la ciudad donde estaba viviendo y se vuelve a casa de sus padres.
Mucho cambio en poco tiempo. Por eso en mi caso no fue fácil verlo, aunque señales daba...
Pese a estar sufriendo desplantes por su parte meses antes de la ruptura, lo díficil, lo gordo, y lo lamentable vino después, después que me dejó.
A mí mi ex me dejó por teléfono. No dudo que romper con alguien es difícil, tener que afrontar la situación cara a cara es todo menos fácil. Pero en qué posición me dejaba a mí?, quiero decir, si te dejan por teléfono, por mensaje o por email, cómo se siente el dejado?. Pues en mi caso sentí que no valía nada, que ni siquiera era merecedora de una explicación cara a cara, que ni siquiera me merecía una charla sincera por su parte. Me despachaba por teléfono, como una llamada de venta de telemarketing, como si los últimos 6 años de mi vida no hubieran merecido la pena.
Romper una relación con alguien no es un camino de rosas, pero si se exigen buenas maneras y elegancia. Pero sobre todo, respeto, por lo vivido, por lo compartido...
Darle a la otra persona la oportunidad de poder preguntar, de poder entender el motivo por el cual te dejan es fundamental para evitar problemas posteriores.
En mi caso desgraciadamente no fue así.
Pero lo peor vino después de esa llamada. Durante una semana intenté quedar personalmente con él, porque había muchas cosas que no me quedaban claras. Se negaba. Me daba largas continuamente.
Hasta que no le quedó otra que quedar conmigo.
Se iba a casa de sus padres, y tenía que pasar por mi ciudad. Esa fue mi oportunidad.
Para que entendais en el lugar que me dejaba, había líneas regulares de autobuses que salían de mi ciudad hacía donde vivían sus padres. Uno cada hora. Pues bien, él sacó el billete de las 8 de la tarde, podía haber sacado más tarde, pero no, sacó a esa hora, el motivo?, porque conmigo queda a las 7... es decir, que me da un margen de menos de una hora para poder hablar, margen que evidentemente acortó en solo 20 minutos, ya que se dedicó a hablar de tonterías durante más de 30 minutos, evitando el tema de la ruptura a toda costa, para largarse 15 minutos antes de que saliera el autobús.Total, casi no se habló de nada.
La corta charla que tuve con él no tuvo desperdicio. De su boca escuché cosas que jamás olvidaré. Cosas a las que me aferré para superar la ruptura.
Cuando le pregunto qué va ser de nosotros, que pasará con nuestra relación, me responde que ya me lo ha dejado bien claro, que no lo va a repetir más veces, que esto es lo que hay. Por supuesto me lo dice de muy malas maneras, con una frialdad que a mí me dejó totalmente descolocada, con un desprecio que jamás olvidaré...
Cuando le digo que no sé que voy a hacer sin él (por favor, tened en cuenta el contexto de esta frase, yo estaba destrozada y hacía menos de una semana que me había dejado por teléfono, con unas explicaciones bastante pobres), su respuesta fue: Y a mí que me cuentas??, ese es tu problema!!.
El tono con el que me dijo la frase, el desprecio, la frialdad... se me quedó grabado para siempre en mi mente. Yo no podía creer que la persona que tenía delante de mí hubiese estado conmigo durante más de 6 años... Simplemente increible.
Después de aquello recibía llamadas o mensajes una vez por semana. Siempre que hablaba con él me trataba con desprecio, con frialdad... En una ocasión me soltó un rosario de quejas hacía mí, me dijo cosas muy duras, que jamás olvidaré, cosas de las que nunca se había quejado en más de 6 años de relación, pero me las soltaba sin anestesia, después de haberme dejado... cosas que yo ya no podía cambiar, cosas que yo ya no podía mejorar, porque ya me había dejado.
Creo que no hay nada más ruin que te hagan eso, que se quejen de ti cuando ya no puedes hacer nada, porque estás fuera de la relación.
Mientras yo escuchaba ese rosario de quejas no podía parar de llorar, no podía parar de llorar por la impotencia, por la injusticia y porque evidentemente me estaba haciendo daño, no solo con lo que estaba escuchando, si no también con la manera que tenía de decírmelas. A él poco le importó que me estuviera lastimando, simplemente me dijo que no volvería a llamarme. Y cumplió su promesa.
En otra ocasión, hacía meses que no teníamos ningún contacto el uno con el otro, ni llamadas, ni mensajes, ni nada. Pues bien, aquella vez fui yo quien contactó con él, hablamos por mensaje, y yo notaba que tardaba muchísimo en contestarme, y por supuesto cuando lo hacía lo hacía con monosílabos.
Cuando le pregunto si puede hablar, si está ocupado, que si quiere hablamos en otro momento, me responde que si, que está muy ocupado porque está jugando a un videojuego en la consola... Me sentí tan humillada, tan despreciada, que automáticamente colgué la comunicación y esa fue la última vez que hablé con él.
No es de recibido que después de 6 años de relación te traten así.
Yo no fui una novia perfecta, soy humana y me equivoco. Pero tengo clara una cosa: Yo lo quise muchísimo, más de lo que realmente yo me imaginaba, daba por él lo que fuera, y si tenía que hacer 1200 km. en un fin de semana para poder verlo lo hacía.
Si, muchas cosas las hice mal, pero no lo hice queriendo, si no porque no me daba cuenta, y porque jamás él se quejó.
Nunca le mentí, nunca lo engañé, siempre lo apoyé en todo, y siempre estuve a su lado, en las malas, en las buenas y en las regulares. Por eso no entiendo ese trato que recibí por su parte después de haberme dejado, ese desprecio, esas malas maneras, porque si bien yo me equivoqué en algunas cosas, y admito mi error, no es suficiente y en ningún caso justifica el trato humillante y lamentable que recibí después.
Yo no me lo merecía.
Estás pasando por una ruptura sentimental?, no sabes qué hacer?, no entiendes cómo te sientes?... En este blog, comentaré mis propias experiencias vividas por mí, ya que me han dejado recientemente. Espero, puedas sentirte comprendido y aliviado en este largo y duro caminar...
lunes, 16 de mayo de 2016
domingo, 8 de mayo de 2016
Yo no me lo merezco... (Parte I)
A nadie le gusta que lo traten mal. A mí tampoco.
Pero si las malas maneras vienen de la persona a la que tanto has querido, y con la que tanto has compartido, la cosa puede ser difícil de digerir y de entender.
Hablé hace unos cuantos post atrás sobre las señales que dan nuestros ex antes de dejarnos. A veces seremos capaces de verlas, y otras no o no querremos verlas, pero casi siempre hay un denominador común: las malas maneras.
Cuando mi ex me dejó recibí muchas malas contestaciones, reproches, quejas, e incluso llegó a gritarme en alguna ocasión. Yo era incapaz de reconocer a mi ex en aquella persona.
Él, que había pasado por su duelo antes que yo, se ponía en una situación dominante, y no dudaba en aprovecharse de mi vulnerabilidad emocional para sacar tajada.
Qué tajada sacaba?, pues bien, para empezar me echó la culpa de casi todo, por supuesto, él lo había hecho todo bien, todo perfecto. De esta manera, él se quitaba el peso de haberme dejado y lo descargaba en mí. Él me dejaba porque yo había hecho esto o lo otro, o porque no había sido de una manera o de otra, en resumidas cuentas, porque era mi culpa.
Con el paso del tiempo, jamás escuché de sus labios un "lo siento", o "perdóname por haber sido tan brusco". Todo valía.
Aprovechando mi vulnerabilidad emocional, me gritaba, me reprochaba cosas de las que nunca se había quejado en más de 6 años de relación, y por supuesto, una vez más, sin sentirse culpable o mal por estar haciéndolo. Mientras tanto, yo aguantando el chaparrón, porque para eso estaba...
Está claro que la balanza en este caso está totalmente desequilibrada. Mientras el que deja ha pasado por varias fases del duelo, se siente fuerte y superado, mucho más que el dejado, quien, además de tener que digerir la ruptura, en muchas ocasiones se ve pisoteado y maltratado por la otra parte.
El dejado, que se mantiene firme en la esperanza de recuperar a su ex pareja, aguanta carros y carretas. Aguanta gritos, reproches, malas maneras, y no tarda en asumir toda la culpabilidad de la ruptura con tal que la otra persona vuelva a su lado.
El dejador, que también siente frustración por la ruptura, no duda en descargar su ira contra el ser más débil, quien además, al estar dolido por la separación y sentirse culpable por ella, no duda en soportar esta situación, porque cree que se la merece.
El dejador tiene la sartén por el mango, él decide cuando se rompe la relación, en qué términos, cuando aparece con llamadas, mensajes... y cuando desaparece.
Mientras que el dejado, dolido, va detrás del dejador y tragando con todo.
No digo que el dejador haga todas estas cosas de mala fe, en realidad, creo que lo hace de manera totalmente inconsciente. No sé da cuenta que está abusando y aprovechándose de una persona que está emocionalmente destrozada.
Que el dejador se sienta frustrado, confuso, asustado... por la ruptura, no es motivo para tratar mal a la otra persona, más teniendo en cuenta que esta se encuentra en una situación de vulnerabilidad emocional total.
Aunque tampoco negaré que en otras ocasiones sacarán tajada conscientemente de lo que hacen... Pero hablaré de ello con detale en el próximo post.
Yo viví muchas situaciones humillantes después de la ruptura, yo no era capaz de verlas, pero con el paso del tiempo me di cuenta de ello, y además de sentirme estúpida me sentí utilizada, maltratada y pisoteada.
Sé que es difícil reaccionar, pegar un puñetazo en la mesa y pararle los pies a tu ex cuando ves que te está tratando mal, pero si lo veis, por favor, no dudéis en hacerlo, en decirle que se está pasando y que hasta aquí hemos llegado.
No dejéis que se aprovechen de vuestra situación menos favorable para que ellos descarguen todas sus frustraciones en vosotros, no nos lo merecemos!.
Nuestro ex no tiene ningún derecho a gritarnos, a decirnos cosas hirientes por el simple hecho de hacer daño o porque la situación le supera, siempre aprovechando que la otra persona está más débil. Que él no se encuentre bien porque la situación que está viviendo está siendo dura para él, no es culpa nuestra, y al fin y al cabo, nosotros también estamos dolidos, mucho más que ellos...
Pero si las malas maneras vienen de la persona a la que tanto has querido, y con la que tanto has compartido, la cosa puede ser difícil de digerir y de entender.
Hablé hace unos cuantos post atrás sobre las señales que dan nuestros ex antes de dejarnos. A veces seremos capaces de verlas, y otras no o no querremos verlas, pero casi siempre hay un denominador común: las malas maneras.
Cuando mi ex me dejó recibí muchas malas contestaciones, reproches, quejas, e incluso llegó a gritarme en alguna ocasión. Yo era incapaz de reconocer a mi ex en aquella persona.
Él, que había pasado por su duelo antes que yo, se ponía en una situación dominante, y no dudaba en aprovecharse de mi vulnerabilidad emocional para sacar tajada.
Qué tajada sacaba?, pues bien, para empezar me echó la culpa de casi todo, por supuesto, él lo había hecho todo bien, todo perfecto. De esta manera, él se quitaba el peso de haberme dejado y lo descargaba en mí. Él me dejaba porque yo había hecho esto o lo otro, o porque no había sido de una manera o de otra, en resumidas cuentas, porque era mi culpa.
Con el paso del tiempo, jamás escuché de sus labios un "lo siento", o "perdóname por haber sido tan brusco". Todo valía.
Aprovechando mi vulnerabilidad emocional, me gritaba, me reprochaba cosas de las que nunca se había quejado en más de 6 años de relación, y por supuesto, una vez más, sin sentirse culpable o mal por estar haciéndolo. Mientras tanto, yo aguantando el chaparrón, porque para eso estaba...
Está claro que la balanza en este caso está totalmente desequilibrada. Mientras el que deja ha pasado por varias fases del duelo, se siente fuerte y superado, mucho más que el dejado, quien, además de tener que digerir la ruptura, en muchas ocasiones se ve pisoteado y maltratado por la otra parte.
El dejado, que se mantiene firme en la esperanza de recuperar a su ex pareja, aguanta carros y carretas. Aguanta gritos, reproches, malas maneras, y no tarda en asumir toda la culpabilidad de la ruptura con tal que la otra persona vuelva a su lado.
El dejador, que también siente frustración por la ruptura, no duda en descargar su ira contra el ser más débil, quien además, al estar dolido por la separación y sentirse culpable por ella, no duda en soportar esta situación, porque cree que se la merece.
El dejador tiene la sartén por el mango, él decide cuando se rompe la relación, en qué términos, cuando aparece con llamadas, mensajes... y cuando desaparece.
Mientras que el dejado, dolido, va detrás del dejador y tragando con todo.
No digo que el dejador haga todas estas cosas de mala fe, en realidad, creo que lo hace de manera totalmente inconsciente. No sé da cuenta que está abusando y aprovechándose de una persona que está emocionalmente destrozada.
Que el dejador se sienta frustrado, confuso, asustado... por la ruptura, no es motivo para tratar mal a la otra persona, más teniendo en cuenta que esta se encuentra en una situación de vulnerabilidad emocional total.
Aunque tampoco negaré que en otras ocasiones sacarán tajada conscientemente de lo que hacen... Pero hablaré de ello con detale en el próximo post.
Yo viví muchas situaciones humillantes después de la ruptura, yo no era capaz de verlas, pero con el paso del tiempo me di cuenta de ello, y además de sentirme estúpida me sentí utilizada, maltratada y pisoteada.
Sé que es difícil reaccionar, pegar un puñetazo en la mesa y pararle los pies a tu ex cuando ves que te está tratando mal, pero si lo veis, por favor, no dudéis en hacerlo, en decirle que se está pasando y que hasta aquí hemos llegado.
No dejéis que se aprovechen de vuestra situación menos favorable para que ellos descarguen todas sus frustraciones en vosotros, no nos lo merecemos!.
Nuestro ex no tiene ningún derecho a gritarnos, a decirnos cosas hirientes por el simple hecho de hacer daño o porque la situación le supera, siempre aprovechando que la otra persona está más débil. Que él no se encuentre bien porque la situación que está viviendo está siendo dura para él, no es culpa nuestra, y al fin y al cabo, nosotros también estamos dolidos, mucho más que ellos...
viernes, 29 de abril de 2016
Pero... qué me pasa?...
Cuando recibes una llamada de teléfono, en la que te comunican que tu relación de más de 6 años se ha roto, y en la que no te dan demasiadas explicaciones, todo lo conocido hasta entonces se desvanece para siempre.
Notas que te falta algo, una parte importante de ti, es como si te hubieran arrancado de cuajo una pierna o un brazo...
Si bien al principio estaba en un completo estado de shock, situación que se alargó durante unos 3 meses, y en el que intentaba asimilar todo lo que me estaba pasando, una vez superada esta fase entré en la deseperación. Sufría continuas crisis de ansiedad y era incapaz de poder domir.
Una vez había asimilado que me había dejado, y que tenía que continuar mi vida sin él, comencé a sentirme perdida, sin rumbo.
Yo tenía unos planes de futuro con él, unos planes que se fueron por el desagüe en el mismo momento que él me llama por teléfono y rompe la relación.
Tenía que asumir que la relación se había roto, pero también que tenía que hacer otros planes sin él.
Fue entonces cuando empecé a hacer cosas extrañas. Cosas que hacían que no me reconociera a mí misma.
Un sábado por la mañana me desperté muy temprano, una vez más, insomnio. El mismo que venía sufriendo desde hacía unos 6 meses, tiempo que hacía que mi ex me había dejado.
No paraba de dar vueltas en la cama.
Cansada, me levanté, desayuné, cogí el coche y empecé a conducir sin rumbo.
No le había dicho a nadie a donde iba, yo solo conducía.
Cuando ya llevaba un buen rato conduciendo paré. Paré en una ciudad, me bajé del coche y me puse a caminar sin rumbo. Caminé, caminé y caminé.
Estuve paseando por la ciudad, recorriendo sus calles, y viendo a la gente pasear.
Cuando ya estaba por caer la noche, volví al coche, arranqué y conduje dirección mi casa.
A las 9 de la noche aún no había vuelto a casa. Mi madre, preocupada, me llamó por teléfono. Me preguntó donde estaba, y para su sorpresa descubrió que su hija, perdida, sin rumbo, había hecho 400 km. de ida y otros 400 km. de vuelta en unas pocas horas.
No era normal que yo me fuese de casa sin avisar, y menos que me hiciera esos kilómetros en un solo día para no hacer nada. Solo conducir.
En otra ocasión, también cogí el coche sin rumbo. No me fui tan lejos, pero unas vez hechos unos cuantos kilómetros me salí de la carretera y me metí por un camino de tierra.
No sabía adonde iba ese camino, si terminaba o desembocaba en algún lugar, solo sé que llegó un momento en el que no podía avanzar más, asique paré el coche debajo de unos arboles y comencé a caminar siguiendo el camino.
En todo el trayecto no me crucé con nadie. Estaba sola, en medio de un bosquecillo. De repente en mi camino me encontré una piedra enorme, y decidí sentarme en ella a descansar.
No tardaron en brotarme las lágrimas de los ojos y empecé a llorar.
Rodeada de tanto silencio, de tanta soledad, comencé a sentirme muy triste por la situación que estaba viviendo, preguntándome porque mi ex ya no me quería, porque no quería estar a mi lado.
Sentada en aquella piedra, en medio de ninguna parte, me sentí tremendamente sola, y sobre todo, echandole mucho de menos.
Me preguntaba si volvería a verle, si él se arrepentiría y querría volver a mi lado...
Recuerdo que me ví a mí misma bastante penosa, llorando, sola, como una loca, en mitad de un bosquecillo.
Cuando me tranquilicé un poco decidí volver al coche de nuevo por el mismo camino, trayecto que hice llorando. Recuerdo que las lágrimas no me dejaban ver muy bien por donde pisaba.
Llegué al coche y volví a casa.
No os sintais mal si haceis cosas extrañas, como veis a mí también me pasó...
Me encantaría que vosotros también me contarais alguna experiencia extraña que hayais hecho en aquellos momento de "sin rumbo".
Notas que te falta algo, una parte importante de ti, es como si te hubieran arrancado de cuajo una pierna o un brazo...
Si bien al principio estaba en un completo estado de shock, situación que se alargó durante unos 3 meses, y en el que intentaba asimilar todo lo que me estaba pasando, una vez superada esta fase entré en la deseperación. Sufría continuas crisis de ansiedad y era incapaz de poder domir.
Una vez había asimilado que me había dejado, y que tenía que continuar mi vida sin él, comencé a sentirme perdida, sin rumbo.
Yo tenía unos planes de futuro con él, unos planes que se fueron por el desagüe en el mismo momento que él me llama por teléfono y rompe la relación.
Tenía que asumir que la relación se había roto, pero también que tenía que hacer otros planes sin él.
Fue entonces cuando empecé a hacer cosas extrañas. Cosas que hacían que no me reconociera a mí misma.
Un sábado por la mañana me desperté muy temprano, una vez más, insomnio. El mismo que venía sufriendo desde hacía unos 6 meses, tiempo que hacía que mi ex me había dejado.
No paraba de dar vueltas en la cama.
Cansada, me levanté, desayuné, cogí el coche y empecé a conducir sin rumbo.
No le había dicho a nadie a donde iba, yo solo conducía.
Cuando ya llevaba un buen rato conduciendo paré. Paré en una ciudad, me bajé del coche y me puse a caminar sin rumbo. Caminé, caminé y caminé.
Estuve paseando por la ciudad, recorriendo sus calles, y viendo a la gente pasear.
Cuando ya estaba por caer la noche, volví al coche, arranqué y conduje dirección mi casa.
A las 9 de la noche aún no había vuelto a casa. Mi madre, preocupada, me llamó por teléfono. Me preguntó donde estaba, y para su sorpresa descubrió que su hija, perdida, sin rumbo, había hecho 400 km. de ida y otros 400 km. de vuelta en unas pocas horas.
No era normal que yo me fuese de casa sin avisar, y menos que me hiciera esos kilómetros en un solo día para no hacer nada. Solo conducir.
En otra ocasión, también cogí el coche sin rumbo. No me fui tan lejos, pero unas vez hechos unos cuantos kilómetros me salí de la carretera y me metí por un camino de tierra.
No sabía adonde iba ese camino, si terminaba o desembocaba en algún lugar, solo sé que llegó un momento en el que no podía avanzar más, asique paré el coche debajo de unos arboles y comencé a caminar siguiendo el camino.
En todo el trayecto no me crucé con nadie. Estaba sola, en medio de un bosquecillo. De repente en mi camino me encontré una piedra enorme, y decidí sentarme en ella a descansar.
No tardaron en brotarme las lágrimas de los ojos y empecé a llorar.
Rodeada de tanto silencio, de tanta soledad, comencé a sentirme muy triste por la situación que estaba viviendo, preguntándome porque mi ex ya no me quería, porque no quería estar a mi lado.
Sentada en aquella piedra, en medio de ninguna parte, me sentí tremendamente sola, y sobre todo, echandole mucho de menos.
Me preguntaba si volvería a verle, si él se arrepentiría y querría volver a mi lado...
Recuerdo que me ví a mí misma bastante penosa, llorando, sola, como una loca, en mitad de un bosquecillo.
Cuando me tranquilicé un poco decidí volver al coche de nuevo por el mismo camino, trayecto que hice llorando. Recuerdo que las lágrimas no me dejaban ver muy bien por donde pisaba.
Llegué al coche y volví a casa.
No os sintais mal si haceis cosas extrañas, como veis a mí también me pasó...
Me encantaría que vosotros también me contarais alguna experiencia extraña que hayais hecho en aquellos momento de "sin rumbo".
sábado, 16 de abril de 2016
Tómate un respiro.... tómate un Kit Kat...
A raiz de un mensaje recibido por uno de vosotros, me acordé de una situación que viví al princpio de mi ruptura y de la que me había olvidado.
Cuando llevaba unos 6 meses de ruptura me derrumbé. Me derrumbé por completo.
Mi ex ocupaba el 100% de mis pensamientos, día y noche e incluso en mis sueños... Todo me recordaba a él, una y otra vez me preguntaba qué era lo que había fallado, por qué nuestra relación no había funcionado....
Como es evidente, el estar el 100% del tiempo dándole vueltas a lo mismo, hace que no estemos pendientes de otras cosas: trabajo, estudios, amigos... no solo supone poner en peligro estas actividades (como perder el trabajo, por ejemplo), si no también un desgaste emocional importante.
Cuando ya no puedes más, cuando crees que si sigues en estas situación vas a morir, cuando ves que te quedas sin fuerzas y sin aire... No puedes más y ves que tienes que tomar una decisión si no quieres que la situación acabe contigo.
Yo desconecté. Desaparecí del blog durante un tiempo. No quería pensar más en mi ex. Quería pensar en mí, en recuperarme, en salir de la situación.
Que suceda esto no es malo, significa que estamos pensando en nosotros mismos, en nuestro propio bienestar. Desconectar nos sirve para toma un poco de aire de fresco para volver a frontar la ruptura con fuerzas y seguir adelante.
Hay gente que se hace un viaje largo durante un tiempo, hay quien decide cambiar de look, o hace actividades nuevas como ir al gimnasio o aprender un idioma.
No importa qué es lo que elijais vosotros, lo más importante es que os haga sentir bien, que os saque de esta situación de círculo vicioso de estar pensando siempre en lo mismo.
En mi caso particular, yo decidí apuntarme al gimnasio y retomé mis estudios de francés. Hice un pequeño viaje a Italia, pero no funcionó como yo esperaba porque no conseguí encontrarme mejor. Más bien todo lo contrario, me sentí tremendamente sola y triste.
Asique tuve que intentarlo con otras cosas que si funcionaron mejor. Además que mi viaje no duró más de 15 días por motivos laborales...
No os asusteis si lo que habeis elegido no funciona y no os hace sentir mejor. Intentadlo con otra actividad, con otra cosa que os saque del agujero. No siempre se acierta a la primera!.
Si habéis llegado a este punto de 2necesito un respiro, ya no puedo más", no os preocupeis, es absolutamente normal y eso significa que estáis ateponiendo vuestro bienestar físico y mental a vuestro ex.
Se avanza, se sigue avanzando, no os desanimeis.
Teneis ese derecho a tomaros un respiro, para volver a retomar la superación de la ruptura con fuerzas y con otra perspectiva.
No estais huyendo, estais cogiendo fuerzas...
Además, después de todo el sufrimiento por el que se pasa, os lo mereceis, os mereceis un pequeño regalo en forma de tiempo...
Cuando llevaba unos 6 meses de ruptura me derrumbé. Me derrumbé por completo.
Mi ex ocupaba el 100% de mis pensamientos, día y noche e incluso en mis sueños... Todo me recordaba a él, una y otra vez me preguntaba qué era lo que había fallado, por qué nuestra relación no había funcionado....
Como es evidente, el estar el 100% del tiempo dándole vueltas a lo mismo, hace que no estemos pendientes de otras cosas: trabajo, estudios, amigos... no solo supone poner en peligro estas actividades (como perder el trabajo, por ejemplo), si no también un desgaste emocional importante.
Cuando ya no puedes más, cuando crees que si sigues en estas situación vas a morir, cuando ves que te quedas sin fuerzas y sin aire... No puedes más y ves que tienes que tomar una decisión si no quieres que la situación acabe contigo.
Yo desconecté. Desaparecí del blog durante un tiempo. No quería pensar más en mi ex. Quería pensar en mí, en recuperarme, en salir de la situación.
Que suceda esto no es malo, significa que estamos pensando en nosotros mismos, en nuestro propio bienestar. Desconectar nos sirve para toma un poco de aire de fresco para volver a frontar la ruptura con fuerzas y seguir adelante.
Hay gente que se hace un viaje largo durante un tiempo, hay quien decide cambiar de look, o hace actividades nuevas como ir al gimnasio o aprender un idioma.
No importa qué es lo que elijais vosotros, lo más importante es que os haga sentir bien, que os saque de esta situación de círculo vicioso de estar pensando siempre en lo mismo.
En mi caso particular, yo decidí apuntarme al gimnasio y retomé mis estudios de francés. Hice un pequeño viaje a Italia, pero no funcionó como yo esperaba porque no conseguí encontrarme mejor. Más bien todo lo contrario, me sentí tremendamente sola y triste.
Asique tuve que intentarlo con otras cosas que si funcionaron mejor. Además que mi viaje no duró más de 15 días por motivos laborales...
No os asusteis si lo que habeis elegido no funciona y no os hace sentir mejor. Intentadlo con otra actividad, con otra cosa que os saque del agujero. No siempre se acierta a la primera!.
Si habéis llegado a este punto de 2necesito un respiro, ya no puedo más", no os preocupeis, es absolutamente normal y eso significa que estáis ateponiendo vuestro bienestar físico y mental a vuestro ex.
Se avanza, se sigue avanzando, no os desanimeis.
Teneis ese derecho a tomaros un respiro, para volver a retomar la superación de la ruptura con fuerzas y con otra perspectiva.
No estais huyendo, estais cogiendo fuerzas...
Además, después de todo el sufrimiento por el que se pasa, os lo mereceis, os mereceis un pequeño regalo en forma de tiempo...
sábado, 19 de marzo de 2016
La ruptura y la familia... (Parte II)
Comentaba en un post anterior, la relación que mi familia, mi ex y yo teníamos: ninguna o mala.
Aunque siempre intenté llevarlo lo mejor que pude, durante la relación siempre fue un problema, porque mi ex se convirtió en una especie de fantasma del que yo nunca hablaba y al que nunca llevaba a casa.
Hiciera lo que hiciera estaba mal: si lo llevaba a casa le llovían las críticas, y si no le llevaba las críticas me caían a mí... Mi madre me decía que parecía una relación clandestina... Y era precisamente ella quien provocaba esta reacción con sus comentarios.
Lo cierto es que en el momento de producirse la ruptura no se lo conté a mis padres. Por un lado porque yo no pensaba que la situación era definitiva, sino que yo tenía la sensación que mi ex iba a volver. Y por otro lado, porque no quería hacer partícipes a mis padres de lo que me había ocurrido.
Decirles a mis padres que mi ex me había dejado, era como darle la razón a mi madre que esa persona no era buena para mí, era como tener que aceptar que todo lo que mi madre hablaba de él era cierto, aunque sus críticas giraban a que estaba gordo, era un vago (mi ex tenía trabajo), que era un quedado, y que no hacía otra cosa más que jugar a los videojuegos. Mi madre decía todas esas cosas porque no tenía más que decir, en 6 años de relación solo lo vió 3 veces...
Asique mi ruptura la llevé en la más absoluta soledad. Tanto por parte de amigos como de familiares.
Evidentemente esa situación no pudo alargarse demasiado en el tiempo, ya que mi ex dejó de llamarme por teléfono a casa, y yo dejé de viajar a verle. Todo esto levantó sospechas en mi madre, sumada a la situación que yo estaba siempre triste y llorosa. No había lugar a dudas: la relación se había roto.
Al principio mi madre insistía en querer saber cómo estaba, qué había pasado... pero yo no quería hablar, le pedí que respetara mi espacio, que no quería hablar del tema.
Una noche, y 6 meses después de la ruptura, le confesé a mi madre que la relación se había roto. No le dí muchos detalles, tampoco mi ex me había dejado muy claros los motivos de su decisión de dejarme, asique tampoco pude explicarme mucho.
No volvimos hablar del tema hasta hace tiempo atrás, en el que si le indiqué con más detalle lo que había sucedido, cómo me había sentido yo y como había vivido la ruptura, a lo que ella añadió: "qué lástima!, con lo buen chico que era... a mí me gustaba para ti". Sin comentarios.
Aunque siempre intenté llevarlo lo mejor que pude, durante la relación siempre fue un problema, porque mi ex se convirtió en una especie de fantasma del que yo nunca hablaba y al que nunca llevaba a casa.
Hiciera lo que hiciera estaba mal: si lo llevaba a casa le llovían las críticas, y si no le llevaba las críticas me caían a mí... Mi madre me decía que parecía una relación clandestina... Y era precisamente ella quien provocaba esta reacción con sus comentarios.
Lo cierto es que en el momento de producirse la ruptura no se lo conté a mis padres. Por un lado porque yo no pensaba que la situación era definitiva, sino que yo tenía la sensación que mi ex iba a volver. Y por otro lado, porque no quería hacer partícipes a mis padres de lo que me había ocurrido.
Decirles a mis padres que mi ex me había dejado, era como darle la razón a mi madre que esa persona no era buena para mí, era como tener que aceptar que todo lo que mi madre hablaba de él era cierto, aunque sus críticas giraban a que estaba gordo, era un vago (mi ex tenía trabajo), que era un quedado, y que no hacía otra cosa más que jugar a los videojuegos. Mi madre decía todas esas cosas porque no tenía más que decir, en 6 años de relación solo lo vió 3 veces...
Asique mi ruptura la llevé en la más absoluta soledad. Tanto por parte de amigos como de familiares.
Evidentemente esa situación no pudo alargarse demasiado en el tiempo, ya que mi ex dejó de llamarme por teléfono a casa, y yo dejé de viajar a verle. Todo esto levantó sospechas en mi madre, sumada a la situación que yo estaba siempre triste y llorosa. No había lugar a dudas: la relación se había roto.
Al principio mi madre insistía en querer saber cómo estaba, qué había pasado... pero yo no quería hablar, le pedí que respetara mi espacio, que no quería hablar del tema.
Una noche, y 6 meses después de la ruptura, le confesé a mi madre que la relación se había roto. No le dí muchos detalles, tampoco mi ex me había dejado muy claros los motivos de su decisión de dejarme, asique tampoco pude explicarme mucho.
No volvimos hablar del tema hasta hace tiempo atrás, en el que si le indiqué con más detalle lo que había sucedido, cómo me había sentido yo y como había vivido la ruptura, a lo que ella añadió: "qué lástima!, con lo buen chico que era... a mí me gustaba para ti". Sin comentarios.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)