viernes, 29 de diciembre de 2017

La idealización... (Parte I)

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Inteligente, sensato, sociable, siempre con la palabra precisa en el momento adecuado, una persona de ideas muy claras, guapo, alto, con grandes capacidades, cariñoso... así veía yo a mi ex.
Si bien lo veía así cuando estábamos juntos, cuando él me dejó estos sentimientos se acrecentaron exponencialmente.
Estando con él, yo tenía la sensación que no podía tener más suerte en la vida de poder estar con una persona como él. Me había tocado el Gordo de Navidad!. Llegaba incluso a pensar que una persona como yo no merecía tener a su lado a una persona como él. Y cuando me dejó, tenía la sensación de haber perdido un diamente en bruto, un lingote de oro de valor incalculable.
Así tuve que digerir mi ruptura, con la sensación de una enorme pérdida, imposible de reemplazar.

Realmente él era así?, que me estaba pasando?. Pues, que estaba idealizando a mi ex.
Durante una relación, hasta cierto punto es normal idealizar a la pareja, simplemente porque estás enamorad@ de esa persona, y los defectos se minimizan.
Pero las personas no somos perfectas y todos, absolutamente todos tenemos defectos.  Créeme que tu ex no está exento de ellos.
Durante nuestra relación yo lo tenía idealizado, sobre todo al principio, y después comencé a ver defectos en él, que si bien no me gustaban convivía con ellos porque desde mi punto de vista no eran graves y porque partía del hecho indiscutible que él era ante todo un ser humano.
Este proceso que acabo de describir debería ser el normal en las parejas, primero idealizar bajo los efectos del enamoramiento inicial para después dar paso a una visión más realista de esa otra persona. 
Aprender a convivir y aceptar los errores del otro son esenciales para que una relación sana funcione.

Cuando él rompe la relación, esa idelización se multiplicó por 10. Simplemente dejé de ser ver esos defectos que él tenía. Que está pasando aquí?.

1. Falta de autoestima. Partiendo de la base que los dejados muchas veces podemos sufrir una baja autoestima por la ruptura, se puede aplicar la fórmula matemática del más es menos: él/ ella es más (idelización), pues yo soy menos.
Cuanto más ensalce a mi ex, cuanto más alto lo ponga en un pedestal, más pequeñ@ soy yo, más insignificante, menos valioso soy.
Cuanto más alto esté mi ex, más bajo estaré yo, y así seguiré alimentando mi falta de autoestima.
Al final tendremos la sensación que nuestro ex tenía razón en habernos dejado, porque somos poca cosa, no merecemos estar con una persona como ellos.

2. Recordar la ausencia. Mi inconsciente me recuerda una y otra vez lo que he perdido. Y lo hace recordándome lo tan valioso que ya no tengo.
Mi inconsciente me juega malas pasadas, y me recuerda que esa persona ya no está, y lo hace haciendo hincapié en el agujero tan grande que me ha dejado su lejanía.

3. La culpabilidad. Partiendo del hecho que los dejados nos sentimos muy a menudo culpables de la ruptura, el idealizar a la ex pareja nos hace sentir más culpables aún.
Como ellos son tan perfectos (desde nuestro punto de vista), no se habrán equivocado en tomar la decisión de romper la relación con nosotros.
Nos vemos como personas indeseables, molestas y principales responsables de la ruptura, como por ejemplo pensar que nos dejó porque no fuimos lo suficientemente atentos en la relación, o cariñosos o divertidos, mientras que ellos parece que no han tenido ninguna responsabilidad sobre la relación o la ruptura. Les quitamos esa parte de responsabilidad que es de ellos también para asumir nosotros la culpabilidaad de la separación y así seguir alimentando nuestro sentimiento de culpables.
No es raro que no asumamos que la otra parte también tiene buena parte de responsabilidad sobre el funcionamiento de la relación, concretamente el 50%.

4.  Idealizar la relación. Es evidente que si nos han dejado era porque la relación no iba bien. Puede que no lo hayamos querido ver, pero el que deja siempre da señales.
Cuando estamos dentro de la relación es difícil ver los fallos que hay, y sin embargo, una vez fuera de ella, lo vemos todo con gran claridad.
A mí me pasó, y cuando había transcurrido bastante tiempo desde la ruptura, me pregunté una y otra vez cómo era posible que yo no hubiese visto su frialdad, su distanciamiento?...
Al igual que idealizamos al ex, también idealizamos la relación.

5. La idealización me impide cerrar la puerta. Mientas idealizo a mi ex, y pienso en lo maravilloso que fue, lo guapo que era, lo inteligente que parecía... estoy evitando cerrar una puerta de un pasado que ya no es. Sigo teniendo presente a mi ex en mi vida, y esto me impide rehacer mi camino.
Cuanto más lo idealice, más impediré que otra persona entre en mi vida, porque ningun@ será tan bueno, tanto guapo, tan inteligente... como mi ex.
Es evidente en este caso que la ruptura no está superada y aun quedan flecos por cortar. 

6. Nos dejan huella las emociones más intensas. Seguramente no recuerdes que comiste ayer, pero si recuerdes el primer beso que te dió tu ex, o aquella tarde tan romántica de paseo mientras compartían confidencias, o el día que te dejó... Siempre recordamos aquellas experiencias y sensaciones intensas, son las que más huella nos dejan, y extrapolamos las cualidades y las emociones vividas, idealizando a la otra persona y a la relación.
No es raro deformar la realidad que vivimos mezcladas con las sensaciones que obtuvimos de aquellas experiencias, y esto engloba a nuestro ex y a nuestra relación.

Es sumamente fácil caer en la idealización y sumamente difícil salir de él. Yo lo sufrí durante mucho tiempo. Tuvieron que pasar unos cuantos años para darme cuenta que estaba atrapada en una trampa que yo misma había creado y que no me dejaba seguir avanzando en mi recuperación.
Es importante poder reconocer cuanto antes esta sensación para poder seguir avanzando. Os aseguro que no es fácil salir de él y que supone un enorme esfuerzo por nuestra parte, pero no es imposible.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Lo que queda...

Mi ruptura se produjo hace ya unos cuantos años, y creo que me encuentro en una situación de tal lejanía emocional y física de mi ex, que me veo lo suficientemente preparada como para poder hacer un análisis profundo y objetivo de cómo me encuentro a día de hoy.
No es fácil, de hecho llevo tiempo postergando este post, ya que me es difícil y duro hacer un balance de estos últimos años de mi vida, tanto dentro de la relación como fuera de ella.

Haré un breve resumen de lo que fue la relación con mi ex para que podáis entenderme:
Nuestra relación nunca fue fácil. Estuvimos juntos 6 años y medio, siempre fue una relación a distancia. Los primeros 4 años vivíamos el uno del otro a unos 250Km., de distancia, lo que me permitía ir a verlo prácticamente todos los fines de semana. Cuando él terminó sus estudios, se marchó a trabajar a otra ciudad, a unos 650Km., lo que imposibilitaba que yo fuera a verle muy a menudo. La idea era que yo me fuese allí a vivir con él. Y es precisamente aquí cuando la relación empezó a deteriorarse.  Él comenzó a estar distante conmigo, yo no lo veía muy entregado en la relación… pero yo iba conviviendo con eso poco a poco, tampoco podía saber hasta que punto la relación se estabaaa deterionarndo o era un tem de vernos menos por la distancia mayor que teníamos. 
Hasta que un año antes de que yo me trasladase a vivir con él, me llama por teléfono y me dice que me deja porque lleva meses tonteando con otra persona a mis espaldas, incluso, llegó a quedar con ella.

Mi relación con él fue muy bonita, con mucho cariño, respeto, con muchos proyectos de futuro. Todo lo hablábamos, nunca discutíamos. Yo lo quería con locura, hasta el punto de tenerlo totalmente idealizado, cosa de la que me di cuenta una vez me dejó. Yo sentía que no podía tener más suerte en la vida por estar con él, que me había tocado el Gordo de Navidad, el Sorteo del Niño y el Euromillón juntos… Yo pensaba, incluso, que estando con él tenía más de lo que yo realmente me merecía, que una persona como yo no podía tener a su lado a una persona como él: inteligente, interesante, tranquilo y sereno, de ideas claras, siempre con la palabra precisa en el momento adecuado, un chico muy atractivo y llamativo, que sabía lo que quería en la vida… y además de todo esto, él quería estar conmigo, crear un proyecto de vida a mi lado.
Nos conocimos siendo muy jóvenes, la primera relación seria para ambos, y con la típica ingenuidad de la juventud, en la que sueñas, vuelas e imaginas junto con alguien que te acompaña en tus fantasías.

Sin embargo, todas estas vivencias durante la relación se quedan empañadas por la sombra de la ruptura. De hecho, cuando pienso en mi ex, lo primero que viene a mi mente es la ruptura, más que la relación en sí. Siendo sincera, escribiendo este post, tengo que hacer un gran esfuerzo para poder recordar los momentos cuando estábamos juntos, porque no me vienen solos. O dicho de otro modo, sobre mi inconsciente prevalece más lo negativo que lo positivo.
Para mí la ruptura ha sido muy traumática, un episodio muy traumático en mi vida. Un día lo tenía todo, y al día siguiente no solo había perdido a mi pareja, sino también unos proyectos, unas ilusiones, un futuro en común.

Qué me ha quedado de todo esto?, pues para empezar, una enorme decepción. En mi caso, una decepción por partida doble.
En primer lugar, y partiendo del halo de idealización que yo tenía a mi ex, su comportamiento durante la ruptura dejó bastante que desear. Siendo como él era, o mejor dicho, como yo lo veía, me esperaba otra cosa de él. En el momento de la ruptura yo no era capaz de crear un hilo conductor entre la persona que me dejaba y con la que había estado más de 6 años de relación. Era simplemente incapaz de poder hacerlo porque no encontraba ninguna conexión entre ambos: las maneras, las cosas que me dijo...
En segundo lugar, una decepción enorme porque después de 6 años de relación a distancia, en la que siempre era yo la que viajaba, pues perdí la cuenta de los kilómetros y kilómetros que hice aquellos años, la inversión de tiempo y de dinero, la lucha continua para mantener la relación sin bajar ni una sola vez los brazos, además de albergar la esperanza, la ilusión y el sueño, que algún día pudiéramos labrar un futuro en común, para finalmente recibir como premio a mi esfuerzo una buena patada en el culo.

Qué me ha quedado de todo esto?, pues el preguntarme una y otra vez si esta relación ha merecido realmente la pena. Honestamente, no lo tengo claro. Teniendo en cuenta lo feliz que fui a su lado y lo desgraciada que fui después que me dejó, creo que ha sido una de cal y otra de arena, como se suele decir, y me gustaría poder explicarlo a continuación.
Han sido muchos años de felicidad a su lado, de experiencias vividas y compartidas, lo que me ha aportado mucho a mi saco de vivencias personal, pero también mucho tiempo de ruptura y de dolor, que no justifica ni mucho menos todo lo invertido en la relación.
Aunque es evidente que ese dolor también me aportó mucho a nivel personal, pero como os comentaba antes, me pesa más la parte negativa que la positiva en todo esto, es decir, me ha dejado más huella lo malo que lo bueno, o lo que es lo mismo, me pesa más el tiempo de duelo que la relación.
Y es aquí cuando yo me pregunto si todo esto ha merecido la pena, si 6 años de relación a distancia me han dejado algo valioso.
Si tuviera que valorar algo, creo que sería la experiencia de vida que me dio la ruptura, incluso más que la relación en sí. A través de la ruptura aprendí mucho, me conocí más a mí misma, maduré como persona y crecí.
A través de la ruptura me di cuenta de mis miserias, de lo que fallaba, no solo como pareja, sino también como persona, muchos defectos que yo tenía los he cambiado, y sentirme más auténtica y más “yo-misma” que nunca, porque ahora soy más transparente con lo que quiero y deseo.
La ruptura me dio la capacidad de ver las cosas buenas dentro de las malas. Como os decía antes, me cuesta saber si esta relación ha merecido realmente la pena en mi vida, porque pese a lo mal que lo pasé, a la decepción de lo perdido, también soy capaz de ver lo que me aportó esta ruptura. Y ahí es cuando viene una de cal y otra de arena.

Qué me ha quedado de todo esto?, pues un sentimiento muy ambiguo hacia mi ex.
Yo a mi ex lo he querido con locura, lo veía como a un tesoro dentro de la idealización que yo tenía de él, ha sido la persona a la que más he querido y por la que más he dado en mi vida, ofreciéndole todo lo que tenía y apostando por él sin condiciones. Pero a la vez, ha sido a la persona que más he odiado. Y no me avergüenza decirlo.
A lo largo de esta ruptura, le he deseado lo peor, que le sucedieran cosas horribles, que sufriera lo mismo que había sufrido yo, y sintiera el dolor, la decepción, y la tristeza que yo había tenido durante tanto tiempo, aun cuando tener esos sentimientos me hacía mucho daño a mí misma, y he llorado y he sufrido mucho por haberlos tenido porque me sentía una persona horrible, pero tampoco podía evitarlos...
Él es una persona ambigua para mí, porque la he querido y odiado a partes iguales: dos caras de una misma moneda. Por eso, y porque compartí muchos años con él, nunca será para mí una persona indiferente, por mucho que yo lo desee.
Jamás me imaginé que pudiera odiarlo lo que lo odié. Jamás. Y sin embargo, me sucedió…
Ahora que ha pasado el tiempo, y bastante tiempo a decir verdad, es evidente que ya no lo quiero, que no lo necesito y que no lo quiero a mi lado, ni como pareja ni como amigo (algo que él planteó al poco de dejarme).
Siento que es una persona que ha pasado por mi vida, una persona muy importante, pero que se marchó por decisión propia y ya no está, dejando tras de sí una huella imborrable de felicidad, de tristeza, y de aprendizaje a partes iguales, tal y como os explicaba antes.
Ojalá pudiera decir que lo que me ha quedado ha sido un cariño profundo hacia mi ex, un agradecimiento inmenso por todo lo que me dió, por lo vivido y compartido juntos, que también, no lo niego, pero no puedo despegar de ese sentimiento de cariño y respeto, al gran dolor sufrido durante el duelo que lo acompaña.

Que me ha quedado de todo esto?, pues una gruesa cicatriz. La ruptura la tengo superada, y sin embargo, cuando recuerdo los duros momentos vividos, se me hace un nudo en la garganta. No puedo evitarlo. Forma parte de mi pasado, y no puedo cambiarlo.
No me entristece el no estar ya con él, ni el haberlo perdido para siempre, ni el no tener ya la relación que manteníamos llena de cariño y respeto, sino el haber tenido que pasar por un duro camino lleno de espinas, de senderos llenos de fango que ha sido el duelo para mí.

Que me ha quedado de todo esto?, la sensación que mi duelo fue demasiado largo en el tiempo. 
No sé si no lo supe gestionar bien, si fue el hecho de haber invertido tanto esfuerzo para mantener la relación a flote, las maneras de dejarme, los motivos que me dió, el no haber podido tener nunca charla sincera con él, la enorme decepción que me llevé cuando el rompió conmigo... no sé si fue un motivo de ellos, ninguno, algunos o todos a la vez lo que hicieron que mi duelo fuese eterno.
Estoy segura que de haberlo superado más rápido, no hubiera dejado en mi esa profunda huella de haber sido la experiencia más traumática de mi vida.

Que me ha quedado de todo esto?, pues el sentimiento de haberlo pasado francamente mal para poder superar la ruptura, pero también veo la nueva oportunidad que se me ha presentado de rehacer mi vida.
Estoy escribiendo, desde hace tiempo ya, mi nuevo camino en la vida, con mis tiempos, cubriendo mis necesidades, mis gustos, y con el convencimiento de haber vencido al duelo, de haberlo superado con mi esfuerzo, mi tesón y mi trabajo duro.

Aunque sufrí mucho después que mi ex me dejó, no es menos cierto que al final del túnel, si, si que hay luz, pero hay que trabajar duro y poner mucho de nuestra parte para ser capaces de llegar  a ella, y construir nuestro propio camino con la lección aprendida y aceptada.
Lo que queda al final del todo, una vez superado el dolor, la angustia y la tristeza, es el haber vencido, el sentirse ganador pese haber sido la parte dejada. Por fin, ser libre.

viernes, 1 de diciembre de 2017

Que le dirias?...

Imagínate que por casualidades del destino, te reencuentras con tu ex. El donde no importa, pero se te presenta la posibilidad de poder hablar con él/ella en bandeja de plata.
Ya ha pasado un tiempo más que prudencial desde la ruptura, no hay lágrimas, no hay crisis de ansiedad, solo serenidad y un buen trabajo de ruptura detrás. Sabes que la decisión que ha tomado tu ex, hace tiempo que no tiene marcha atrás, tampoco te planteas volver.

Que le dirías?, que le preguntarías?.

Bueno, en mi caso, como no ha habido una charla sincera en su momento, a mí me dejó con un montón de interrogantes, algunos me los he tenido que ir respondiendo yo misma con el paso del tiempo, de otros, simplemente, no tengo respuesta aún, y creo que jamás las tendré.
Me parece un buen ejercicio, el pensar una supuesta charla con nuestro ex. En mis momentos de máximo bajón emocional me imaginaba hablando con él, preguntándole todas mis dudas, echándole en cara como me había dejado, los motivos, las maneras…

He hecho mi lista de preguntas, por si algún día (poco probable por haber sido una relación a distancia), me reencuentro con él:

-          En qué te he decepcionado?
-          Que cosas, actitudes, maneras… no te gustaban de mí?
-          Mientras estabas conmigo, te planteaste realmente tener otra relación con aquella chica con las que te reencontraste?.
-          Por qué nunca me dijiste que habías dejado de quererme?
-          Crees que al dejarme fuiste totalmente sincero conmigo?, me dijiste toda la verdad o me ocultaste cosas?
-          Porque nunca pudimos tener una charla sincera?, porque me negaste esa posibilidad si tanto te lo pedí?
-          Durante este tiempo, te has acordado de mí alguna vez?, te preguntaste que habría sido de mi vida?
-          Realmente has valorado todo lo que hice por ti y por la relación?, lo has visto alguna vez?, o por el contrario considerabas que yo aporté poco?
-          Consideras que yo merecía ser tratada como lo hiciste?, merecía ese trato por tu parte? (dejarme por teléfono, negarme una charla, gritarme por teléfono, y decirme aquellas palabras tan dolorosas e innecesarias al mismo tiempo).
-          Que cosas piensas que no funcionaban en nuestra relación?
-          Crees que lo diste todo por nosotros? o por el contrario dejaste que la relación se muriera?
-          Piensas que yo no era lo suficiente para ti?, que era poca cosa?, que merecías algo mejor que yo?
-          A mi lado, dejaste de ser feliz en algún momento?
-          Qué recuerdos tienes de nuestra relación?, y de la ruptura?

Estas serían mis preguntas, por supuesto seguramente surgirían otras en una hipotética conversación.

Y vosotros, que le preguntaríais / diríais a vuestros ex en un hipotético encuentro?, seríais totalmente sinceros u os guardaríais algo?.

Como muestra os dejaré un video que vi en Internet, sobre una ex pareja que se reencuentra después de un tiempo. Es un experimento que se hizo en Estados Unidos, donde cada uno de los participantes podía preguntar al otro lo que quisiera, y el otro tenía que responder con total honestidad a la pregunta. Están cara a cara, con la única separación de un banco, en un ambiente tranquilo y con tarjetas que pueden ir cogiendo para preguntar al otro. Está en inglés, con subtítulos en español.
Es una conversación maravillosa, en la que hay tanta sinceridad que emociona.  Se ríen, lloran, se echan cosas en cara, y se ve que hay bastante complicidad entre ellos, pese a que la relación se rompió. Una limpieza del corazón en toda regla, sana, humana y adulta.

Lo he visto varias veces, y no dejo de derramar lágrimas en cada ocasión. Me emociona, me llega al corazón y me remueve.
De más está decir, que yo hubiera pagado el sueldo de un año entero con tal de haber tenido la oportunidad de tener una charla sincera como esta en su momento pero, por supuesto, sin cámaras…


https://www.clarin.com/sociedad/video-viral-preguntas-animaste-hacerle_0_rJqAv7Fvmx.html

viernes, 24 de noviembre de 2017

El tiempo, la distancia y algo más...

Hace ya unos cuantos años que mi ex me dejó, con poco contacto al principio y disminuyendo éste con el paso del tiempo.
Cuando él finalmente desapareció, y con él, mis esperanzas de un regreso a corto plazo, es cuando comencé a darme cuenta de verdad que tenía que hacer frente a algo tremendamente doloroso para mí, fue precisamente en ese momento cuando me di cuenta que tenía que afrontar una ruptura sentimental.

Al principio, ilusa de mí, me aferré al hecho de que el tiempo sanaría las heridas. En parte, es cierto. Es el tiempo el que ayuda, pero no solo él.
La lejanía, o lo que es lo mismo, el contacto 0 ayuda muchísimo. El no saber, el no ver, el no tener noticias de ningún tipo… nos hace alejarnos cada día de la que un día fue nuestra pareja. Empiezas a sentirla como una persona extraña, distinta y distante. Nada es lo mismo, todo ha cambiado, y con ello, comienzas a desenamorarte de ella, poco a poco, casi sin darte cuenta.

Sin embargo, a pesar de tener como aliados el tiempo y la distancia, todo esto no es suficiente. Debemos poner de nuestra parte, tener un plan, una enorme fuerza de voluntad para superar la ruptura.
Cierto es que el contacto 0, sobre todo al principio de la separación, supone una tarea titánica para los dejados, y si no, quién no ha tenido tentaciones, al principio, de llamar a su ex cuando sabía que no debía haberlo?, y quién finalmente lo llamó?... Yo levanto la mano en ambas preguntas… Todos hemos caído.
Pero hoy quería hablar de otra fuerza de voluntad: la de salir adelante.

Para personas como yo, que somos unos pesados con el pasado, que nos cuesta asumir los cambios y que nos aferramos a la esperanza con relativa facilidad, dejarnos caer por el agujero negro de la melancolía y la tristeza es sumamente fácil.
En realidad, superar una ruptura sentimental depende en gran medida de nosotros, aunque como ya señalé tiempo atrás también entran en juego otros factores: los motivos de la ruptura (por ejemplo si hubo una infidelidad), las maneras de romper, si la relación se finiquitó para siempre o por el contrario era una relación que rompía y volvía continuamente, los proyectos de futuro que se tenían… y todo lo que se os pueda ocurrir que puede afectar enormemente al dejado en el momento de afrontar la ruptura con éxito.
Pero además de todo esto, entran en juego la capacidad que tenga en dejado para asumir la situación.

Creo que me sería totalmente imposible el poder enumerar las noches largas que pasé llorando aferrada con la única compañía de mi almohada, o los días que me negaba a salir de casa o simplemente no me levantaba de la cama en todo el día. Al principio es normal, pero debemos alejarnos de estas actitudes depresivas cuanto antes.

Debemos obligarnos a salir, aunque no tengamos ganas, aunque sea a dar un paseo, planear alguna actividad que nos motive y nos aleje de la tristeza, aunque sea por un momento.

Debemos trazarnos un plan que debemos seguir a rajatabla. Aunque algunas veces pequemos, no pasa nada, no es necesario autoflajelarse ni castigarse, si no comprender que estamos en un momento de gran debilidad emocional y nos equivocaremos muchas veces. Debemos darnos tiempo para acostumbrarnos y adaptarnos a la nueva situación, y debemos alegrarnos y autofelicitarnos cuando hayamos cumplido el objetivo trazado.

Yo al principio de mi ruptura funcionaba con objetivos a corto plazo. Me decía a mí misma: "esta semana prohibido llamarlo por teléfono", cuando pasaba la semana y veía que no lo había llamado, me autofelicitaba y me ponía otro objetivo: "esta semana prohibido mirar sus páginas de redes sociales"... y así sucesivamente. Como es lógico, muchas veces no cumplía el objetivo marcado y debía repetirlo a la semana siguiente.
Parece una tontería, pero a mí me ayudó. Con el paso del tiempo el no llamarlo por teléfono pasó de ser algo excepcional a ser habitual.

También me obligaba a salir, aunque muchas veces no me apetecía. Requería de una enorme fuerza de voluntad por mi parte, pero a menudo para salir de casa me decía a mí misma que saliese a dar una vuelta, un paseo, y que luego a mi regreso podría hartarme a llorar tirada en la cama.
Lo que hacía era postponer el momento de tristeza, obligarme a salir, a despejarme, y después darme mi momento de penas. De este modo, iba saliendo poco a poco de mi burbuja.

No lo negaré, sobre todo al principio, supuso una tarea titánica, pero os aseguro que dejarnos caer en la tristeza, la nostalgia y la depresión no es la solución.
No podemos esperar que el tiempo y la distancia hagan todo el trabajo, nosotros también tenemos que poner mucho de nuestra parte si queremos superar la ruptura.

jueves, 9 de noviembre de 2017

La espera...

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Esperar, esperar y esperar: Una llamada, un mensaje, un perdón, una charla sincera… Así estuve mucho tiempo, varios años a decir verdad, esperando que llegase algo que nunca llegaba.
Esperando mientras el tiempo pasaba, él rehacía su vida con otra persona y pasaba página de nuestra historia.
Y yo, seguía esperando…
Desgraciadamente, nada de lo que esperé por su parte llegó.

Es sumamente difícil luchar contra las “esperas”, porque forman parte de algo que aún no está cerrado para nosotros. En muchos casos son unas preguntas, en otras una charla sincera, en otras un perdón por parte de la persona que nos dejó.
Esperamos porque no hemos cerrado la historia, pero también esperamos porque mientras lo hacemos, no cortamos los lazos con nuestros ex, es decir, no lo dejamos marchar.
Mientras nos preguntamos una y otra vez si nuestro ex aparecerá, si nos pedirá perdón, si nos dará una oportunidad, seguimos dejando que esa persona siga ocupando nuestra mente y nuestros pensamientos, y de este modo no cortamos con la historia y no seguimos adelante.
De alguna manera, permitimos que esa persona siga en nuestras vidas, es como si la relación no se hubiera roto para nosotros.
La espera nos frena, nos frena en nuestra recuperación y en la reconstrucción de nuestras vidas.

La espera desespera. Yo veía pasar el tiempo, y lo que anhelaba con tanto fervor, con tanta angustia y esperanza, no solo no llegó, si no que me supuso una inversión de tiempo inútil e innecesaria que no me aportó nada en mi recuperación. 
Yo anhelaba una charla sincera entre los dos, ya que yo nunca pude hablar con mi ex una vez ya me había dejado, yo tenía muchas preguntas sin respuestas, y la única persona que podía responderlas era precisamente él. Nunca tuve esa charla.

Invertí tanto tiempo esperando, que me olvidé de mí misma. Cierto era que yo deseaba profundamente tener esa charla con él, con tranquilidad, sin reproches y con respeto, pero me olvidé que tenía que ocuparme de mí y de mi recuperación. Esperando, prescindía de pensamientos positivos, me estancaba en el pasado y no avanzaba y no invertía en mí misma todas las fuerzas necesarias para poder superar con éxito la ruptura. Me olvidé de mirar para adelante, dejando siempre la puerta entreabierta.

“No, me estoy engañando”, me decía una y otra vez cuando me llegaban esas ideas de una posible charla sincera con él. “Se ha ido, no volverá”, “Él no lo necesita”, “Él ha pasado página ya” me decía a mí misma siempre que las ideas de “esperanza” volvían a mi mente, con el único objetivo de alimentar y no romper el lazo con mi ex y con la relación que habíamos tenido.
Era evidente que mi inconsciente me estaba engañando.
Hay que luchar sin descanso con estas ideas, no dejar que nuestro inconsciente nos gane la batalla, hay que recordarle una y otra vez que la decisión de nuestro ex no tiene marcha atrás.
Debemos por todos los medios alejar esas ideas destructivas de nuestra mente porque nos estancan en el pasado.

El tiempo agota. Si, te cansas de esperar lo que tanto anhelas. Ves que el tiempo pasa, y que aquella llamada, aquel perdón... no llega. Te agota. Y buen día, no sin antes la presencia de la tristeza, de la desilusión y la pena, dejas de esperar.
Te invade la tristeza porque ves la realidad, ves que lo que deseas no sucederá, y no te queda otra que aceptar la dura realidad: hay que dejar de esperar y seguir adelante.
Te das cuenta que el tiempo que has invertido esperando a aquella persona, ha sido un tiempo perdido.
A mí me sucedió esperando aquella charla sincera. Lástima que me dí cuenta de ello varios años después de la ruptura...

Cuando por fin aceptas que nada de lo que quieres sucederá y aceptas la situación, es justo en ese momento cuando te quitas un buen peso de encima, y te percatas de que puedes seguir con tu vida, con tu camino. Es un pasito más hacia la recuperación. Creedme, a mí me sucedió.

Luchad contra las esperas, no aportan nada, os hacen perder el tiempo y os estancan. Es una lucha difícil, pero no es imposible.

sábado, 28 de octubre de 2017

Pero... dónde estás?...

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Parece increíble que después de haber vivido y compartido tanto con una persona, ésta decida romper la relación y desaparezca para siempre.
En su momento, a mí no dejaba de sorprenderme que mi ex, después de 2 meses de idas y venidas, decidiera romper todo contacto conmigo y desapareciera sin dejar rastro, como si se lo hubiera tragado la tierra!.
Ni una llamada, ni un mensaje, ni un email … preguntándome qué tal estaba. Sólo recibí un mensaje aquellas Navidades para felicitarme las fiestas, cuando ya habían pasado unos 6 meses desde la ruptura y llevábamos varios meses sin comunicación alguna, a partir de entonces recibí algún contacto muy esporádico, quizás cada 4 ó  5 meses, pero siempre eran contactos muy escuetos vía mensaje de móvil y volvía a perderle el rastro otra vez, hasta que un día desapareció definitivamente. Yo me preguntaba en todo momento si todo eso era normal, como era posible que se hubiera olvidado de mí después de tantos años juntos.

Por un lado, deseaba que volviese a aparecer, porque eso significaba que no se había olvidado de mí, pero por otro, sabía que no era lo mejor para mi recuperación. Yo veía poco probable que mi ex quisiera volver conmigo, por lo menos a corto plazo, y el contactar no haría otra cosa más que despertar viejas fantasías que no se cumplirían en un futuro próximo y que tendría efectos terribles en mí, pues aún me encontraba en pleno proceso de duelo.

Evidentemente todo tiene un porqué, y descubrí el motivo pasado bastante tiempo. Nuestros ex no se han olvidado de nosotros, sobre todo en el caso de que la relación fuese larga, hubiera proyectos de futuro… en definitiva, una relación que ha calado hondo a nivel emocional y que ha dejado huella no se olvida de la noche a la mañana, o mejor dicho no se olvida nunca. Pero, entonces por que han desaparecido?.

1.       La primera pregunta que me hago es: “para qué reaparecer?”. Si ellos han finiquitado la relación, para ellos ya no tiene ningún sentido el volver a aparecer. Ellos ya capitularon, y desean superar las últimas fases del duelo cuanto antes, si siguen en contacto con nosotros ese proceso se le hará más difícil.

2.       Nos llevan ventaja. No olvidemos que ellos nos llevan tiempo de ventaja en relación al duelo. Mientras que a ellos la decisión de romper les viene dada, a nosotros nos ha sido impuesta. Queramos o no esto es lo que hay, en cambio como la decisión de romper la han decidido ellos les es más fácil pasar página que a nosotros. Además, mientras ellos decidían si romper con nosotros o no, seguían la relación a nuestro lado, haciendo el duelo y la toma decisión de romper mucho más llevadera para ellos. En cambio nosotros hemos tenido que elaborar el duelo en soledad, sin su compañía.

3.       Somos su pasado. Quieren rehacer su vida y nosotros ya no formamos parte de ella en la actualidad. No es que se hayan olvidado de nosotros, simplemente que quieren capitular una parte de su vida. Retomar el contacto significa no cerrar esa puerta. En muchas ocasiones, quieren rehacer su vida sentimental con otra persona, otra veces simplemente quieren estar solos un tiempo para cicatrizar las heridas de una ruptura (si, ellos también la sufren), si siguen contactando no conseguirán rehacer su vida.

4.       “Por que ni siquiera me llama para saber cómo estoy?”: simplemente porque no quiere saberlo. Y no quiere saberlo porque si llama, sabe que se arriesga a abrir la caja de pandora, a remover la mierda que había dejado bien acomodada hace meses. No son tontos. Ante un conflicto, mejor dejar las cosas como están y desaparecer.

5.       Al hilo del punto anterior: Si no llaman ni aparecen, se evitan una posible bronca por nuestra parte, y si no es una bronca, también se pueden evitar una buena llantera por nuestra parte, reproches, súplicas… Evitan ese mal momento. Seguramente durante el momento de la ruptura lo tuvieron que vivir, para qué volver a repetir la situación?... Pensad que siempre que aparecen lo hacen a través de un mensaje de móvil, un email... casi siempre vías de contacto indirectas, casi nunca usan el teléfono por ejemplo, que sería un contacto directo.

6.       Para no hacer daño. Saben que no tienen nada que ofrecernos, entonces, para qué llamar?, para hacer daño a la otra persona?, para ilusionarla cuando no tienen nada para darnos?. Aunque a nosotros nos puede parecer frialdad, muchas veces detrás hay más sentimiento y sufrimiento de lo que nos creemos. Saben que una llamada, un volver aparecer puede generar mucho dolor en una persona dejada.

7.       Están con otra persona. Esta es la que más duele. Porque significa que han pasado página y ya han rehecho su vida, y nosotros ya formamos parte de un pasado muy lejano. Estos casos es mejor no saberlo, sobre todo si ha pasado poco tiempo desde la ruptura. 
Yo así fue como descubrí que mi ex había rehecho su vida con otra persona: porque desapareció para siempre.


En cualquier caso, yo sé que duele no recibir noticias de nuestros ex, porque lo que nosotros percibimos en ese gesto es abandono, olvido, indiferencia… por su parte. Pero creedme, y os hablo desde la experiencia, es mejor que no vuelvan a contactar, sobre todo si la relación ya no tiene ninguna oportunidad, está herida de muerte.
Como os conté al principio del post, mi ex mantuvo el contacto conmigo durante poco más de un año después de romper conmigo. Aparecía con un mensaje de móvil, que por supuesto yo no dudaba en contestar una y otra vez, para recibir un silencio por su parte. Y no volvía a recibir ningún mensaje suyo hasta pasados unos cuantos meses…
Pues bien, en cada silencio suyo yo tenía que levantarme emocionalmente otra vez, porque de ese mensaje yo siempre esperaba algo más que nunca llegaba. Me llenaba de ilusión, fantaseaba con un posible regreso… para después caer al vacío y vuelta a empezar.
Era absolutamente agotador.
Por eso, pasado un tiempo, decidí no volver a responder. Y así lo hice estas Navidades pasadas cuando apareció.

Hacedme caso, pensad solo en vosotros, en vuestra recuperación, en vuestro bienestar, nadie más que vosotros lo hará.

jueves, 19 de octubre de 2017

Una ayudita por favor...

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Una ruptura de pareja puede suponer, y mucho, una merma en nuestra autoestima. No solo te han abandonado, si no que la otra persona a la que has amado y por la que has dado tanto por ella, no te ha elegido para seguir el camino a su lado.

Las fases del duelo se suceden, pero no consigues sentirte mejor. A mí me pasó. Ya habían transcurrido 6 largos meses desde la ruptura, y en lugar de mejorar, cada día estaba peor. 

No conseguía comprender porque mi ex me había dejado y siempre con la incertidumbre de si iba a volver o no, si la ruptura era definitiva o era simplemente un impás en nuestra relación. Ya comenté en anteriores posts que yo no tuve la posibilidad de una charla sincera con mi ex, de sentarnos tranquilamente y hablar sobre la ruptura. En lugar de ello, todo fue por teléfono y por mensajes de texto. Pese a que yo le había pedido sinceridad por su parte y le rogué en varias ocasiones el poder hablar cara a cara, lo único que conseguí fue quedar con él en una estación de autobuses durante no más de 40 minutos, de los cuales habló de banalidades durante 20 minutos, y tratándome mal los otros 20, después que yo le sacase el tema de la ruptura viendo que él se iba por las ramas. No eran maneras… 

Con todo este coctel, yo tenía que elaborar un duelo, y enterrar 6 años y medio de relación a distancia, en el que había mucho esfuerzo por mi parte, mucho amor, muchos planes e ilusión. No era una tarea fácil. Y si a eso le sumamos el divorcio de mis padres, que mis amigos me dejaron de lado, moobing en el trabajo que culminó con un despido fulminante… el atragantamiento estaba asegurado…
Mi duelo, después de 6 meses de ruptura, se había estancado.

Creo que cualquier esfuerzo que hagamos para poder mejorar será positivo. Por supuesto me refiero a cualquier actividad que nos aporte y nos haga salir del pozo.
Una charla con un psicólogo no es una excepción. Yo decidí tomar ese camino. Necesitaba ayuda con urgencia.

Elegí a una chica que tenía la consulta cerca de casa. En las primeras sesiones yo tenía la sensación que estaba perdiendo el tiempo. Yo hablaba, hablaba y hablaba, y también lloraba, lloraba y lloraba. Mientras que del otro lado, lo único que yo veía era una persona observándome y apuntando en un cuaderno.
En realidad, el profesional está escuchando y tomando notas. No conoce nuestra historia, no sabe quiénes somos, qué es lo que nos duele, y qué es lo que no nos deja avanzar en la vida.
Yo fui muy clara desde un principio: acudía a su consulta porque no era capaz de superar la ruptura, y estaba sufriendo mucho.

Pasadas unas semanas, no recuerdo cuantas, la otra persona que hasta entonces parecía muda, habló. Yo me quedé sorprendida, sobre todo porque me hacía ver un punto de vista diferente, muy distinto al mío. Y me ayudaba a comprender cosas que hasta entonces eran imposibles para mí.
Me hizo ver la situación desde un prisma diferente, y sobre todo, analizar lo que había sucedido, el por qué y a aceptar que, si bien no podemos cambiar lo que ha pasado, si podemos aprender aceptar las cosas como son, aunque eso lleve un poco de tiempo.

En cada sesión sufría, sufría porque me dolía lo que escuchaba, pero por otro lado sabía que era bastante cierto, y que tenía que asumirlo para poder seguir avanzando.
En muchas ocasiones no quieres escuchar lo que te están diciendo, pero debes hacerlo, porque solo de esa manera serás capaz de resolver el conflicto.

Siempre se sucedía la misma secuencia: me presentaba a las sesiones muy revuelta, con un pensamiento, un sentimiento, con algo que había sucedido... que me estaba matando por dentro. Se lo vomitaba a la psicóloga que me escuchaba atentamente. Ella me ayudaba a analizar la situación, hacerme ver otro ángulo diferente, y yo, en muchas ocasiones, me negaba a ver la realidad, simplemente no quería verla. 
Después de la sesión salía con mucha angustia, pero con una idea, con un análisis, con un punto de vista distinto que me ayudaba a ver todo de otra manera.
Me acompañaban días de llanteras, de noches sin dormir, de encontrarme y sentirme perdida, sin salida... para pasar a una situación de resignación (no se puede cambiar nada) y aceptación.
Por supuesto entre medias pueden producirse estadio de ira, de rabia y negación.

Y así, poquito a poco fui avanzando. Tengo claro que muchas cosas que logré, jamás lo hubiera conseguido de no haber ido al psicólogo.
Si estáis en la misma situación que yo, os animo a que os lo plantéis.

Entiendo que el tema económico puede ser un gran problema, pero seguro que hay sesiones en grupo que no son caros y que también os pueden ayudar.

En mi caso, no solo me ayudó con mi ruptura, si no también con la separación de mis padres, la situación vivida en el trabajo...

jueves, 5 de octubre de 2017

Gracias...?

Resultado de imagen de gracias?“Bueno, por lo menos te ha dejado que rehagas tu vida…”. Esta frase la escuché a modo de agradecimiento hacia mi ex no una, sino varias veces por parte de gente cercana a mí cuando yo les hablaba sobre mi ruptura.  Como una nueva oportunidad para mí, como un halo de esperanza para comenzar de nuevo, o como una puerta abierta a una nueva vida después de la ruptura.
Parecía que yo tenía que estar agradecida por esta nueva oportunidad que me había regalado la vida, o mejor dicho mi ex, cuando yo en realidad no quería nada de esto.
Es evidente que la gente no lo decía con mala intención si no que querían ayudarme, darme un empujoncito para avanzar en mi recuperación, sin embargo en mí, aquella frase producía el efecto contrario.

Yo nunca elegí estar aquí, tener que ser dejada y tener que afrontar una ruptura. Fue mi ex quien, rompiendo la relación conmigo, me empujó a elegir otro camino distinto en mi vida que yo no quería tomar. Yo quería estar a su lado, formar una familia y tener un futuro en común. Está claro que él no, o por lo menos no lo quería conmigo (y lo respeto).
Yo a él no le debo nada, más que los bonitos momentos compartidos, lo que me enseñó y me aportó como persona durante el tiempo que estuvimos juntos, pero desde el primer momento que él decide romper la relación ya no le debo nada. Lo que me ofreció no fue una nueva oportunidad en mi vida, si no la única opción que yo tenía que no fue otra que seguir mi camino sin él.

En realidad él no me deja para que yo rehaga mi vida, si no para que él rehaga la suya. Que yo rehaga mi vida a mi ex no le importa y está claro que no es el objetivo principal de dejarme, sino un daño colateral de tomar dicha decisión. A mí no me quedó otra, no tuve otra opción más que superar la ruptura con mucho dolor y seguir mi camino, me gustase o no, por eso cuando me soltaban aquella frase me sentaba francamente mal, simplemente porque yo no tenía alternativa, no tuve ninguna otra opción que no fuese continuar con mi vida sin él.
A mí mi ex jamás me preguntó que me parecía si nos separábamos, si lo veía bien o me parecía la decisión correcta. Él simplemente descolgó el teléfono y rompió la relación, sin que mi opinión contase para algo, pese a ser el 50% de la relación… Aquí lo que yo pensase, sintiese o creyese no contó para nada.
Por eso aquella frase me dolía tanto… porque parecía que tenía que agradecerle el haberme dejado, parecía que yo le debía algo después de todo….

Que no os engañen, se han marchado para continuar su camino sin nosotros, ya no les importa lo que hagamos. Después de la ruptura no les debemos nada.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Italia. Parte II

"Cómo quiere la pasta?", me preguntaba cada noche el camarero del hotel, mientras sujetaba un paño con el antebrazo. Todas las noches se repetía el mismo ritual.
Si tenía suerte, compartía mi cena con otros huéspedes del hotel, aunque estábamos en mesas diferentes el escuchar otras conversaciones (aunque no fuesen en mi idioma) no me hacían sentir tan sola.

En cierta ocasión, estábamos un matrimonio y sus hijos y yo. El resto del salón estaba vacío. Yo cenaba tranquilamente, hasta que se marcharon. De repente, un silencio ocupó toda la sala, estaba yo, mi plato de pasta y... nadie más. Un agobio enorme me albergó el corazón, y no pude seguir cenando.
Me levanté, con un nudo en la garganta con el firme propósito de marcharme de allí cuanto antes, justo en ese momento salió el camarero alegre y sonriente, preguntándome si quería postre. Yo, a punto de romper a llorar, y sumamente agobiada le dije que no. Y desaparecí de allí.

Para evitar esta situación que se repetía con frecuencia, decídí bajarme a la noche siguiente con una guía de Italia. Así, mientras cenaba organizaba el día siguiente, sin tener que estar pendiente de si había gente o no.
A partir de entonces las cenas fueron un poco mejor.

A medida que iban pasando los días, yo me iba percatando que, quizás, la decisión de romper de mi ex había sido definitiva. Como comenté en alguna ocasión, mi ex no planteó la ruptura como algo definitivo, más bien parecía que dejaba la puerta abierta por si acaso. Así estuvo los 2 primeros meses que mantuvimos contacto después de haberme dejado.
Yo le preguntaba en aquellas conversaciones si de verdad era algo que no tenía marcha atrás, a veces me decía que si, a veces que no, y otras que no lo sabía...
Pero en el viaje es la primera vez, después de 3 meses de ruptura, que empiezo a plantearme de si de verdad esto ya no tiene vuelta atrás. El solo hecho de pensarlo me generaba auténticas crisis de ansiedad, asique para evitar estas situaciones, y teniendo en cuenta que estaba sola, lejos de casa y que era mi primer viaje en solitairo, apartaba esa idea de mi mente.
Pero el episodio que más me chocó fue cuando, una noche mientras dormía, soñé que iba en coche descapotable, riendo, recorriendo aquellas tierras italianas, y a mi lado, acompañándome estaba mi ex. Él también estaba disfrutando como yo de aquel viaje y se reía y el sol le iluminaba la cara... Que desagradable sorpresa me llevé cuando, al despertar, descubrí que solo era un sueño, y que me encontraba durmiendo en una cama inmensa yo sola, en un hotel perdido de Roma...

Yo mantenía mi mente ocupada y mi tiempo, recorriendo aquellas calles, aquellos monumentos y ciudades, lo que me permitía aliviar un poco la pesadez que llevaba, pero a medida que van pasando los días, siento la necesidad de volver a casa.
Echaba de menos a mi familia, mi casa, mi cama, y sobre todo, el no sentirme tan sola todo el tiempo...

El día de mi regreso, ya en el aeropuerto de Roma, mientras estoy facturando la maleta, veo a una pareja, él italiano, ella española, que se despedían. Ella lloraba, y él sonreía. Ella volvía a España, supongo, después de haber pasado unos días con su pareja. Cuántas veces habré vivido yo aquella escena con mi ex?, 50?, 80?, 100?, 200 veces?... Imposible calcularlo, y es que 6 años y medio de relación a distancia dan para mucho.
Me quedé observando a aquella pareja mientras se despedían. Para ella se notaba que era duro. Pregunto si seguirán juntos...

sábado, 23 de septiembre de 2017

Italia. Parte I


Imagen relacionadaItalia debe ser unos los países más bonitos para recorrer, en cada rincón se respira historia, arte, cultura… Y yo llevaba demasiado tiempo queriéndolo conocer. Pero como todo en la vida, uno planea y las situaciones y las circunstancias deciden, y a uno no le queda más remedio que adaptarse. Eso me pasó a mí… Siempre que imaginaba el viaje a Italia, mi ex estaba a mi lado disfrutando de aquel país que tanto ofrecía, los dos juntos recorríamos sus calles, visitábamos sus museos y monumentos y charlábamos con la gente de forma animada, intentando empaparnos lo máximo posible de su cultura y costumbres. Nada de eso sucedió.

Pisé suelo italiano apenas 2 meses después de la ruptura, con la única compañía de una maleta sin saber muy bien que hacía allí. En principio mi objetivo era pasármelo bien, disfrutar de aquel país de la misma manera que me lo había imaginado cientos y cientos de veces en mi mente, pero la circunstancias habían cambiado drásticamente, y yo me encontraba en pleno proceso de duelo, intentado digerir una ruptura que me había venido grande, que no era capaz de asumir ni de entender, y con el firme convencimiento que la situación era totalmente reversible.
No, no lo tenía ni mucho menos asumido, de hecho, aún me encontraba en estado de shock total. Y con este panorama, mi padre me llevó al aeropuerto, no sin sus dudas de que quizás, ese viaje no fuese una buena idea para una chica sola, por supuesto, nunca me dijo nada ni se opuso, pero yo podía intuir sus pensamientos a través de su mirada y de su nerviosismo.
Yo, por mi parte, hasta ese momento me sentía segura de mi decisión. Unas cuantas semanas atrás había tomado la firme decisión de no quedarme en casa en mis vacaciones, sinceramente, no podía haber algo más deprimente que pasarme las 2 semanas de vacaciones tirada en la cama, llorando desconsolada y esperando una llamada...

Con Internet como máximo aliado, organicé mi viaje en función de las ciudades que quería conocer:  Roma, Napoles, Florencia y Venecia. El enlace entre las ciudades lo haría en un coche alquilado, asique partiendo de esta información, busqué hoteles y todo lo que se podía ver en cada una de estas ciudades. Me hice un planning de lo que iba a ver cada día, y con esa lista me presenté aquella mañana de Agosto en el aeropuerto dispuesta a coger un avión que convertiría mi listado en una realidad palpable.

No fue hasta que cogí el metro de Roma, cuando me di cuenta que estaba totalmente sola. Subí al tren con 4 españoles, que si bien no intercambiamos palabra alguna, el escucharles me hacía sentir que íbamos juntos a alguna parte. Bajamos en la misma parada, pero ellos se desviaron unas calles más adelante, y a mí aún me tocaba un largo recorrido por hacer con una pesada maleta y una calle cuesta arriba. Fue precisamente en ese instante, cuando los 2 grupos nos separamos, cuando me di cuenta que si, que estaba sola, yo, mi maleta y mi dolorosa ruptura sin asumir… Me tocaba seguir mi camino.
No creo que sea capaz de encontrar las palabras exactas que puedan describir lo desolador que estaba siendo la situación para mí. De golpe apareció un nudo en el estómago, una sensación de pesadez, de vacío absoluto, de tristeza, de agobio, de desesperación, y sobre todo, de soledad… Yo miraba aquella cuesta arriba y veía imposible el poderla subir, tuve que parar varias veces para tomar aire y poder continuar. Hacía un calor tan insoportable que el aire era imposible de respirar, se me secaba la boca y me faltaba el aire, tenía una sed espantosa. Cada esfuerzo para subir la cuesta se me hacía cada vez más duro e imposible, pero no tenía alternativa.

Por fin llegué al hotel, apenas lo vi al final de la calle sentí un enorme alivio. Una vez que pasé el check-in y me llevaron a la habitación, cerré la puerta y empecé a revisar el cuarto. No era especialmente grande, pero estaba bien. Me senté en aquella cama de matrimonio intentando descansar del viaje, y de repente una enorme angustia me invadió. No sé si fue el verme sola, el cansancio del viaje o que simplemente no llevaba un buen día, pero lo cierto es que tuve que levantarme con urgencia y encerrarme en el cuarto de baño. Allí rompí a llorar desconsoladamente, las lágrimas, la ansiedad, la tristeza y la desesperación no me dejaban respirar, mientras me preguntaba qué hacía allí, dónde estaba mi pareja y si él algún día iba a volver.
Creo que fue justo en ese momento cuando salí del estado de shock en el que llevaba viviendo los últimos 2 meses, me di cuenta que estaba sola, y lo estaba porque mi pareja me había dejado, y que seguramente se había marchado para no volver jamás.
Cuando conseguí tranquilizarme, salí del cuarto de baño con los ojos rojos e hinchados, y rebusqué entre mi bolso hasta que encontré una bolsa de plástico que contenía un bocadillo que mi padre me había preparado aquella mañana. Entre lágrimas me lo comí, pensando en el viaje en coche de mi padre aquella mañana, lo recordé y lo eché de menos, a pesar que nunca tuvimos una buena relación, pero aquel bocadillo me recordó que había alguien, si había alguien a unos cuantos kilómetros de distancia que me quería, que había tenido el cariñoso gesto de prepararme un bocadillo para que tuviera algo que comer durante el viaje. Creo que fue el gesto más humano que había tenido aquel triste día.
Mientras me comía el bocadillo y las lágrimas recorrían mis mejillas, comencé a escribir como me sentía en aquel momento. Los ojos humedecidos apenas me dejaban ver lo que estaba escribiendo, y continuamente tenía que limpiarme las lágrimas.

Me di cuenta que no podía estar así. Que tenía que disfrutar de aquel maravilloso viaje, que Italia me esperaba y Roma, estaba bajo mis pies deseando a que la recorriera.
Eran las 4 de la tarde, asique cogí mi cámara, mi mochila, y teniendo los ojos aún humedecidos acudí a la llamada de Roma. Al salir del hotel tomé aire, y me relajé, cogí el metro y me planté en el centro de la ciudad. Ya tenía otra actitud, otra mirada, estaba ilusionada por algo.
Nada más salí de la boca del metro El Coliseo me estaba esperando. Se me cortó la respiración de la emoción. Y entonces, justo en ese momento, por fin, sonreí.


domingo, 3 de septiembre de 2017

El viaje

Hace unos cuantos posts atrás, hablé de un viaje que hice habiendo sido ya dejada por mi ex. Era un viaje que había planeado primero con él, un viaje cuyo destino era Italia.
Unos meses antes habíamos hablado de hacer ese viaje, aunque como ya él estaba pensando en dejarme, no mostró en principio demasiada ilusión. Yo noté esa falta de interés por su parte, pero como estaba siendo la tónica últimamente y teniendo en cuenta que él estaba teniendo problemas en su trabajo, no le dí
demasiada importancia en un principio.

La cosa es que él rompió la relación, y a los 2 meses yo tenía que empezar las vacaciones. No estaba en mi mejor momento, pero quedarme en mi casa sin salir, creí que podía ser muchísismo peor, además, por aquel entonces, yo albergaba la falsa esperanza que él iba a volver... Asique aún me encontraba en estado de shock total, sin creerme lo que me estaba pasando.

Decidí hacer aquel viaje en solitario, 15 días en Italia moviéndome por mi cuenta, recorriendo de sur a norte todo el país, con la única compañía de mi maleta y un coche alquilado durante unos días, el resto me movería por mi cuenta usando tren y autobús...
Ahora que ha pasado el tiempo, reconozco que, teniendo en cuenta la situación emocional que yo estaba viviendo en esos momentos, hacer ese viaje no fue la mejor de las decisiones. Yo aún lo seguía esperando, aún lo seguía queriendo y echándolo de menos.
Me gustaría hablar más al detalle de lo que me ocurrió en aquel viaje, sola, en un país extranjero, porque si bien no era el mejor momento para hacerlo, si es cierto que me abrió la posibilidad de poder viajar sola, de conocer nuevos países y de descubrir una nueva afición: los viajes.
Una afición que hasta la fecha no he abandonado, y gracias a él he conocido muchos países y nuevas culturas.

Viajar en solitario puede ser duro si no estás preparado para ello, pero también puede ser una experiencia inolvidable. Es cierto que yo no tenía con quien viajar, y me vi obligada a ello, no tenía otra opción: o viajaba sola o me quedaba en casa. Yo tenía una pareja o a unos amigos que me esperasen a mi regreso. Pero reconozco que aprendí mucho. Y quería compartirlo con vosotros, mis recuerdos, mis vivencias... Estoy segura que os ayudarán mucho si os estais plantenado hacer un viaje solos por primera vez.

sábado, 22 de julio de 2017

Mis errores... (Parte II)

Hace poco tiempo os comenté que había roto una corta relación con un chico con el que había estado saliendo unos 2 meses aproximadamente.

Ahora que veo la situación con más perspectiva, veo que no me he equivocado en mi decisión: esa relación no iba a funcionanr nunca. Yo no me estaba enamorando de esta persona, era un buen chico, pero no me atraía en absoluto.

El problema es que esta persona no termina de aceptar la situación. Cuando decidí romper con él, fui lo más clara que pude en mis motivos, no quise engañarle porque me negaba a que pasase por lo mismo que yo con mi ex. Los engaños, las medias verdades al final se descubren y hacen mucho daño.
Pues bien, al principio, no se lo tomó nada bien, como era de esperar, pero ha pasado el tiempo y el tema no mejora...

Al principio se mostró desesperado (quién no recuerda ese sentimiento?) al ver que me perdía, pero cuando comprobó que mi decisión no tenía marcha atrás comenzó a mostrarse violento.
Comenzaron los insultos y las descalificaciones. Me ha llamado "falsa", "actriz", "mentirosa"... Por supuesto, yo no he entrado en su juego, y no lo he hecho porque entiendo su situación.
Yo nunca insulté a mi ex. NUNCA. Pero entiendo por el proceso que está pasando esta persona. Y estoy segura que dentro no mucho tiempo se arrepentirá de todo esto.
No es él quien habla, si no su dolor y su incredulidad ante la ruptura. Aunque debemos tener claro que hay que evitar estas situaciones a toda costa. Aunque nos hayan dejado y nos duela el alma, no se debe faltar el respeto a nadie, y menos con quien hemos compartido tantas sensaciones y vivencias, no podemos cruzar esa línea roja bajo ninguna circunstancia, dirá poco de nosotros y nos dejará en mal lugar. Aunque nos cueste, no podemos entrar en este campo.
Si queremos recuperar a nuestro ex, insultándole y faltándole el respeto es la peor de las maneras.

Es mi ruptura vivida la que me ayuda a comprenderle, y a no juzgarle.

Ha pasado ya un tiempo desde que he roto con él, y si bien ha estado una temporada tranquilo, ha vuelto a las andadas mandándome mensajes al móvil.
También he recibido algunos emails suyos como si los mandase por accidente, poniendo en copia a más gente y haciendo de cuenta que me lo ha mandado sin querer...
Yo pasé por eso, seguramente tú también, y este chico no es la excepción.

El duelo es un proceso en el que vamos asumiendo la situación, no exenta de dolor y sufrimiento, pero si llena de aprendizaje para un futuro.
Debemos amoldarnos a la nueva vida que tenemos, y eso requiere un tiempo de adaptación y asimilación.

miércoles, 31 de mayo de 2017

Mis errores... (Parte I)

Un corazón roto en un momento de debilidad puede hacernos cometer grandes errores de los que después nos arrepentiremos.
Quién no ha escrito una carta de amor a su ex declarando sus sentimientos?, quién no ha intentado cruzarse (forzando la situación) con la persona que le ha dejado para actuar como si la situación fuese accidental?, quién no ha pronunciado las frases “te quiero”, cuando la otra persona ya había roto la relación?.

No eres el único, ni serás el último. Yo lo hice. Y seguro que más de uno de los que entran aquí también lo ha hecho. Ante todo, he de decirte que es absolutamente normal

Ante una ruptura sentimental es difícil mantener la cordura. No quieres que la relación se rompa, e intentas por todos los medios, aunque sea con un mínimo resquicio de esperanza, recuperar a la otra persona a cualquier precio, y esto te empuja a hacer cosas que, con total seguridad, después te arrepentirás.
Nuestro miedo a perder a la persona a la que amamos, el tener que asumir que a partir de entonces debemos seguir caminos distintos en la vida, no es fácil. La resignación es lo último que queremos, y luchamos para no conformarnos. Es precisamente en esta lucha de no conformarnos cuando aparecen esta “situaciones” en las que, pasado un tiempo, no queremos ni recordar.

Os contaré algunos de los errores que cometí una vez mis ex me dejó para que os sirva de ejemplo.
Yo, a las pocas semanas que mi ex rompió conmigo, escribí un listado de las cosas que me gustaban de él, y también detallé aquellas cosas que no habían funcionado en nuestra relación desde mi punto de vista.
En lugar de guardarme esa hoja para mí, cometí el error de llamarle por teléfono y leersela.
Mi ex, alucinando, me escuchaba callado sin decir nada, mientras yo, con la voz temblorosa y llorosa, le leía "mi listado de la compra".
Mi ex no dijo prácticamente nada. Tampoco tenía mucho que decir.
La situación era totalmente ridícula, porque si bien mi ex me dejó sin decirme jamás que había dejado de quererme, era evidente que había roto conmigo por eso, pero yo no quería verlo en aquel momento.Y yo, en aquel monólogo telefónico, estaba intentando por todos los medios recuperar algo que ya estaba muerto... Obvio que necesité tiempo para darme cuenta de ello, pero el ridículo ya lo había hecho.

Qué estúpida me siento hoy viéndome a mí misma contenta por haber llamado a mi ex y haber hablado un rato después que él me había dejado!. Se puede ser más tonta??. Por suerte, él eso, no lo sabe...

Lo mejor vino pasados unos meses. Por aquel entonces yo escribía un diario, un diario que solo leía yo y en el que contaba mis más sinceros sentimientos hacia él: como había vivido la relación, como llevaba la ruptura... en fin, los sentimientos más íntimos que no se los cuentas a nadie.
No contenta con mi hazaña del teléfono, volví a repetir la acción, enviándole por email aquel diario. Es lo peor que pude haber hecho...
A los pocos días lo llamé, para preguntarle si lo había leído, y él, visiblemente molesto, me dijo que si, aunque no quiso entrar demasiado en el tema. Me dió largas y era evidente que no quería hablar conmigo. Enviarle aquel diario fue un grandísimo error!.

En otra ocasión, concretamente el último día que lo vi, y haciendo una semana que me había dejado, entre llantos le hice la pregunta más tonta que le he podido hacer: "qué voy hacer yo ahora sin ti?". La respuesta era obvia: seguir mi camino. Pero yo en aquel momento necesitaba soltar aquellas palabras, y creo que lo hice sin pensar.
Lamentable recibí como respuesta por su parte, y de muy malas maneras: "Y a mí qué me cuentas??, ese es tu problema!!".

Como veis, yo también hice el ridículo en muchas ocasiones. Pero sabéis qué?, no me arrepiento. No me arrepiento porque en aquel momento era lo que yo sentía, y porque no puedo perder la perspectiva que aquellos tiempos fueron muy difíciles para mi.
No debemos culpabilizarnos por cosas ridiculas que hayamos hecho: nosotros queríamos mucho a una persona, y lo que hicimos fue fruto de ese amor que sentíamos por ellos. Y en eso, no hay nada de malo. Es comprensible, es lícito y es humano.

martes, 30 de mayo de 2017

Cuando las cosas no funcionan...

Así he querido llamar este post, “cuando las cosas no funcionan”, porque por primera vez, después de la ruptura, me he visto en el papel del dejador.

Os comenté hace algún tiempo, que había comenzado una relación con un chico, al cual había conocido en una fiesta de solteros. Yo, sinceramente, en un principio no tenía grandes expectativas con él, preferí mantenerme siempre cauta, dejándome llevar y viendo que pasaba. Yo prefería que todo fuera más despacio, llevo mucho tiempo sola y meterme en una relación me da mucho vértigo.
Él, por el contrario, cada día se ilusionaba más conmigo. A mí me parecía que él corría demasiado, planeado proyectos de futuro que yo soy incapaz en este momento de poder ofrecer a nadie, después de todo, solo hacía 2 meses que nos conocíamos y yo aún no me siento 100% preparada para entregar mi corazón a nadie.
Sabiendo por lo que he pasado, pues conoce mi situación emocional, planea proyectos sin tener en cuenta que necesito mi ritmo, mi espacio. Pese a que le advertí de esta situación, él estaba más pendiente de sus proyectos que de mis necesidades reales. En definitiva, íbamos a 2 velocidades diferentes. Él necesitaba una pareja a su lado, y yo tiempo y espacio para poder amoldar una nueva persona a mi vida.
Tampoco tuvo tacto ni mano izquierda en determinadas situaciones bastante delicadas, lo que hizo que la situación fuera bastante insostenible.

Pero no todo fue culpa suya. Con el transcurso del tiempo, me voy dando cuenta que la magia, que la explosión de sentimientos que yo había sentido cuando empecé mi relación con mi ex, en este caso no se estaba produciendo ni de lejos. Por supuesto que yo no buscaba a mi ex en este chico, pero el tiempo pasaba y aquello no avanzaba.
Al principio, dejé margen, esperando que el tiempo y el roce hicieran aparecer algo, un sentimiento, una ilusión, un hilo con el que poco a poco se podría construir algo.
Pero su forma de ser, de comportarse, su falta de masculinidad… o lo que sea, no me atraían… Y eso no era culpa suya. No era mala persona ni mucho menos, él era así, pero a mí no me gustaba.

Y mientras todo esto ocurría, él se marcha de vacaciones unos días, y es ahí cuando se produce mi toma de decisión: me doy cuenta que lo que siento en ese tiempo, es alivio. No lo extrañé, y yo no estaba contando los días que quedaban para su regreso. Definitivamente estaba perdiendo el tiempo y se lo estaba haciendo perder a él. Tenía que dejarlo.

Pero claro, me invadió un sentimiento horrible de culpabilidad, me sentí una mala persona. Y no tardaron en aparecer en mi mente los recuerdos de mi ruptura, de mi sentimiento de soledad, de dolor, de incredulidad… Me puse en su piel. Y aunque era conocedora que esa relación ya no podía continuar, viví la situación con mucha angustia. Tenía que tomar la decisión, pero no sabía muy bien cómo hacerlo.
Cómo se deja a alguien sin hacerle daño?. Imposible. Es inevitable no hacer daño, pero existen maneras elegantes de hacerlo.
Yo tuve claro que no iba a hacer lo que hizo mi ex conmigo: tratarme mal y darme vagas explicaciones. Yo quería ser clara y sincera con este chico, y quería que él entendiera de verdad porque yo lo dejaba. Yo no iba a poder evitar su dolor, pero si podía hacer que su ruptura no fuese tan inexplicable como lo fue la mía.

El problema era que, conociéndolo, quedar en persona iba a ser un poco peligroso. Yo sabía que bien no se lo iba a tomar (como era normal), y un lugar público era un riesgo elevado de montar un escándalo por su parte. Tomé la decisión mas cobarde que se pueda tomar, y hoy, me arrepiento enormemente: Le escribí una carta.
Escribir me iba a dar la oportunidad de poder expresarle lo que “no-sentía” por él, y explicarle sin tapujos y muy claramente el motivo por el cual lo dejaba. Pero a la vez, me evitaba el tener que quedar en persona, arriesgándome a una escenita por su parte y el tener que afrontar el terrible trago de romper con él cara a cara. Si, lo sé, soy una cobarde.
Creo que ha sido la carta más sincera que he escrito en mi vida. Allí le expongo, de manera delicada, pero sin ocultar nada, el motivo de la ruptura. Me alejé de las frases que me dijo mi ex en su día: “te mereces estar con alguien mejor que yo”, y cosas por el estilo que lo único que hacen es hacerte sentir peor.
Mientras le envié la carta por email, me sentí la persona más horrible del mundo: no solo lo dejaba, sino que además lo hacía por carta… 

Hacía muchísimo tiempo que no lloraba tanto. Parecía que me habían dejado a mí.
Era evidente que me estaba poniendo en la piel de este chico, y que estaba sufriendo la ruptura como si me hubieran dejado a mí, y no al revés.

Yo estuve casi 2 meses con esta persona, y dejarlo fue difícil, imaginaos lo que es dejar a una persona con la que llevas más tiempo, ilusiones, proyectos de futuro, tantos y tantos momentos vividos y compartidos.
Por primera vez me puse en la piel de mi ex, y entendí algunas decisiones que tomó y que en su día tanto critiqué. Por ejemplo cuando mi ex me dejó por teléfono. Después de 6 y medio de relación me llama y rompe la relación en un abrir y cerrar de ojos. No, no fue fácil para él. Yo creo que él tomó la decisión menos dura para los dos, pero sobre todo para él. El tener que decirle a alguien cara a cara que no lo quieres y que deseas romper la relación es sumamente complicado. Yo no pude.
El que deja sabe que la otra persona lo quiere, que quiere luchar por esa relación, que quiere continuar, pero aún así, hay algo que no le encaja y se forzado a romper. Ya lo he hablado muchas veces en este blog, los motivos por los cuales nos dejan.
Es evidente que muchas veces no lo pueden evitar: han dejado de sentir algo por nosotros, y eso hay que respetarlo. Lo que es de obligado cumplimiento son las maneras, de las que he hablado en varias ocasiones en este blog. Mi ex no se portó bien conmigo: hubo una situación de deslealtad por su parte (estaba tonteando con otra chica a mis espaldas y llegó a quedar con ella), me trató muy mal después que me dejó y me dijo cosas que, aunque ha pasado mucho tiempo, cada vez que las recuerdo me duelen profundamente. Eso sin mencionar que en los motivos de la ruptura no fue claro y mintió, como tiempo después descubrí.

La reacción de este chico al recibir la carta no se hizo esperar. A las pocas horas comenzó a enviarme WhatsApp sin parar preguntándome si estaba segura de mi decisión. Yo, habiendo vivido las malas maneras de mi ex, le respondí cuidando mucho el lenguaje y alejándome de toda crueldad. Volví a explicarle los motivos nuevamente, de la misma manera que yo había hecho en la carta.
Contra todo pronóstico, la reacción de él fue la de insultarme. Me llamó mentirosa, falsa y actriz.

Y esto me ha dado pie a mi siguiente post sobre los errores que cometemos los dejados. Los errores que, en un momento de debilidad emocional, todos hemos hecho alguna vez. Yo los hice, y seguramente tú tambié, y no por ello somos personas horribles, somos simplemente humanas.